En Estados Unidos con una tarjeta de crédito se puede suplir la carencia afectiva. Con ella cualquiera puede poner un anuncio en busca de pareja en los avisos de clasificados del The New York Times. Por cada línea se deben desembolsar 12 dólares y el periódico exige por lo menos cuatro. Por una cuota adicional el anuncio es colocado en la versión en línea de dicho periódico. Ese medio fue uno de los últimos de esa nación en dar cabida a los anuncios personales. Hoy, sin embargo, la cantidad de avisos con fines amorosos, sexuales o eróticos han superado a las páginas dedicadas a empleos y al mercado inmobiliario. En el caso de quienes buscan relaciones amorosas, dicha sección atiende todo tipo de peticiones: hombres en busca de mujeres y viceversa, mujeres que buscan mujeres y hombres atrás de hombres.
El frenesí por este tipo de anuncios sólo puede entenderse en el contexto de la cultura estadunidense, que parece que no sólo sigue moviéndose al ritmo que dibujó Andy Warhol en sus célebres cuadros, sino por las condiciones especiales en que se dan las relaciones interpersonales. Por un lado hay un alto índice de divorcios, 50 por ciento de los casamientos consumados después de un año concluyen por causas diversas, pero por otro existen fuertes taxativas para socializar en los espacios laborales debido a las rectitudes morales.
Cambios y acoso
Estados Unidos es un país en donde la población cambia más pronto de ciudad que de ropa. Como la prioridad es ir a donde hay empleo el desplazamiento a otra ciudad se vuelve una constante y las posibilidades de relacionarse para encontrar pareja se reducen mucho. Si a eso le agregamos que en los espacios laborales esto está prácticamente descartado porque existen reglas rígidas que prohíben mirar a los lados, impiden hacer bromas sexistas o subidas de tono o mirar lascivamente a las mujeres y a los compañeros de trabajo... Si se incurre en cualquiera de estos casos se corre el riesgo de verse envuelto en un proceso de acoso sexual y si eso acontece se debe decir adiós no sólo al empleo sino a la libertad.
Los anuncios en los periódicos e internet son sólo uno de los aspectos de una industria millonaria: la de los solteros en busca de compañía. Se escriben cada año cualquier cantidad de libros sobre el tema y no faltan los reality shows como “The Bachelor” y “The Bachelorette”, en donde participan personas que colocan sus perfiles en sitios celestinos como Match.com o Nerve.com, dos de los más populares.
A partir de tales páginas se extiende la tendencia de efectuar encuentros rápidos con el fin de llevar a un bar o a un restaurante a quienes se relacionan en línea, para que charlen y se conozcan lo mejor posible, si es que se puede hacer tal cosa en los ocho minutos que se les otorga para tal fin a los participantes. A esas reuniones acuden un número similar de hombres y mujeres, y en el caso de reuniones homosexuales también debe de haber números pares. Después de este encuentro inicial, los participantes deben comunicar, vía correo electrónico, a las empresas organizadoras de la reunión con qué personas les gustaría encontrarse nuevamente. Quién sabe cuánto éxito tengan estos encuentros, pero lo que no cabe duda es que hay una gran necesidad entre las personas de encontrar el amor y tanto la red como los periódicos se vuelven una vía para lograrlo.
Publicado en el diario Milenio, 21 de agosto 2005.
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El frenesí por este tipo de anuncios sólo puede entenderse en el contexto de la cultura estadunidense, que parece que no sólo sigue moviéndose al ritmo que dibujó Andy Warhol en sus célebres cuadros, sino por las condiciones especiales en que se dan las relaciones interpersonales. Por un lado hay un alto índice de divorcios, 50 por ciento de los casamientos consumados después de un año concluyen por causas diversas, pero por otro existen fuertes taxativas para socializar en los espacios laborales debido a las rectitudes morales.
Cambios y acoso
Estados Unidos es un país en donde la población cambia más pronto de ciudad que de ropa. Como la prioridad es ir a donde hay empleo el desplazamiento a otra ciudad se vuelve una constante y las posibilidades de relacionarse para encontrar pareja se reducen mucho. Si a eso le agregamos que en los espacios laborales esto está prácticamente descartado porque existen reglas rígidas que prohíben mirar a los lados, impiden hacer bromas sexistas o subidas de tono o mirar lascivamente a las mujeres y a los compañeros de trabajo... Si se incurre en cualquiera de estos casos se corre el riesgo de verse envuelto en un proceso de acoso sexual y si eso acontece se debe decir adiós no sólo al empleo sino a la libertad.
Los anuncios en los periódicos e internet son sólo uno de los aspectos de una industria millonaria: la de los solteros en busca de compañía. Se escriben cada año cualquier cantidad de libros sobre el tema y no faltan los reality shows como “The Bachelor” y “The Bachelorette”, en donde participan personas que colocan sus perfiles en sitios celestinos como Match.com o Nerve.com, dos de los más populares.
A partir de tales páginas se extiende la tendencia de efectuar encuentros rápidos con el fin de llevar a un bar o a un restaurante a quienes se relacionan en línea, para que charlen y se conozcan lo mejor posible, si es que se puede hacer tal cosa en los ocho minutos que se les otorga para tal fin a los participantes. A esas reuniones acuden un número similar de hombres y mujeres, y en el caso de reuniones homosexuales también debe de haber números pares. Después de este encuentro inicial, los participantes deben comunicar, vía correo electrónico, a las empresas organizadoras de la reunión con qué personas les gustaría encontrarse nuevamente. Quién sabe cuánto éxito tengan estos encuentros, pero lo que no cabe duda es que hay una gran necesidad entre las personas de encontrar el amor y tanto la red como los periódicos se vuelven una vía para lograrlo.
Publicado en el diario Milenio, 21 de agosto 2005.
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