¿Vínculos débiles o fuertes?

domingo, 26 de junio de 2011


Cass R. Sunstein sostiene que el mayor enemigo de la democracia es la falta de pluralidad, que si los ciudadanos no son capaces de escuchar opiniones contrarias a las suyas no se puede articular un piso mínimo de entendimiento, condición necesaria de un espacio público democrático. Para él, internet no fomenta eso, porque es una región en donde las personas no deliberan o escuchan opiniones diferentes a las suyas, ya que usan la red para reforzar sus concepciones.
Es sabido que internet, y las redes sociales en especial, son homofílicas, cuna de vínculos fuertes, en donde los usuarios valoran más los contactos con quienes comparten intereses, pasiones e ideas comunes. Sin embargo, para el sociólogo Mark Granovetter el acceso a información rica está en los vínculos débiles.
Granovetter define como vínculos fuertes los que se dan entre familiares, amigos cercanos, colegas o compañeros de trabajo, con quienes hay mayor proximidad. Por su parte los débiles son los fortuitos e incluso los que no se repiten. Para Granovetter, en los segundos están la mayor riqueza informativa y el mayor potencial de conocimiento. Mientras los vínculos fuertes forman parte de lo conocido, de un mismo universo de elementos que uno previamente comparte, los débiles, al provenir de personas no conocidas, son los que generan riqueza y pluralidad.  
De acuerdo con eso, la construcción de ciudadanía y de un entorno democrático plural lleva a estar expuestos regularmente a nuevos hechos y opiniones diversas a las que uno sostiene. Pero optar siempre por los vínculos débiles no es la solución (como lo refieren Sinan Aral y Marshall W. Van Aistyne), ya que la precaria riqueza de la información obtenida es resultado de la poca frecuencia de los intercambios entre las personas y, sobre todo, de la postura de las mismas ante la diversidad de puntos de vista.
Por eso tal vez el problema no es tanto la endogámica vida social que llevamos en internet, y fuera de ella, sino la actitud de pensar que nuestros puntos de vista son los verdaderos o los más pertinentes, de no aceptar la diversidad de opiniones o de no contrastar puntos de vista y no entender que eso es el rasgo esencial de la vida democrática. Y en tal sentido eso no tiene mucho que ver con los vínculos débiles o los fuertes o con internet como dice Sunstein.   
Publicado en Milenio

Twitter, arma revolucionaria

viernes, 25 de marzo de 2011


En días pasados se habló mucho de que Twitter no funcionaba en Cuba, que los usuarios de esa isla no podían enviar mensajes a dicha red social a través de sus celulares. Después de que blogueros y usuarios cubanos manifestaron su molestia por eso, representantes del gobierno cubano señalaron que ellos no eran responsables de tal situación; casi de inmediato Twitter dijo que efectivamente las fallas no se debían a un bloqueo de las autoridades cubanas sino a problemas entre operadoras telefónicas, para después, sin muchas aclaraciones, habilitar de nuevo el servicio de envíos por celular desde Cuba a Twitter. 
No queda claro si Twitter rehabilitó el servicio por voluntad propia o por petición del gobierno estadunidense quien considera al servicio de esa red fundamental para acelerar el cambio democrático en Cuba. Además, en caso de haberlo hecho no sería la primera ocasión que interviniera el Departamento de Estado de Estados Unidos para que Twitter modifique su política, ya que lo hizo en el pasado proceso electoral en Irán cuando dicha instancia le exigió a los representantes de la red social reparar sus servidores para no interferir en la circulación de mensajes de los opositores al presidente iraní Ahmadineyad.
Pero también otras empresas cambian sus políticas por petición de los gobiernos. Es el caso de la canadiense RIM, fabricante de los Blackberry, quien parece haber decidido plegarse a las exigencias de las policías y servicios secretos de diversos gobiernos y así poder seguir operando en los mismos. Como Google, Microsoft o Nokia, RIM antepone el negocio a la protección de datos de sus usuarios. Todo indica que RIM está dispuesta a llevarse los servidores de su servicio telefónico a cada país, como sucederá en Emiratos Árabes Unidos, para que la policía secreta de los mismos pueda hurgar en los datos encriptados de su Blackberry.
No sorprende nada el papel de esas empresas, porque está claro que su objetivo no es hacer una revolución popular, y puede ser que nos parezca escandaloso y hasta inmoral su actitud, pero no más que la de otras firmas que operan en el tercer mundo y se enriquecen a costa del trabajo infantil o exponiendo a sus empleados a extenuantes cargas laborales.

