Gibson y el ciberespacio

domingo, 20 de julio de 2008


Hace 24 años cuando se escribió Neuromante de William Gibson, pocos se atrevían a pensar que lo descrito en su obra pudiera dar paso a una cultura que se ha extendido a lo largo de la década pasada. Al momento de escribir la obra Gibson (1948) no era un ilustre desconocido, pero tampoco gozaba de la notoriedad que adquirió con dicho libro. Éste le permitiría obtener los tres principales premios estadunidenses que se otorgan en el terreno de la ciencia ficción: Nébula, Hugo y Philip K. Dick. Poco después ganó el premio nipón Seiun y el australiano Ditmar, con lo que prácticamente se consagró y de pasó la trilogía que abría Neuromante tenía asegurado el éxito.
Además de las premiaciones y el reconocimiento lo interesante fue que la obra se tornó en una especie de guía o incluso de Biblia para una tribu juvenil que en ese entonces se articulaba alrededor de las emergentes tecnologías de comunicación, en particular las computadoras e internet, y que tenía una postura ambigua y contradictoria sobre la tecnología misma. Autodenominándose como cyberpunks (que también fue el subgénero de ciencia ficción al que dio vida Gibson), sus fieles seguidores se regaron como pólvora y se tomaron en serio lo que la obra describía y replicaron en sus cuerpos y ciberespacio lo que la obra representaba.
La novela no sólo tuvo la virtud de acuñar el término ciberespacio, sino que el autor dejó que el vocablo fuera de dominio público y debió enfrentar feroces batallas cuando algunas empresas más adelante quisieron patentar el término. Lo interesante de Neuromante fue desplegar intuitiva y anticipadamente lo que pocos años después advendría en el campo de las nuevas tecnologías y lo que se viviría en el ciberespacio.
El mismo Gibson ha dicho al respecto que el término ciberespacio es un recurso, una metáfora, una región en donde se concreta el proceso civilizatorio actual, e indica que en el momento que “la gente en el momento que usa internet es cuando navega en el ciberespacio. Al usar internet entra en un territorio en el cual la geografía ya no existe”.
En todo caso lo interesante de Neuromante fue que a partir de su publicación no sólo quedaron plasmados los cambios que se dieron poco tiempo después en materia cultural y tecnológica, sino que su carácter global conformaría incluso nuevas prácticas sociales que terminaron por modificar conceptos clásicos como identidad, sociedad, política, antropología, etcétera. Desde entonces el ciberespacio es una realidad social y tecnológica, además de un rasgo distintivo de este naciente siglo XXI.

Ciberbulling


El diccionario de la Real Academia española define como chisme a una “noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna”. El término describe prácticas humanas de socialización añejas, pero que pueden tener un carácter tóxico y envenenar la vida de personas o grupos humanos. Los individuos no hemos tenido límites en materia de invención de rumores, de noticias y somos bastante competentes para hacerlas circular.
Por eso no extraña que en el mismo ciberespacio se esparza el conocido ciberbulling, que es una práctica que se mueve entre el chisme, las invenciones y el acoso u hostigamiento. El mismo se extiende, sobre todo, entre adolescentes y jóvenes vía correos electrónicos, sitios web en donde difunden fotos y comentarios de compañeros de clase, vecinos o diversas personas. Sobresale en esto el ejercer un maltrato psicológico, al burlarse de las discapacidades de algunos o simplemente inventar y deformar aspectos de su vida privada.
Así como la red es bastante eficaz para divulgarr noticias o llamar a la solidaridad ante alguna desgracia, también lo es para propalar los chismes y hacer de la misma una grandiosa verdulería en donde se irradian las invenciones de todo color y sabor. No se exagera al decir que muchas relaciones han sido contaminadas por este tipo de prácticas y en muchos casos sus daños son irreversibles al generar conflictos entre personas y efectos psicológicos en quienes son atacados por tales comentarios.
Pero no sólo los jóvenes han sido diestros practicantes del ciberbulling ya que también la difusión de mentiras y rumores se deja caer sobre personas que tienen una actividad pública buscando desacreditarlas y arruinar su imagen. Vale la pena decir que en ciertos casos esta práctica arranca como una broma pero conforme se difumina adquiere efectos negativos.
En varios casos se acude a programas de diseño que permiten manipular fotos de personas que después se propagan o se suben a sitios. Es por eso que tampoco puede pasar desapercibido que las nuevas formas de comunicación (correos electrónicos, videos en youtube, blogs, mensajería instantánea, mensajes SMS…) también tienen su lado nocivo al incentivar el rumor y estimular en buena medida la exclusión social.
Lo que al inicio puede parecer una broma o un chisme para quienes lo sufren o son sus víctimas puede ser un arma que lastima sus emociones, al grado que en algunas ciudades de Estados Unidos se ha convertido en una enfermedad infecciosa y las mismas autoridades la consideran una auténtica lacra social. Al señalar esto no se trata de ninguna manera de pensar en poner fuertes candados al uso de la red, pero sí de advertir que también son necesarias la creación de normas claras para Internet porque no podemos soslayar que en el ciberespacio coexisten lo mejor y lo peor del ser humano.

