A pesar de lo mucho que se habla de conexión lo cierto es que vivimos ya en medio de una división digital, de una brecha que se expresa en doble vía o sentido. Por un lado los conectados se separan de quienes no usan la red, en México según las cifras optimistas ya tenemos más de 20 millones de usuarios, pero dicha realidad se esfuma al momento en que el mismo INEGI reconoce que sólo dos millones 318 mil 243 hogares mexicanos tienen internet, 9 por ciento del total, muy bajo en comparación con Dinamarca que alcanza el 64.2 por ciento; u Holanda, Reino Unido, Canadá, Alemania y Estados Unidos que están arriba del 50 por ciento.
Sin embargo por el otro lado de la brecha es la que se da entre quienes únicamente se conectan a la red, y pueden intercambiar mensajes, pero no cuentan con las herramientas y elementos suficientes para explorar el ciberespacio o para sacarle mayor rendimiento a su computadora.
Y esto se refleja también a escala mundial. Es un hecho que quien no explore en la actualidad el ciberespacio se ve privado de acceder a múltiples conocimientos y de habilitarse en las nuevas competencias que se demandan en los tiempos que corren. Y si bien es cierto que a escala global el número de internautas aumenta sin cesar, todavía existen en el mundo dos mil millones de personas que carecen de electricidad y el 75 por ciento de la población del planeta no tiene acceso, o muy poco, a los medios de telecomunicación básicos.
Pero al mismo tiempo se deben contar con políticas públicas que se traduzcan en un acortamiento de la brecha cognitiva, que es mucho más honda y antigua que la misma computación e internet, lo que trae aparejado una división entre naciones y entre la sociedad misma. A la concentración de la riqueza que viven algunas naciones, como es el caso de la nuestra en donde ya tenemos al hombre más rico del planeta, se suma también una concentración del conocimiento, y en particular del de vanguardia, que incluye el manejo de las nuevas tecnologías.
Sin embargo, en el actual tratamiento que se quiere dar a la tecnología, en particular internet, y esbozado en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) de Felipe Calderón encontramos el interés por impulsar la conexión, pero nulas propuestas y plazos para que el conocimiento se vuelva una cuestión compartida, de amplio alcance y un factor de equidad. A partir de lo recién descrito vale la pena indicar que no se percibe en dicho PND una propuesta para invertir en el conocimiento, en una educación y ciencia de calidad, con lo cual se sigue poniendo en peligro el futuro del país.
Sin embargo por el otro lado de la brecha es la que se da entre quienes únicamente se conectan a la red, y pueden intercambiar mensajes, pero no cuentan con las herramientas y elementos suficientes para explorar el ciberespacio o para sacarle mayor rendimiento a su computadora.
Y esto se refleja también a escala mundial. Es un hecho que quien no explore en la actualidad el ciberespacio se ve privado de acceder a múltiples conocimientos y de habilitarse en las nuevas competencias que se demandan en los tiempos que corren. Y si bien es cierto que a escala global el número de internautas aumenta sin cesar, todavía existen en el mundo dos mil millones de personas que carecen de electricidad y el 75 por ciento de la población del planeta no tiene acceso, o muy poco, a los medios de telecomunicación básicos.
Pero al mismo tiempo se deben contar con políticas públicas que se traduzcan en un acortamiento de la brecha cognitiva, que es mucho más honda y antigua que la misma computación e internet, lo que trae aparejado una división entre naciones y entre la sociedad misma. A la concentración de la riqueza que viven algunas naciones, como es el caso de la nuestra en donde ya tenemos al hombre más rico del planeta, se suma también una concentración del conocimiento, y en particular del de vanguardia, que incluye el manejo de las nuevas tecnologías.
Sin embargo, en el actual tratamiento que se quiere dar a la tecnología, en particular internet, y esbozado en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) de Felipe Calderón encontramos el interés por impulsar la conexión, pero nulas propuestas y plazos para que el conocimiento se vuelva una cuestión compartida, de amplio alcance y un factor de equidad. A partir de lo recién descrito vale la pena indicar que no se percibe en dicho PND una propuesta para invertir en el conocimiento, en una educación y ciencia de calidad, con lo cual se sigue poniendo en peligro el futuro del país.
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