Hactivismo

sábado, 7 de abril de 2007

Desde mediados del siglo pasado inició una actividad que desembocó en una revolución de la computación al dar paso a la hoy popular computadora de escritorio. Todo esto fue gracias al ingenio y talento de los hackers, que en sus “lejanos” inicios eran una especie de “recoge basura”, que hurgaban entre la mierda y los desperdicios tecnológicos para hacer sus propias calculadoras y productos inéditos. Así nació la verdadera popularización de la ingeniería inversa que hoy cuenta con cientos de sectas y tribus en internet.
De allí para acá los hackers han pasado por diversos territorios y matices políticos y comerciales al grado que su práctica se ha vuelto disímbola. Por un lado siguen los aferrados y obstinados en mantenerse en los márgenes, los que rechazan los reflectores, pero están los adictos a las ferias y congresos de hackers en donde en realidad exhiben sus habilidades a los head hunters que acuden a esos eventos para contratar a varios de ellos para las empresas que representan. En medio de esto está un variopinto espectro de grupos que difunden y adhieren al hacktivismo, que resulta de fundir las técnicas del hacking (práctica de análisis de la intrusión en sistemas de cómputo) con la activa participación política. En los ochenta el Culto de la Vaca Muerta (Cult of the Dead Cow: www.cultdeadcow.com), una especie de secta articulada alrededor de las prácticas digitales y amante del ciberespacio, destacó por su lucha contra los gobiernos totalitarios y ahora sirve, precisamente, de referente a los hacktivistas.
El hacktivista se parece más, de acuerdo con sus mismos practicantes, a un "híbrido" entre el hacker y el cracker (el que viola y destruye sistemas). Su objetivo es la protesta social, luchar políticamente de la mano de los bits y las nuevas tecnologías. En el país un ejemplo de esto lo tenemos con Mundos Posibles (possibleworlds.org), un sitio que tiene un servidor cooperativo y originado en un encuentro organizado por el hoy famélico neozapatismo con representantes de la sociedad civil.
¿Pero se puede combinar ética, derecho y protesta digital? Según esto es posible actuando con neutralidad y partiendo de que lo básico está en luchar a favor de los que menos tienen, como lo refieren los pertenecientes a Hacktivismo (www.hacktivismo.com), que lucha en favor de los derechos humanos mediante medios electrónicos. Otros dicen que se puede porque su lucha es en favor del código abierto, la defensa de la libre circulación de la información, unos más opinan que incluso paralizar servidores gubernamentales y hacer trizas sus contenidos es justificado si se hace en nombre de los marginados. Pero muchos de estos grupos han terminado, en los hechos, por dilapidar el prestigio de una práctica, hoy se mueven entre adulaciones mutuas creando repúblicas digitales soberanas e igualitarias, erigiéndose en mesías liberadores del ciberespacio.

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