Telepresencia


Según Scott Fisher, pionero de la telepresencia, la misma designa a la tecnología que permite sentirse presente en un lugar o en un tiempo diferente. Mientras que Howard Rheingold la define como el conjunto de técnicas que permiten ver a través de los ojos de una máquina, y con los movimientos naturales seguir que aquellos manipulen el mundo físico. Durante los años noventa se pensaba que la telepresencia y la realidad virtual estaban llamadas a complementarse y ser el pivote de una revolución cognitiva y de la misma economía. Ambas darían vida no solo a una nueva de operar en ambientes hostiles (centrales nucleares, profundidad de los océanos, etcétera), sino que darían paso a una nueva era de relaciones del hombre con el entorno.
Incluso en cierto momento se asoció que una de ellas, la realidad virtual, sería la solución al consumo de drogas duras ya que con ella se podría convertir los viajes psicodélicos en algo inocuo ya que se fabricarían muchos programas destinados únicamente a generar viajes similares a lo implementados por el LSD pero sin el efecto y secuelas que generan las químicas.
Sin embargo, fueron demasiadas expectativas generadas y muy magros los resultados de ambas disciplinas al grado que actualmente sus experimentos quedan como parte de una resaca y de una alucinación despertada por el auge de las nuevas tecnologías. Por eso no deja de ser curioso que ahora en plena bancarrota de la realidad virtual, la empresa Cisco ha dado vida una tecnología que, asegura, podría convertirse en el sueño de las multinacionales y sus altos ejecutivos. Con dicho término esa firma la multinacional bautiza a un sistema que es capaz de enviar la imagen de una persona, en tamaño real, a una sala situada a miles de kilómetros.
Pero por más importante que esto se quiera ver, no es más que la continuación de lo que ya se viene haciendo con las teleconferencias, pero para nada es una telepresencia o una presencia a distancia, ya que para ser eso en realidad se requeriría que la persona pudiera manipular objetos a distancia, que incluso pudiera tener una interfase multisensorial que pudiera hacer mucho más realista la telemanipulación.
El uso de las teleconferencias en el mundo empresarial e incluso el sector educativo no es nuevo, aunque la virtud de esta nueva etapa de las videcoferencias estaría en que se da vida a un sistema con alta calidad en la transmisión de imágenes, con alta definición, y que la misma fluye en verdadero tiempo real. A pesar de ello no se puede decir que estemos ante un escenario realista, ya que no se da la posibilidad interactiva entre las personas que supuestamente se esperaba daría un día la famoso telepresencia.

El reino de lo falso

La red es un espacio en donde lo falso y la piratería van de la mano. En el ciberespacio existen productos e imitaciones para todos los gustos. Allí lo mismo se puede encontrar un reloj Cartier por 75 dólares, lentes Gucci por 9 dólares, o hasta una caja de Viagra por 39 dólares… Pero todos esos productos son falsos, al grado que existen datos que indican que alrededor del 10 por ciento del comercio mundial lo conforman falsos productos.
Presas de su propia notoriedad las empresas sufren una pérdida de ingresos y, también, un deterioro de imagen y notoriedad. Las grandes empresas argumentan, sin comprobarlo, que el consumidor que compra un producto falso no regresará nunca a adquirir el producto original. Las grandes marcas invierten cuantiosas sumas para frenar la piratería, como por ejemplo Cartier quien gasta más de cuatro millones de dólares anuales para luchar contra la piratería de sus productos.
Para el consumidor un falso DVD cuesta la mitad de precio y es una buena inversión y con una baja calidad del producto. Pero para quienes se dedican a la piratería es un negocio muy rentable, de poco riesgo y se han ido especializando al grado de que combinan astucia y tecnología para dar paso a “mercancías” piratas.
Los productos pueden ser creados en una fábrica que en el día se dedica a confeccionar productos legales, pero en las noches se dedica a crear los falsos. Al mismo tiempo se emplean estrategias de diseño y materiales que los imitan casi a la perfección y a tal grado que distinguir un producto original de un falso requiere de un estudio químico para saber cuál es el verdadero, y eso no sólo en cuestiones médicas, sino también en los productos textiles.
Nuestro país es un terreno fértil para lo faso, se puede conseguir con relativa facilidad desde pasta de dientes y manzanas, hasta discos y computadoras. Internet ha sido una eficaz caja de resonancia para promocionar e incluso vender todos esos productos. Pero sin duda Asia es el principal productor de enseres piratas, sobre todo China que es la mayor fábrica de los mismos, al grado de que el 70 por ciento de mercancías falsas a escala mundial provienen de dicho país.
Por ello no es raro recibir por correo electrónico las promociones de productos estilo Viagra o Cialis a precios bajos. Ellos son ejemplo de los miles de medicamento ofertados todos los días en la red, en donde gracias a millones de mensajes se promocionan y venden infinidad de productos. A tal grado es esto que el 7 por ciento de los medicamentos a escala mundial son falsos e incluso con sustancias peligrosas. Pero todo es reflejo de que lo falso al refugiarse en el anonimato y la inmaterialidad de la red termina por convertirse en algo imparable y global.

