En busca de pareja

domingo, 28 de agosto de 2005

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En Estados Unidos con una tarjeta de crédito se puede suplir la carencia afectiva. Con ella cualquiera puede poner un anuncio en busca de pareja en los avisos de clasificados del The New York Times. Por cada línea se deben desembolsar 12 dólares y el periódico exige por lo menos cuatro. Por una cuota adicional el anuncio es colocado en la versión en línea de dicho periódico. Ese medio fue uno de los últimos de esa nación en dar cabida a los anuncios personales. Hoy, sin embargo, la cantidad de avisos con fines amorosos, sexuales o eróticos han superado a las páginas dedicadas a empleos y al mercado inmobiliario. En el caso de quienes buscan relaciones amorosas, dicha sección atiende todo tipo de peticiones: hombres en busca de mujeres y viceversa, mujeres que buscan mujeres y hombres atrás de hombres.
El frenesí por este tipo de anuncios sólo puede entenderse en el contexto de la cultura estadunidense, que parece que no sólo sigue moviéndose al ritmo que dibujó Andy Warhol en sus célebres cuadros, sino por las condiciones especiales en que se dan las relaciones interpersonales. Por un lado hay un alto índice de divorcios, 50 por ciento de los casamientos consumados después de un año concluyen por causas diversas, pero por otro existen fuertes taxativas para socializar en los espacios laborales debido a las rectitudes morales.

Cambios y acoso
Estados Unidos es un país en donde la población cambia más pronto de ciudad que de ropa. Como la prioridad es ir a donde hay empleo el desplazamiento a otra ciudad se vuelve una constante y las posibilidades de relacionarse para encontrar pareja se reducen mucho. Si a eso le agregamos que en los espacios laborales esto está prácticamente descartado porque existen reglas rígidas que prohíben mirar a los lados, impiden hacer bromas sexistas o subidas de tono o mirar lascivamente a las mujeres y a los compañeros de trabajo... Si se incurre en cualquiera de estos casos se corre el riesgo de verse envuelto en un proceso de acoso sexual y si eso acontece se debe decir adiós no sólo al empleo sino a la libertad.
Los anuncios en los periódicos e internet son sólo uno de los aspectos de una industria millonaria: la de los solteros en busca de compañía. Se escriben cada año cualquier cantidad de libros sobre el tema y no faltan los reality shows como “The Bachelor” y “The Bachelorette”, en donde participan personas que colocan sus perfiles en sitios celestinos como Match.com o Nerve.com, dos de los más populares.
A partir de tales páginas se extiende la tendencia de efectuar encuentros rápidos con el fin de llevar a un bar o a un restaurante a quienes se relacionan en línea, para que charlen y se conozcan lo mejor posible, si es que se puede hacer tal cosa en los ocho minutos que se les otorga para tal fin a los participantes. A esas reuniones acuden un número similar de hombres y mujeres, y en el caso de reuniones homosexuales también debe de haber números pares. Después de este encuentro inicial, los participantes deben comunicar, vía correo electrónico, a las empresas organizadoras de la reunión con qué personas les gustaría encontrarse nuevamente. Quién sabe cuánto éxito tengan estos encuentros, pero lo que no cabe duda es que hay una gran necesidad entre las personas de encontrar el amor y tanto la red como los periódicos se vuelven una vía para lograrlo.
Publicado en el diario Milenio, 21 de agosto 2005.
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Replicante en escena

jueves, 18 de agosto de 2005

textoalternativo En un entorno cultural en donde destacan las revistas adocenadas y acomodaticias, de publicaciones políticamente correctas, sobresale Replicante que con apenas tres números editados demuestra que está muy lejos de seguir el paso de sus homólogas. Replicante no las imita en la apariencia ni en la forma de tratar los fenómenos culturales, tiene frescura y originalidad acompañada de un diseño ágil y de filosas plumas.
Desde un punto de vista estrictamente editorial, los tres números que tiene de vida Replicante demuestran que la crítica a la vida cultural es su fuerte, su línea editorial es una bocanada de aire fresco en una rutilante y condescendiente república de las letras. Sus agudos análisis sobre la posmodernidad, la sexualidad y las ideologías, denota que los valores que la guían son el debate y la reflexión, la crítica pero con argumentos. Sin tapujos ni contemplaciones da cuenta de la desigual transculturación de nuestro país, los muchos mundos y submundos urbanos que convergen en esta rota nación de inicios del siglo XXI. Sin intentar trazar oráculos y sin afán de dibujar en cada página el advenimiento del apocalipsis, la revista ofrece una mirada plural de nuestra cultura.
Muchas de las colaboraciones hacen de la mordacidad un estilo, pero apoyándose en un lenguaje creativo que es acompañado de explosivas y ágiles imágenes gráficas. Se analiza México desde una perspectiva nacional y glocal, pero sin acudir a lentes fatalistas que otros muchos gustan de endosarle al nuevo milenio, sino con un lenguaje sazonado, implacable y con ciertos y necesarios grados de toxicidad. Replicante está aquí para exorcizar la carroña que habita en el putrefacto cuerpo cultural de un país carcomido por el neoliberalismo, por mesías de izquierda y por políticos que no perdonan ni las ligas. En fin, para quien quiera gozar de una buena lectura, con entrevistas, artículos, reseñas de música alternativa y artes visuales, fotografías e historietas y mucho más es buen momento de acercarse a una de las mejores publicaciones del espectro editorial mexicano.
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Aversiones a la lectura y la música

