La moda de la singularidaqd

domingo, 5 de marzo de 2017

Existen términos que hoy son de actualidad pero que han sido rescatados del pasado, en donde habían pernoctado sin pena ni gloria. Un ejemplo de esos es el de “sociedad civil”, que se puso de moda en la segunda mitad del siglo pasado, pero fue recuperado de los escombros del siglo XIX.  
Estos términos en ocasiones se utilizan de manera discreta, son usados por parte de grupos reducidos que se mueven en el underground, pero de repente son retomados por los medios de comunicación o por los mismos círculos académicos, se popularizan y ganan notoriedad perdiendo su carácter raro.  
Eso sucede en nuestros días con el término “singularidad”, retomado del campo de las matemáticas y usado por especialistas en varios campos científicos, pero se ha sacado de su reducto para marcar una ruptura, para describir un momento en el cual la tecnología entra en una fase de aceleración y progreso donde el ser humano es incapaz de predecir sus resultados.  
Fue Vernor Vinge, matemático y escritor de ciencia ficción, quien llevó este término al dominio de los frikis en los años noventa del siglo pasado, al escribir un texto que se volvió de culto. El texto permaneció olvidado, pero recientemente ha retornado por sus fueros. Para Vinge, la singularidad se caracteriza por la aceleración del progreso tecnológico, pero, sobre todo, por la potenciación de la inteligencia.
Vinge sostiene que el avance tecnológico está a punto de producir un cambio que modificará el concepto mismo de ser humano, ya que la tecnología generará una revolución de enormes consecuencias: dará vida a herramientas que superen en inteligencia al homo sapiens. 
Ese adelanto se podrá lograr de la mano de la inteligencia artificial implantada en robots o en múltiples interfaces, pero también por la vía biológica: gracias a la ingeniería genética, las biotecnologías y manipulaciones bioquímicas se producirá un salto exponencial en los rendimientos y capacidades intelectuales de las personas, derivando en inteligencias sobrehumanas. 
El historiador Yuval Noah Harari ha señalado en su Homo Deus, algo que suena a los efectos de la singularidad: el ser humano se apresta a adquirir poderes divinos de creación y destrucción, y señala: “En un futuro no muy lejano podremos crear superhumanos que aventajen a los antiguos dioses no en sus herramientas, sino en sus facultades corporales y mentales”. 
Estas ideas están presentes en científicos reputados como Aubrey De Grey, Hans Moravec, Marvin Minsky o Ray Kurzweil. Este último sostiene que en el siglo que corre los humanos vamos a romper con la tasa actual de desarrollo, ya que experimentaremos 20 mil años de progreso, y entre las cuestiones que se exponenciarán estará la inteligencia.
Más allá de los derroteros que llegue a tomar esta cuestión, que haga realidad los preludios apocalípticos de Vinge o Noah Harari, o la perspectivas optimistas de De Grey o Kurzweil, otros autores describen que en algunos humanos ya podemos ver lo que será el futuro de la inteligencia artificial analizando el comportamiento del ahora presidente de Estados Unidos.
Cathy O'Neil señala que "Trump es puro instinto, sin programa o creencia permanente, es como un algoritmo de aprendizaje automático. Sería un error creer que tiene una estrategia más allá de hacer lo que funciona”. 
Ella señala que desde su campaña electoral sus discursos se podían equiparar a las exploraciones aleatorias estadísticas: en sus intervenciones estudiaba la reacción de la gente, si era un éxito lo repetía en los próximos debates. Para ella esa es precisamente la forma en que se comporta un algoritmo. Inicia siendo neutral, pero a continuación "aprende" con base en la dirección que tome la navegación a través de sus datos de entrenamiento. 
O'Neil  remata señalando: Tenemos el equivalente de una red neuronal dinámica a la cabeza de nuestro gobierno. Carece de ética y está alimentado por una ideología sesgada a la derecha. Al igual que la mayor parte de la inteligencia artificial es irresponsable y crea circuitos de retroalimentación de factores externos aterradores”.