Erotismo digital

Negar a estas alturas la presencia del erotismo y la sexualidad en línea es absurdo, sobre todo porque millones de usuarios se vuelcan con desenfreno todos los días a practicar los intercambios eróticos. Millones de usuarios frecuentan de manera cotidiana los múltiples hoteles de tránsito que se amontonan en cada esquina de un chat o en los servicios de mensajería instantánea. La fauna es diversa y los gustos lo son de igual manera, de suerte que no sólo los heterosexuales usan la red para vivir sus aventuras sexuales, sino también homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y travestis que se han apropiado de las salas del chat en México y Latinoamérica.
En nuestro entorno la revista electrónica Adonis (www,adonis.com) es un reflejo de cómo la red se ha convertido en una oportunidad para abordar la problemática homosexual y la sexualidad en su conjunto, pero reflejando como en los últimos 10 años una buena parte de la población mundial ha tenido que cambiar una buena parte de sus hábitos personales. La comercialización y masificación de internet trastocó prácticas eróticas y afectivas de infinidad de personas.
Lo curioso es que ante la avalancha de contenidos sexuales que se multiplican en la red, todavía no podamos tener un dominio exclusivamente para tales contenidos, en donde lo mismo podrían caber sitios dedicados a promocionar desinteresadamente las más disímbolas prácticas sexuales que quienes se dedican a la comercialización y explotación de las imágenes sexuales.
Es absurdo que la Corporación para la Asignación de Nombres de Dominio (ICANN), presionada por el gobierno estadunidense retrocediera en la conformación de un dominio XXX que no sólo permitiría a quienes están interesados en consumir tales contenidos hacerlo de manera mucho más fácil, sino que padres de familia y enemigos de la pornografía pudieran evitar el acceder a dichos materiales.
La ICANN no sólo hace que con tales decisiones su papel sea cuestionado, que su supuesta neutralidad en la administración de la red se vea cuestionada, sino que se pasa por el arco del triunfo una realidad: que más de la mitad de las personas que diariamente acceden a la red para usar los servicios de mensajería instantánea o los servicios de tertulia digital como los chats, se vuelcan a la red no sólo para conocer amigos, sino para trasladar a lo digital todas sus fantasías sexuales y eróticas.


Amores digitales

Buscar la media naranja en la red ya no es un tabú. Ese fenómeno alcanza a todas las edades, quienes gracias a la red conforman relaciones durables, simples aventuras o hasta son timados. A unos cuantos años de masificación de internet el fenómeno de los encuentros amorosos y los ligues en línea, han alcanzado una popularidad increíble. Cualquiera conoce hoy día a alguien que tiene algún amigo por internet, que anda en busca de amor o que de plano ya lo encontró. Se ha derrumbado el tabú de la necesidad de la presencia y del cuerpo para enamorarse. Muchas personas que mantienen una relación amorosa por la red no se conocen físicamente. Muchos otras, en cambio, están convencidas de que encontrarán a su complemento en alguna esquina de internet.
El enamoramiento por internet ya alcanza a una población amplia, ya no es como cinco años atrás cuando sólo las mujeres de entre 30 y 45 años usaban internet para encontrar alguna pareja. Hoy la usan para tal fin adolescentes, jóvenes y hasta adultos mayores. Tiempo atrás cuando uno ingresaba a los chats se encontraba sobre todo con hombres, en particular especialistas en computación, con tímidos o con exhibicionistas. Hoy, en cambio, se puede decir sin temor a exagerar que toda la sociedad está representada en la red.

Cambios de postura
También disminuye el número de usuarios que al primer contacto deciden entablar relaciones amorosas, aunque por otro lado se incrementan los usuarios que usan la red para mantener únicamente relaciones sexuales. Lo testimonian infinidad de sitios que abundan en la red dedicados a promover tales relaciones. En lo que respecta a los orientados a unir corazones, uno de los preferidos, Match.com, indica que del total de matrimonios que se dan a escala mundial ellos contribuyen con 200 mensuales.
Además, las páginas dedicadas a hacerla de “alcahuetes” sigue siendo un sector que se comporta de maravilla, ya que después del advenimiento del crack de la nueva economía a fines de la década pasada no ha frenado su crecimiento. Por lo mismo la abundante oferta de sitios promotores de los encuentros amorosos, da la sensación de que estamos ante un supermercado de relaciones amorosas.
Sin embargo, el problema es cómo encontrar el amor entre millones de perfiles, qué criterios usar para seleccionar y moverse en ese mar de oferta de necesitados de amor. Aunque algunos de los preferidos han sido los que privilegian las fotos, como es el caso de HotOrNot.com que permiten listar las fotos de los miembros por región. Si dos personas se seleccionan mutuamente, se establece el contacto. Esa fórmula tiene gran éxito en Estados Unidos, pero en la era photoshop la sinceridad de las imágenes deja mucho que desear.
Para la generación Google, habituada a las búsquedas en línea, sabe que solo bastan con algunas palabras claves para obtener un ramillete de posibilidades. Pero esa desbocada manera de precipitarse a los sitios de encuentros amorosos a colocar datos personales, apenas es el inicio de una tendencia que en el futuro se volverá mucho más masiva de lo que ya es. Al menos esa será la tónica en los países desarrollados y en los sectores medios de países como el nuestro, que usarán la red para establecer encuentros eróticos, amigables o amorosos. Por ahora lejos de aislar o uniformar a los individuos, la red ayuda a socializar. Ha auxiliado a encontrar pareja sobre todo a madres solteras que no tienen la posibilidad de salir de su casa, a persona tímidas y a separados. La red es artífice de una revolución relacional, da vida a una nueva era en los contactos y ligues.


