La diversidad es lo que se reproduce en la red, lo diferente ocupa una buena cantidad de sitios de información en el ciberespacio. Las idiosincrasias y las maneras de ser se expresan y renuevan continuamente en internet, quien se ha vuelto una arena simbólica por donde desfilan gastronomías, vestimentas, músicas y un sinfín de expresiones que hablan de cómo ser diferentes en medio de un apabullante medio globalizador por excelencia como la red.
En este concierto a favor de las diferencias sobresale el de la diversidad sexual, que de alguna manera ha venido a trastocar comportamientos de algunos usuarios, que gracias a sus periplos por la red han encontrado afinidad con ciertas prácticas a las cuales en muchas ocasiones terminan por adherirse y apoyarlas demostrando con ello que una de las zonas que con mayor frecuencia se ve sometida en la red a ser alterada es la relativa a la identificación sexual.
Giddens menciona que existe una relación directa entre los procesos de globalización de la modernidad y la intimidad, o mejor dicho que la propia dinámica de la modernidad termina por alterar o afectar la vida cotidiana y el ámbito privado. Esto es una realidad en internet, que se ha vuelto en el artefacto más económico y asequible de globalización que tiene a la mano cualquier persona, que le permite vivir su intimidad de una manera novedosa y que la pone siempre al borde del cambio.
Es un hecho que, para muchos usuarios, en el momento en que la intimidad y preferencia sexual son filtradas por los bits éstas adquieren un significado destacado, que entra en conjunción con las de otras personas, con lo que el espacio simbólico que se genera en estos intercambios da paso a una dimensión plural, en donde se articulan diferentes maneras de concebir y entender lo que es la sexualidad y la práctica sexual. Es así como entre periplos e intercambio epistolar, los usuarios están siempre expuestos a una impresionante cantidad de prácticas y creencias que regulan la actividad sexual que no está disociada del entorno cultural, pero que ponen sus creencias en una situación de validez relativa.
Sin embargo, a pesar de la cantidad de expresiones culturales y sus vasos comunicantes con las cuestiones sexuales, es claro que en la red la diversidad sexual se reduce a lo no heterosexual. No obstante que cada cultura valora y otorga mayor valía a determinadas prácticas sexuales y menosprecia a otras a partir de una específica concepción de la sexualidad, en la red los usuarios pueden encontrar una vía importante para hallar empatías, que se facilitan gracias a los chats, en donde se acude al anonimato y se genera una confianza entre los participantes para que posteriormente abandonen el clóset y den rienda suelta a su sexualidad.
No cabe duda que la red ha sido un espacio democratizador en el campo de la sexualidad, en donde se expresa que la diversidad sexual es un valor fundamental y un recurso para luchar contra todo tipo de fobias sexuales. Pero eso no termina por eliminar las disputas simbólicas de las creencias, y sin duda alguna el ciberespacio será en el devenir una mayor caja de resonancia de lo que hoy son las batallas en torno al reconocimiento de la diversidad sexual.
En este concierto a favor de las diferencias sobresale el de la diversidad sexual, que de alguna manera ha venido a trastocar comportamientos de algunos usuarios, que gracias a sus periplos por la red han encontrado afinidad con ciertas prácticas a las cuales en muchas ocasiones terminan por adherirse y apoyarlas demostrando con ello que una de las zonas que con mayor frecuencia se ve sometida en la red a ser alterada es la relativa a la identificación sexual.
Giddens menciona que existe una relación directa entre los procesos de globalización de la modernidad y la intimidad, o mejor dicho que la propia dinámica de la modernidad termina por alterar o afectar la vida cotidiana y el ámbito privado. Esto es una realidad en internet, que se ha vuelto en el artefacto más económico y asequible de globalización que tiene a la mano cualquier persona, que le permite vivir su intimidad de una manera novedosa y que la pone siempre al borde del cambio.
Es un hecho que, para muchos usuarios, en el momento en que la intimidad y preferencia sexual son filtradas por los bits éstas adquieren un significado destacado, que entra en conjunción con las de otras personas, con lo que el espacio simbólico que se genera en estos intercambios da paso a una dimensión plural, en donde se articulan diferentes maneras de concebir y entender lo que es la sexualidad y la práctica sexual. Es así como entre periplos e intercambio epistolar, los usuarios están siempre expuestos a una impresionante cantidad de prácticas y creencias que regulan la actividad sexual que no está disociada del entorno cultural, pero que ponen sus creencias en una situación de validez relativa.
Sin embargo, a pesar de la cantidad de expresiones culturales y sus vasos comunicantes con las cuestiones sexuales, es claro que en la red la diversidad sexual se reduce a lo no heterosexual. No obstante que cada cultura valora y otorga mayor valía a determinadas prácticas sexuales y menosprecia a otras a partir de una específica concepción de la sexualidad, en la red los usuarios pueden encontrar una vía importante para hallar empatías, que se facilitan gracias a los chats, en donde se acude al anonimato y se genera una confianza entre los participantes para que posteriormente abandonen el clóset y den rienda suelta a su sexualidad.
No cabe duda que la red ha sido un espacio democratizador en el campo de la sexualidad, en donde se expresa que la diversidad sexual es un valor fundamental y un recurso para luchar contra todo tipo de fobias sexuales. Pero eso no termina por eliminar las disputas simbólicas de las creencias, y sin duda alguna el ciberespacio será en el devenir una mayor caja de resonancia de lo que hoy son las batallas en torno al reconocimiento de la diversidad sexual.
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