Publicado en Milenio

Religiones paganas

Las emergentes tecnologías de comunicación han multiplicado la posibilidad de exponenciar los credos e inclinaciones religiosas. Hoy existen religiones lo mismo para los amantes de la biología que el fútbol o para quienes se consideran intelectuales o amantes del sexo. Nada escapa a ser tema de adoración.
Con el advenimiento del racionalismo se pensó en un crecimiento imparable del mundo secular que minaría la irracionalidad de la cultura humana representada por las cuestiones religiosas. Pero la World Christians Database (goo.gl/ggnN) refiere que sólo el 12.7 por ciento de la población mundial es no creyente y los credos han ganado en diversidad, de suerte que actualmente existen más de 9 mil religiones a escala planetaria. Sin embargo, en el rubro de las nuevas religiones, no se toman en cuenta una serie de credos no paganos que se han propalado en los últimos años.
Un de esos credos singulares lo inició TerenceMcKenna, un alucinado que forma parte de ese mar de orates que abundan en la sociedad estadunidense y que permiten a cualquier extravagante devenir en profeta. McKenna fue un etnobotánico seguidor del doctor Robert Gordon Wasson y sus investigaciones con hongos alucinógenos. En 1971, durante un viaje a Chorrera, Colombia, McKenna y su hermano Dennis tomaron una droga usada por los chamanes, la ayahuasca, que le permitió entrar en contacto con los "espíritus de la naturaleza", los "elfos", una especie de aliens. Durante “el viaje”, Terence recibió la revelación sobre la naturaleza del tiempo o yi-king.
Para McKenna no vivimos en un tiempo lineal, éste se conforma de diferentes olas temporales que se van a conjuntar el 21 de diciembre de 2012 para abrir camino al escaton o fin de la historia. Pero, a diferencia de la teología cristiana, el escaton es una oportunidad para la humanidad, la cual es resultado de la aceleración con que se presentan los avances tecnológicos. Justo cuando concluya el calendario maya se producirá un cambio radical que será la oportunidad para que los humanos alcancen el paraíso individual.
La presencia de McKenna en la red no sólo está en las páginas que le rinden tributo y en sus fieles seguidores, sino en una serie de programadores que, inspirados en sus profecías, han dado paso a programas que intentan unir chamanismo y nuevas tecnologías y en espacios en donde tales aspectos son discutidos con el fervor propio de un manicomio.

Utopia electrónica


Interesada en socializar información, converger en temas de interés comunitario y personal, amén de conformar redes ciudadanas en torno a diferentes tópicos, la longeva Whole Earth ´Lectronic: Conexión electrónica de toda la tierra y mejor conocida como Well es buen antecedente de las redes sociales.
Lanzada hace 25 años por Larry Brilliant y Stewart Brand, su surgimiento se dio en medio de un optimismo por su papel social. La historia de Well está relatada en un extraordinario libro escrito por Howard Rheingold, Comunidad Virtual, en donde refiere que dicha comunidad virtual era la protagonista del nacimiento de una sociedad universal basada en las interacciones digitales y la solidaridad.
Lo que hoy conocemos como redes sociales fue vista por Rheingold. Para él, Well era la semilla de algo que pronto se concretaría: una inmensa red social universal basada en un tejido de interacciones fluidas que permitirían compartir infinidad de aspectos e incluso de revolucionar el espacio público.  
Entre la vetusta Well y las vigorosas y masivas redes como Facebook, MySpace o Twitter, hay una cosa que sigue presente e incluso se remonta hasta antes de Well con las primeras redes electrónicas como la extinta Resource One: que internet es una potente dimensión para las libertades políticas y la democracia, para el empoderamiento ciudadano y para transparentar la gestión pública y el destino de los recursos del contribuyente.
Conforme transcurre el tiempo la idea se reactualiza, numerosas comunidades sintéticas aparecen y nuevos usuarios o generaciones hacen uso de la red, por lo que tal perspectiva se alimenta. Pero la historia nos enseña que el empoderamiento ciudadano a gran escala se logra en situaciones y/o contextos específicos.
Hasta las sociedades más democráticas no tienen todo el tiempo al grueso de sus ciudadanos pidiendo rendición de cuentas a sus políticos o funcionarios gubernamentales. Por supuesto que esa situación no invalida el intento por promover en nuestro entorno el uso de internet y las redes sociales para tales fines. Pero es así porque es válido para un sector, porque es nuestro ideal y una causa que buscamos para impedir el hundimiento de una utopía en donde la tecnología sirva para construir un mundo mejor.