El orgasmo vía internet


Los romanos acuñaron la palabra "sexus", aunque la función sexual se remonta a mucho tiempo atrás y todo indica que seguirá continuándose. A lo largo de la historia humana la práctica del sexo ha cambiado y en dicho proceso la tecnología ha jugado un papel importante: desde los manuscritos hasta la masificación de internet, la sexualidad ha sido alterada por las interfaces. Hoy una parte significativa de la población mundial ha encontrado en el ciberespacio un entorno perfecto para vivir su sexualidad. Sexo real o simulado siempre ha habido, pero el que se da en internet es diferente, afecta al antiguo tabú y a la virtud, a la cuestión de género y su frontera, a los pecados y a las normas, al placer y su futuro, al deseo y a la misma sexualidad.

Aproximaciones y vicios
Hoy es normal que hablemos de “intimidad conectada”, “telesexualidad”, “telepresencia erótica interactiva táctil” o “cibersexo”, para designar el amplio y discontinuo universo de interacciones sexuales desatadas a lo largo del ciberespacio. Lo evidente es que gana adeptos la sexualidad mediada por bits, a lo ancho del planeta se gestan encuentros sexuales entre dos o más personas en ese infinito lecho que es internet. La experiencia sexual simulada galopa por todo el orbe.
Algunos practicantes del cibersexo se apoyan en interfaces para lograr alcanzar de inmediato el mayor placer, a otros les es suficiente con las teclas y la imaginación. Aunque se aprecia en los últimos tiempos el crecimiento de usuarios que usan el cibersexo como medio o preámbulo para encuentros sexuales en la vida real. Hoy la fiebre por el cibersexo ya no sólo se despliega por internet, alcanza a los teléfonos celulares o asistentes personales.
Una de las variantes del cibersexo que se gesta en un ambiente de realidad virtual tiene que ver con la teledildónica, que es la interacción sexual de dos humanos por intermediación de internet y la computadora, aunque esto es más un deseo que una realidad. A pesar de que ya se pueden manejar a distancia vibradores, aún son rudimentarios los guantes o trajes sexuales. Sin embargo, que frecuentemente se hable de teledildónica es el reflejo de lo que nos depara el futuro en materia sexual. Es curioso que aún en plena edad de piedra el cibersexo despierte gran interés, anunciando que en el devenir será parte fundamental de la existencia de amplios sectores y hasta es probable que se reivindique como una más de las formas en que se reproduce la sexualidad del ser humano.
Admitamos también que el cibersexo tiene algunos adeptos fanatizados; para esos practicantes él es más interesante que una conversación en un bar. En un momento en donde proliferan las relaciones videoclip, el sexo virtual gana millones de seguidores. Mientras muchos van empujados por su ego hacia gimnasios con el fin de cultivar su cuerpo y de paso socializar y hallar compañero sexual, para prontamente percatarse que dichos espacios son cuna de narcisismos, otros más encallan en el ciberespacio dedicándose a practicar el cibersexo. En esos confines muchas personas se adentran en un gigantesco supermercado de ilusiones y de fantasías eróticas. Aunque no faltan los que caen enfermizamente en los brazos digitales y pierden toda referencia con su ambiente.
Aunque la idea de la frialdad de las computadoras está extendida, los amantes del cibersexo reflejan que por éstas e internet transitan pasiones desenfrenadas, proyectándose en ella aspiraciones y deseos eróticos. No es raro, por eso, que dos ilustres desconocidos inicien una charla en un chat a media noche y al amanecer ya tengan un ramillete de orgasmos encima. Los lugares preferidos para desplegar el cibersexo son los chats y los servicios de mensajería instantánea, en ellos las personas viven una aceleración del tiempo y una contracción del espacio por lo que los ligues se alcanzan en nanosegundos.
Es así como muchas personas empiezan a sustituir lo real por los bits, se desnudan de su pretérito y las interfaces se hunden en su piel. Ellos hablan, y las máquinas también, y el frágil narcisismo humano sufre, se acongoja y en otros casos de plano se hace el orondo ante tanta osadía. Olvidándose que eso es resultado de un largo proceso de creación de interfaces que el hombre empezó a poner en marcha desde que inventó el arco y la flecha y que ha desembocado en situaciones paradójicas como la creación de robots que son capaces de procrear.1
No es raro ver caminar y correr lúdicamente a los practicantes del cibersexo en los pasillos virtuales, con el semblante alegre varios autopromueven como expertos practicantes del tantra y aptos para hacer el amor durante varias horas. Pero no entienden que en esos confines el arma socorrida se llama imaginación, con ella los clones arman orgías que envidiaría cualquier alucinado por las novelas de Sade y otros similares que en el “colmo de la inactividad física” han alimentado un alud de “orgasmos” gracias a la fusión entre palabra escrita e imaginación.