Publicado en El Universal Querétaro



La frágil vida de Twitter


El surgimiento de la Web 2.0 marcó no solo el proceso de apropiación de internet por parte de los usuarios, aspecto que se evidenció con las redes sociales, sino que en poco lapso revirtió la crisis de las punto.com y dio vida a empresas como Facebook, Twitter, Instagran o Tumblr... que despertaron un optimismo por los negocios relacionados con el social media
Si bien los arquitectos de las redes sociales las hicieron con el fin específico de que las personas pudieran socializar y confeccionar redes, de inmediato los mismos usuarios les anexaron interfaces con servicios que diferían de la intención original de sus creadores. 
Eso fue lo que le sucedió a Twitter: sus fundadores nunca crearon esa plataforma con el fin de que sirviera para transmitir las protestas en Moldavia o en Egipto, o que la usaran los activistas en los procesos electorales o para demandar el respeto de los derechos humanos. Al final, los usuarios de dicha red social terminaron por convertirla en una herramienta de gran influencia social-mediática.
No faltan voces que ubican a Twitter como la herramienta abocada a edificar la democracia a lo largo del orbe. La fascinación tecnológica olvida que en Egipto los jóvenes la usaron para sublevarse contra la dictadura de Mubarak, pero después que ésta cayera terminaron por apoyar el derrocamiento del primer presidente electo y encumbrar a los militares en el poder.
No obstante, lo cierto es que dentro de las plataformas sociales, Twitter es la mejor para que los activistas se comuniquen en tiempo real, para intervenir en la vida pública e influir en los medios convencionales. El uso político de este medio es tal que es el preferido de Donald Trump, que hace con dicha interfaz comunicación política insensata: un tuit de ese personaje es suficiente para zarandear bolsas y economías a escala global. 
Al mismo tiempo que Twitter se afianza como la red social influyente en los medios de comunicación y la política, sus últimos resultados del año 2016 evidencian que como modelo de negocio es endeble. En su último trimestre Twitter apenas creció un 0.7 por ciento, equivalente a dos millones de usuarios. Lo contrario pasa con Facebook, que siendo una red de “baja proyección” mediática, sí es muy relevante para las masas, ya que en ese mismo período creció un 4 por ciento, equivalente a 72 nuevos millones de usuarios, demostrando de paso que no le hizo mella lo de las noticias falsas. 
No creo que a Jack Dorsey y la directiva de Twitter les falte leer algún libro de estrategia empresarial ni impulsar estrategias de marketing para posicionar a dicha red social. La verdad es que Twitter no ha sido mala para hacer que la gente se acerque a la misma, su talón de Aquiles está en lograr que quienes se incorporan a dicha plataforma no cancelen prontamente su cuenta, la tengan pero sin hacer uso de ella o que posteen una vez al mes.  
Lo triste de Twitter es corroborar que sirve de poco, en los tiempos que corren tener una cuota significativa de usuarios influyentes en la esfera política, económica y mediática, si no se es capaz de atraer el interés de las masas, que son las que realmente importan a los inversionistas para tener mayores ingresos por publicidad. 
Twitter ha impulsado un sinfín de cambios para volverse más atractiva. Su apuesta está centrada ahora en tener mayores controles en sus contenidos, en frenar el troleo y en reforzar la plataforma con servicios de inteligencia artificial, pero tampoco parece que eso sea el pasaporte a su masificación. 
Y esto es lamentable. Twitter paga la factura de habitar un ecosistema dominado por audiencias volátiles y contenidos “ligeros”. Si Twitter no puede crecer en usuarios a pesar del efecto mundial de tener como usuario a un personaje tan polémico como Donald Trump, que cualquier otra red quisiera tener, entonces está prácticamente condenada, sino a desaparecer, a rematarse para que pase a otras manos. Si un medio de comunicación de esta dimensión no es capaz de tornarse rentable, entonces es comprensible lo que pasa con la prensa escrita.


 
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