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Es una realidad que la tecnología cambia nuestras costumbres, ella repercute en nuestros comportamientos cotidianos. Y si no hay que acercarse al extraordinario libro de Norbert Elias, El proceso civilizatorio, para percatarse de que todos los hábitos introducidos en la lejana sociedad cortesana fueron el resultado de un uso combinado de política de autocontroles, de tecnologías y técnicas para reforzar tales cambios. Hoy nos parece normal comer con cubiertos, no sonarnos la nariz en una mesa, o contar con baños para defecar, etcétera, pero llegar a eso fue parte de un largo y contradictorio proceso civilizatorio que no hubiera sido posible, curiosamente, sin la creación de tecnologías y de “técnicas de comportamiento”.
A lo largo de la historia de la humanidad la tecnología ha estado presente. Desde la invención del fuego, pasando por los primitivos arcos y flechas, hasta llegar a los transbordadores espaciales, la tecnología nos acompaña, es nuestra eterna compañera, nos guste o no condiciona nuestras actividades, modifica nuestra misma cultura y puede desembocar tanto en cuestiones positivas como negativas.

Impersonalidad y aversión a la música
Todo esto viene a colación porque la consultora Nielsen//NetRatings dio a conocer un estudio sobre los hábitos de los usuarios de internet, que ha sacado ampollas entre los más fanáticos de la red que reniegan de los resultados del mismo. En buena medida a muchas de esas críticas no les falta razón porque dicha indagación olvida la relación entre antropología y tecnología. El estudio de marras sostiene que los usuarios de internet son prácticamente enemigos de la lectura de revistas, periódicos y libros. También se dice que la red es responsable de la caída en la audición de música, ya que quienes la usan habitualmente se vuelven contrarios a su consumo.
Esto contradice una gran cantidad de estudios, pero no pasa la prueba empírica, la que cotidianamente viven muchos usuarios de internet. En realidad la red no sólo ha multiplicado la oferta musical, sino que también ha incrementado la escucha de música y no por algo muchos estudiosos de la web destacan que ésta ha causado una verdadera revolución en el campo musical. Un ejemplo es el incesante intercambio de archivos musicales que se dan todos los días, el incremento de ventas de música en línea y la aparición de comunidades y tribus de escuchas que tienen sus sitios en la red.
Tal vez el problema en esta medición esté en cuantificar sólo lo que se deja de hacer al usar internet, pero no en medir lo que se hace con la red, los hábitos que desencadena, porque seguramente muchas de las cosas que se efectúan por internet son cuestiones que anteriormente se venían realizando por otras vías, como leer, charlar o incluso flirtear. Por supuesto que fobias y malestares se han presentado con esta interfaz y no es raro que algunas industrias sufran las consecuencias de su uso, pero en todo caso para tener una mejor medición de tales cuestiones es necesario que las indagaciones cuenten con una verdadera medición de la antropología de las nuevas tecnologías, y particularmente de internet, aspecto del que carece el estudio de Nielsen//NetRatings.
Publicado en el diario Milenio, 14 de agosto 2005.
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La solución a la piratería

martes, 9 de agosto de 2005

textoalternativo Los productos piratas en la actualidad son el reflejo de que vivimos una época en donde es posible reproducir y colocar en el mercado artículos con calidad similar a los elaborados por empresas que poseen los derechos de reproducción y que cobran por los mismos cantidades consideradas como onerosas por los consumidores. Esta situación es notoria en los campos musical y editorial.
Los grandes sellos discográficos luchan por mantener su tradicional lógica de venta que es insostenible. Se vuelve necesario dar paso a una nueva mecánica de producción y distribución de música, que garantice los derechos de autor, la ganancia de las empresas y el beneficio a los consumidores. Actualmente los melómanos compran en el mercado negro, pero no porque sean unos fanáticos de los artículos piratas, sino porque no encuentran productos legales a precios accesibles.
Esta situación no es exclusiva del segmento musical, también lo padece fuertemente el sector editorial desde hace mucho tiempo. Desde el surgimiento de las copiadoras los derechos de autor han sido un dilema para la industria editorial. La copia de libros, aunque sea parcial, se considera ilegal incluso aunque no tenga fines comerciales. La única forma legal de consumir un libro es comprándolo u obteniéndolo en préstamo en la biblioteca o por parte de un amigo. A pesar de eso la mayoría de libros que tienen los estudiantes universitarios y de bachillerato en nuestro país son fotocopiados, consecuencia de la falta de posibilidades para adquirirlos y de la “incapacidad” de las bibliotecas de dotarse de más volúmenes.