Frente de ataque
Actualmente el cibersexo es atacado desde dos frentes, por un lado están los conservadores y religiosos que lo ven como una estructura malsana que fomenta la disolución de matrimonios, que va en contra de las buenas costumbres, por la otra están las feministas y especialistas de la conducta que lo ubican como una dimensión de poder que limita el disfrute de los derechos sexuales, que somete la sexualidad a lo clandestino. Para la segunda el cibersexo es un dispositivo de control que moldea el cuerpo de hombres y mujeres y les asigna, cual si fuesen entelequias, un papel sexual. La primera línea es comprensible, no se puede esperar otra cosa proviniendo de los grupos religiosos conservadores. En el caso de la otra, es una postura que abona, curiosamente, en favor del conservadurismo debido en gran medida al desconocimiento de lo que está en juego en el cibersexo; su postura es heredera de la teoría marxista en el sentido que la tecnología está directamente vinculada al poder.
Hoy sabemos que la sexualidad se practica de muchas maneras, la cibernética es una más, pero si no se tiene la tolerancia y respeto por la manera en que otros construyen su dimensión sexual, entonces se pronuncia en realidad por la defunción de su sensibilidad. Cuando eso sucede la persona ya se ha extraviado en el presente, no sabe qué acontece actualmente. Por eso la muerte por desfase puede ser violenta o resignada, según se quiera ver, pero es deceso al fin.
A diferencia de lo expresado por los especialistas de la conducta, el cibersexo representa un juego lúdico y erótico, más que temor ante el contacto se está ante una práctica liberada de esquemas y modelos sostenidos como únicos para ejercitar el contacto sexual. El cibersexo representa una nueva forma de opción sexual, expresa que para alcanzar el placer no existen rutas definidas. Pero sobre todo no se debe olvidar que el cibersexo es generador de sentido para sus practicantes.
Además, una buena parte no teme al cuerpo y tampoco es puro onanismo ya que en Estados Unidos y otros países el cibersexo sólo es trampolín para los contactos sexuales fuera de la red, no por algo en dicha nación se piensa seriamente en clasificar el cibersexo como un problema de salud pública, debido al afán de muchos usuarios heterosexuales y gays de concretar el mayor número de cogidas posibles vía internet, por lo cual terminan rodando cada fin de semana en camas diferentes pero sin hacer uso del condón. Sin embargo, el cibersexo tampoco ha generado, como dicen algunos fundamentalistas digitales relaciones que rompan radicalmente con las barreras raciales y los estereotipos de género, ya que ambos aspectos son nota destacada en los encuentros sexuales reales derivados del cibersexo.
Se suele ridiculizar el cibersexo porque sus practicantes no poseen ninguna información sobre las personas con las que hablan, porque ellas pueden ser del sexo contrario del que dicen tener. Pero a un segmento importante no le interesa la simulación realista, no la consideran necesaria ni la desean. Además, la recreación del otro es algo normal en los procesos amorosos fuera de la red; la historia sabe, y mucho, de enamoramientos de personas desconocidas que les fue suficiente con la palabra escrita para establecer vínculos afectivos y eróticos. En internet más de la mitad del atractivo sexual del otro radica en lo que construyen e imaginan las personas y no en lo que realmente poseen.

Frialdad entredicha
"Cuando nos introducimos a través de la pantalla en una comunidad virtual, reconstruimos nuestras identidades del otro lado del espejo",2 sostiene la psicóloga Shirley Turkle, quien ha sido pionera en el estudio de las relaciones cibernéticas. En su conocido Life on the screen ella indica que los usuarios enfundados en sus máscaras virtuales se encuentran y se separan, se enamoran y pelean, construyen y desarrollan sus fantasías, ponen en juego mecanismos psicológicos compensatorios o proyectivos.
Turkle es psicoanalista lacanania y a diferencia del grueso de sus compañeros de ruta abandonó los cartabones para sostener que si bien las relaciones sexuales digitales ocurren más en la mente que en el cuerpo, también muchas de las vinculaciones fuera de la red no serían nada de no ser alimentadas por el cerebro o nutridas por la realidad virtual que gestiona en demasía la mente.3 La relación entre personas y computadoras cambia la forma en que pensamos y sentimos. Según ella "Las pantallas son el nuevo escenario para nuestras fantasías, tanto eróticas como intelectuales".
Polémica y neofeminista, Turkle dice que si alguien no tiene correo electrónico se pone lejos de nuestros deseos y búsquedas eróticas. Y quien no está en internet se aleja todavía más. Sin autoproclamarse en la salvadora del feminismo, critica a las feministas porque se aferran al papel de víctimas al acercarse al uso de las nuevas tecnologías, ya que reducen las mismas a una conspiración masculina, por lo que las invita a abandonar esos clichés y avanzar hacia una relación menos tormentosa y dolorosa con la técnica.
Como refiere Alejandro Piscitelli,4 Turkle se dedica a investigar y, sobre todo, a trascender lo liminal. Ese concepto fue acuñado por el antropólogo Víctor Turner, con el cual describió los fenómenos y las cosas que están en transición, cuando las caducas estructuras se han derrumbado pero las nuevas no tienen aún rostro claro. La historia ha registrado estos momentos en donde “no se está ni aquí ni allá”, son periodos de gran densidad cultural, cuando todo lo viejo adquiere nuevos significados y lo nuevo derrumba lo antiguo.
Turkle, la máxima celestina de la red, indica que todo el universo de Lacan está en internet. Para ella el ciberespacio es lacaniano, está formado de nudos, tejidos de sentido, cadenas, ritos, etcétera. En ella hay fragmentación (un yo múltiple que se moldea conforme los sitios y contextos); intertextualidad (el hipertexto como vía de bifurcaciones del individuo); descentramiento (múltiples usuarios adaptados a la ilógica del ciberespacio)...

Más allá de nuestra comprensión
El cibersexo se produce y reproduce a una velocidad mayor que nuestra reflexión sobre él. Se ha convertido en cultura para millones de personas y tratando de comprenderlo intentamos interpretarnos y entender nuestro tiempo. Todo usuario de la red está involucrado en esa moratoria psicosocial generada por el universo digital y las máquinas que permiten a muchas personas alcanzar su identidad sexual y explorar su propio yo. Un proceso que tiene sus duelos y que nos negamos a asumir, pero como dice Turkle: "construimos nuestras tecnologías y nuestras tecnologías nos construyen a nosotros en nuestro tiempo. Nuestro tiempo nos hace, nosotros hacemos nuestras máquinas, nuestras máquinas hacen nuestro tiempo. Nos convertimos en los objetos que miramos pasivamente, pero ellos se convierten en lo que nosotros hacemos de ellos".
Pero tal vez lo más importante del cibersexo no está en la práctica como tal, sino en lo que simbólicamente manifiesta: es reflejo de cómo las nuevas generaciones viven su espectro erótico; es el reflejo de un deseo por domesticar, a su manera, la sexualidad. El cibersexo es la expresión de que vivimos en una sociedad electrónica, a diferencia de la era industrial, generadora de segmentación y soledad, ésta produce unidad y simultaneidad. Estamos ya en una época poscivilizatoria de comunicaciones en tiempo real, que conduce al hombre a una dimensión tribal. Al igual que en las sociedades primitivas el sexo es más laxo y menos importante. La sexualidad se desmitifica, termina el exclusivismo, la obsesión, la sacralización de lo sexual, el esencialismo heredado de la revolución sexual que deposita en el cuerpo todo el valor de la sexualidad. Se puede decir que las nuevas generaciones no son asexuadas, más bien extienden su espectro erótico, le abren nuevas dimensiones espontáneas a su sexualidad. Hoy, en la era de las redes digitales y de la realidad virtual lo importante está en la intuición, la sensibilidad y el saber liberar la propia espontaneidad.
Tenemos como satisfactores primarios de nuestros goces al sexo y al alcohol, lo que es producto de lo limitado y “condicionado” que está nuestro sistema nervioso biosocial. El espectro es muy pobre y debe ampliarse. El animal humano posee una gran versatilidad genética, por lo que el cibersexo preludia nuevas variantes sexuales que se presentarán, por ejemplo, cuando el útero pierda, en el mediano futuro, su función reproductiva.5
Internet al ser un medio para el contacto sexual, se vuelve una dimensión que revoluciona las costumbres. Evidencia que no existe una sexualidad construida por seres humanos naturales, ausentes o fuera de determinación social alguna, ya que nuestros inventos también modifican nuestros comportamientos. Todo individuo es resultado de procesos culturales específicos, el hombre al construir y significar su sexualidad no se disocia de los objetos que también construye, los cuales modifican su imaginario sexual. Pero mientras no sepamos claramente a dónde nos conduce ese pasaje liminal en el que estamos inscritos, la red es un enorme laboratorio sexual que seguirá dando de que hablar, así como afectando al deseo y la misma sexualidad.

Notas
1. Véase iblnews.com/noticias/05/128161.htm.
2. Sherry Turkle. La vida en la pantalla, Paidós, Barcelona,
3. Esta visión embona con lo expresado desde tiempo atrás por el francés Pierre Lévy. Qué es lo virtual,
4. Alejandro Piscitelli. Internet, la imprenta del siglo XXI, Gedisa, Buenos Aires, 2005.
5. FRÉDÉRIC JOIGNOT, Niños de máquina, http://www.elpais.es/articulo.html?d_date=20050612&xref=20050612elpepspor_3&type=Tes&anchor=elpportec, Madrid, 12 de junio de 2005.