Un nuevo modelo
En diversas partes del orbe se abren nuevas rutas a la cuestión editorial, sobresaliendo la edición a la carta, algo que en nuestro entorno es prácticamente desconocido. En nuestro continente está la librería Armazém Digital (www.armazemdigital.art.br) que ha encontrado una solución a la edición de libros. La librería virtual, ubicada en Brasil y cuyo modelo está por implementarse en otros países de la región, opera con base en la reproducción bajo demanda. Los usuarios pueden ir directamente a la librería o bien a través de internet y hacer el pedido de su libro. El comprador selecciona el formato en que lo desea, el tipo de pasta y en menos de dos horas lo tiene listo. Son libros legales que cumplen con el pago de todos los derechos.
El problema es que este modelo a la carta no está libre de generar conflictos. Por un lado sólo pocas editoriales aceptan participar en dicho esquema. Parece que por ahora sólo un pequeño grupo de editoriales españolas y latinoamericanas desean formar parte de esta iniciativa. Por el otro, eso mismo y el uso de una tecnología de impresión sofisticada no ofrecen costos bajos, de suerte que un libro comprado en una librería convencional es mucho más barato que uno personalizado.
Pero el mérito de dicha modalidad de venta de textos no está en el costo del producto, sino en abrir camino a una tendencia en el mundo editorial que puede permitir prolongar por más tiempo la vida del libro y que es probable que más adelante también se aplique en nuestro entorno. El futuro de este negocio también dependerá de la actitud de las editoriales, un reflejo de esto es que Xerox, la fabricante de esos equipos de impresión a la carta, apuesta por la edición bajo demanda que puede llevar a la elaboración de sólo algunas partes de las obras.
Publicado en diario Milenio, 7 de agosto 2005.
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El ocaso de la telefonia

textoalternativo El teléfono fue la plataforma sobre la cual se inventó y desplegó ese inasible lugar que es internet. Sin embargo, en los últimos años la relación entre internet y telefonía se ha vuelto mucho más estrecha, al grado que la red es usada para efectuar las funciones habituales de la telefonía y ya no es descabellado ver que las personas la usen también para charlar con amigos o incluso para desarrollar sus actividades profesionales.
Por lo regular los usuarios usan su conexión a internet para enviar datos, mientras que sus llamadas telefónicas las efectúan por la red de telefonía conmutada, pagándole por el servicio de llamadas locales o de larga distancia nacional y internacional a operadores como Telmex o Avantel.
Por su parte la telefonía IP permite usar la misma red por la que viajan los datos para realizar llamadas telefónicas. Este proceso implica que la voz es digitalizada y convertida en paquetes de datos, los cuales viajan por las redes de computadoras como lo hacen los mensajes de correo electrónico o cualquier archivo enviado vía internet.

Costos bajos
Una ventaja de este sistema es la reducción de costos en las llamadas, esto es posible porque la telefonía por internet no ocupa toda la línea o ancho de banda de comunicación. Los paquetes en los que se descompone la voz viajan junto con archivos de datos, video, imágenes o incluso otras llamadas. En cambio, en la telefonía tradicional una llamada ocupa toda la línea, es un servicio de punta a punta, por lo que su costo es mayor.
Para muchas personas eso ha sido una buena alternativa. Un ejemplo de esto es el programa Skype que ha causado una auténtica revolución en el campo de la telefonía por internet, es usado por 130 millones de personas. Skype ofrece dos modalidades de servicio, una gratuita usando para la comunicación únicamente computadoras, con una calidad no muy buena de audio, mientras que la de paga se puede usar con un teléfono IP o por medio de diademas, aunque con costos más caros que otros servicios. Una buena opción, y de mejor calidad, es IXP.net, la cual empieza a ganar adeptos en nuestro país, que a través de una especie de módem (dpPhone) ofrece la posibilidad de llamar desde el teléfono normal de casa a precios realmente competitivos y con una buena fidelidad, generando ahorros del 50 por ciento en llamadas de larga distancia nacional y del 80 por ciento en las internacionales.
A pesar de que la telefonía IP es muy barata, también es un buen negocio ya que se estima que el año próximo la cuota de ese mercado a escala planetaria será de 36 mil millones de dólares. El problema al que nos enfrentamos en México al usar la telefonía IP es que es un servicio “indefinido”, no se considera como “telefonía”. Hasta ahora la Cofetel no ha establecido una diferencia al respecto, permanece como un servicio vocal de internet, mientras que las grandes empresas telefónicas como Telmex se oponen a dicho modelo, porque les arrebata parte del jugoso mercado de la larga distancia. Pero el uso de dicha telefonía advierte que el auge y calidad de la telefonía IP no sólo marca una revolución en las telecomunicaciones, sino el ocaso de la telefonía tal como la conocemos actualmente.
Publicado en el diario Milenio, 31 de junio 2005.
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