Auge ambiental


La lucha por el ambientalismo tiene muchas historias y leyendas. Sus raíces se remontan a las prácticas de los indígenas que poblaron desde tiempos lejanos nuestro continente, algunos historiadores incluso fechan su arranque a partir del medioevo y otros dicen que es una cuestión mucho más cercana a nuestra época, que proviene de los efectos destructivos generados por las dos guerras mundiales que se dieron en el siglo pasado. Desde las ciencias sociales esta cuestión es tema de debate, ya desde el siglo pasado algunos teóricos de la escuela de Frankfurt habían denunciado la destrucción ecológica que para ellos era resultado del iluminismo o la modernidad. Sin embargo, es un hecho que la especificidad de dicho movimiento y pensamiento nace en los años sesenta del siglo pasado.
El punto de partida se puede fechar en 1962 con la publicación del libro La primavera silenciosa, escrito por Rachel Carson, un texto pionero que sensibiliza a la opinión pública estadunidense acerca de las agresiones químicas al entorno y que terminó por influenciar el emergente interés de diversos sectores sociales por las cuestiones del ambiente. Nueve años más tarde esto adquiriría consistencia cuando Barry Commoner da a conocer El círculo que se cierra, un texto con una fuerte crítica al desarrollo tecnológico, pero que entraña una de las mejores conceptualizaciones de la relación entre ecología (en ese entonces ubicada como medio de estudio de los ambientes naturales) y los efectos ambientales generados por el ser humano, con lo cual nace, de igual manera, la ecología como un recurso político.
Desde los años ochenta del siglo pasado los grupos ambientalistas fueron pioneros en el uso de la red, en ese entonces la vía mayoritaria que utilizaban las organizaciones para conectarse era vía correo electrónico. A partir de ese entonces ha crecido el interés que desde la década pasada adquirió dimensiones alucinantes, una de las primeras fue la Asociación para el Progreso de la Comunicación (APC: www.apc.org), que se tornó en el espacio en el cual confluyeron organismos interesados en causas tan diversas como calidad del aire, contaminación del agua o agotamiento de la misma, biodiversidad, radioactividad, calentamiento global…
En todo caso lo que refleja la red es que los ecologistas, a pesar de sus inconsistencias y contradicciones, son el asidero utópico que nos queda para pensar en luchar por un entorno sano, para tratar de que la especie tan equívoca y contradictoria que somos por lo menos pueda frenar su apetito por acabar con el medio ambiente, que esa ansia científica de dominar la naturaleza, ya denunciada por Heidegger, se frene y evitar así que las políticas de desarrollo carentes de sustentabilidad sigan causando más daños a la naturaleza.

Diversidad sexual


La diversidad es lo que se reproduce en la red, lo diferente ocupa una buena cantidad de sitios de información en el ciberespacio. Las idiosincrasias y las maneras de ser se expresan y renuevan continuamente en internet, quien se ha vuelto una arena simbólica por donde desfilan gastronomías, vestimentas, músicas y un sinfín de expresiones que hablan de cómo ser diferentes en medio de un apabullante medio globalizador por excelencia como la red.
En este concierto a favor de las diferencias sobresale el de la diversidad sexual, que de alguna manera ha venido a trastocar comportamientos de algunos usuarios, que gracias a sus periplos por la red han encontrado afinidad con ciertas prácticas a las cuales en muchas ocasiones terminan por adherirse y apoyarlas demostrando con ello que una de las zonas que con mayor frecuencia se ve sometida en la red a ser alterada es la relativa a la identificación sexual.
Giddens menciona que existe una relación directa entre los procesos de globalización de la modernidad y la intimidad, o mejor dicho que la propia dinámica de la modernidad termina por alterar o afectar la vida cotidiana y el ámbito privado. Esto es una realidad en internet, que se ha vuelto en el artefacto más económico y asequible de globalización que tiene a la mano cualquier persona, que le permite vivir su intimidad de una manera novedosa y que la pone siempre al borde del cambio.
Es un hecho que, para muchos usuarios, en el momento en que la intimidad y preferencia sexual son filtradas por los bits éstas adquieren un significado destacado, que entra en conjunción con las de otras personas, con lo que el espacio simbólico que se genera en estos intercambios da paso a una dimensión plural, en donde se articulan diferentes maneras de concebir y entender lo que es la sexualidad y la práctica sexual. Es así como entre periplos e intercambio epistolar, los usuarios están siempre expuestos a una impresionante cantidad de prácticas y creencias que regulan la actividad sexual que no está disociada del entorno cultural, pero que ponen sus creencias en una situación de validez relativa.
Sin embargo, a pesar de la cantidad de expresiones culturales y sus vasos comunicantes con las cuestiones sexuales, es claro que en la red la diversidad sexual se reduce a lo no heterosexual. No obstante que cada cultura valora y otorga mayor valía a determinadas prácticas sexuales y menosprecia a otras a partir de una específica concepción de la sexualidad, en la red los usuarios pueden encontrar una vía importante para hallar empatías, que se facilitan gracias a los chats, en donde se acude al anonimato y se genera una confianza entre los participantes para que posteriormente abandonen el clóset y den rienda suelta a su sexualidad.
No cabe duda que la red ha sido un espacio democratizador en el campo de la sexualidad, en donde se expresa que la diversidad sexual es un valor fundamental y un recurso para luchar contra todo tipo de fobias sexuales. Pero eso no termina por eliminar las disputas simbólicas de las creencias, y sin duda alguna el ciberespacio será en el devenir una mayor caja de resonancia de lo que hoy son las batallas en torno al reconocimiento de la diversidad sexual.

Brecha digital


A pesar de lo mucho que se habla de conexión lo cierto es que vivimos ya en medio de una división digital, de una brecha que se expresa en doble vía o sentido. Por un lado los conectados se separan de quienes no usan la red, en México según las cifras optimistas ya tenemos más de 20 millones de usuarios, pero dicha realidad se esfuma al momento en que el mismo INEGI reconoce que sólo dos millones 318 mil 243 hogares mexicanos tienen internet, 9 por ciento del total, muy bajo en comparación con Dinamarca que alcanza el 64.2 por ciento; u Holanda, Reino Unido, Canadá, Alemania y Estados Unidos que están arriba del 50 por ciento.
Sin embargo por el otro lado de la brecha es la que se da entre quienes únicamente se conectan a la red, y pueden intercambiar mensajes, pero no cuentan con las herramientas y elementos suficientes para explorar el ciberespacio o para sacarle mayor rendimiento a su computadora.
Y esto se refleja también a escala mundial. Es un hecho que quien no explore en la actualidad el ciberespacio se ve privado de acceder a múltiples conocimientos y de habilitarse en las nuevas competencias que se demandan en los tiempos que corren. Y si bien es cierto que a escala global el número de internautas aumenta sin cesar, todavía existen en el mundo dos mil millones de personas que carecen de electricidad y el 75 por ciento de la población del planeta no tiene acceso, o muy poco, a los medios de telecomunicación básicos.
Pero al mismo tiempo se deben contar con políticas públicas que se traduzcan en un acortamiento de la brecha cognitiva, que es mucho más honda y antigua que la misma computación e internet, lo que trae aparejado una división entre naciones y entre la sociedad misma. A la concentración de la riqueza que viven algunas naciones, como es el caso de la nuestra en donde ya tenemos al hombre más rico del planeta, se suma también una concentración del conocimiento, y en particular del de vanguardia, que incluye el manejo de las nuevas tecnologías.
Sin embargo, en el actual tratamiento que se quiere dar a la tecnología, en particular internet, y esbozado en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) de Felipe Calderón encontramos el interés por impulsar la conexión, pero nulas propuestas y plazos para que el conocimiento se vuelva una cuestión compartida, de amplio alcance y un factor de equidad. A partir de lo recién descrito vale la pena indicar que no se percibe en dicho PND una propuesta para invertir en el conocimiento, en una educación y ciencia de calidad, con lo cual se sigue poniendo en peligro el futuro del país.

Fin de la vida eterna

jueves, 3 de julio de 2008

Este día la Suprema Corte por unanimidad anuló la denominada cláusula e "vida eterna" , la declaró inconstitucional. Con esa decisión adoptada por ldicha instancia no sólo se marca el fin de un mecanismo que suministraba curules y prerrogativas a partidos que no merecían tenerlas o que no habían demostrado que realmente merecieran tenerlas. A través de alianzas se pactaban porcentajes que no se alcanzaban en los procesos electorales, o que no tenía claridad para la ciudadanía,
Es razonable que un partido que no alcanza los votos suficientes para mantener su registro lo obtenga de manera artificial, como ha sucedido hasta ahora. La decisión alcanza, también, a las entidades y eso llevará a un deceso enorme de partidos y políticos a lo largo y ancho del país.
Las elecciones de 2009 seguramente marcarán el fin de varios partidos, emergentes o pequeños. No está demás referir que en este escenario también ha sido positivo que la Comisión de Prerrogativas del IFE determinara no otorgar el registro a la Unión Nacional Sinarquista (Partido Solidaridad) y Rumbo a la Democracia, para la creación de dos nuevos partidos políticos nacionales. De acuerdo con el nuevo Cofipe ambos habían incurrido en irregularidades como efectuar algunas de sus asambleas basándose en medios corporativos. En todo caso, es de celebrar que desaparezcan varios partidos negocio,13 pero también es de lamentar que el sistema de partidos en México camine a resumirse en tres fuerzas políticas. La actual normatividad ha establecido que cada seis años se puedan crear nuevos partidos, lo que quiere decir que los próximos interesados en conformar un partido podrán hacerlo pasando el 2013 y si reúne los requisitos participarán hasta el 2015, lo que práctica

 
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