Palabras y patentes

viernes, 4 de febrero de 2011


La lucha por los derechos de propiedad intelectual o de autor tiende, en ocasiones, a emular las batallas libradas por los grupos fundamentalistas o viceversa. En Malasia, por ejemplo, el gobierno impide a grupos cristianos usar el término Alá como traducción de Dios. Y la disputa se traslada a los tribunales para dirimir si tienen derecho a usarla.
Hoy vivimos una época regida por el individuo y lo propio, característico de la era de las marcas, las patentes y la inexorable y perenne apropiación de los signos. Las ideas hoy valen mucho menos que las palabras concretas, que son las que incluso respaldan las grandes estrategias mercantiles globales.  
Parece que el tiempo le ha dado la razón a lo nominalistas que decían que las ideas eran sólo ilusiones. Hasta ahora, y a pesar de que pulule el discurso de que en los tiempos que corren el conocimiento es el gran pivote de las economías, lo cierto es que las ideas que éste genera no se pueden patentar (por lo menos hasta este momento) sino sus síntesis de aplicación. Es por eso que más que ideas o teorías se puede patentar un nombre y pasar a ser propietario del uso comercial del mismo.
De esa manera, los individuos son dueños de la palabra “apple” o “ventana”, por ejemplo, y a tal grado ha llegado esa apropiación que la misma Google vende, vía subastas, palabras clave que pueden servir para comercializar prácticas o productos. El éxito creciente de la propiedad intelectual y de la “apropiación” vertiginosa de términos de uso común, que eran patrimonio global, testimonia esa acelerada y creciente adjudicación de vocablos y palabras que carecían de propietarios.
En la actualidad se multiplican acuerdos globales que, en nombre de los derechos de propiedad intelectual, benefician los intereses de las grandes corporaciones. Hoy, es cierto, que lo común y lo universal ya no gozan de glamur alguno y quien se pronuncie por ello puede ser tachado de un comunista desfasado. En los tiempos que corren, el fundamentalismo en torno a la propiedad intelectual se ha matrimoniado con una especie de nominalismo conservador para descartar el sentido de la propiedad común, construyendo murallas con palabras patentadas o alrededor de las mismas.

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El Leviatán de la seguridad


Desde varios frentes se vulneran hoy los derechos de los usuarios de internet. Estos ataques que se propagan a escala global proceden de los países desarrollados. Entre los principales están la seguridad (al que nos referiremos aquí), la lucha contra la piratería y la puesta en marcha de una política para erosionar el principio de neutralidad de la red.
La cuestión de la seguridad es “reciente”, se intenta poner en marcha por ahora en Estados Unidos y en nombre de la seguridad del gobierno de dicha nación se quieren emplear backdoors (“puertas traseras”) para espiar el uso que hacen los usuario de internet. Con ese término se alude a una secuencia específica en el código de programación que permite acceder al sistema y evitar los mecanismos de seguridad.
El Center for Democracy & Technology indica que en Estados Unidos esa demanda proviene del FBI, que en nombre de la protección contra el terrorismo quiere obligar a todos los proveedores de servicios de internet (PSI) a crear backdoors, con el fin de que los cuerpos de seguridad tengan acceso a las redes enlazadas a internet, a los sistemas y a todas las comunicaciones generadas e intercambiadas por las personas en la red.
Pero los sistemas desprotegidos son una invitación generosa a hackers, piratas y cuerpos de seguridad cibernéticos de otros gobiernos, un ejemplo de eso es el famoso virus Stuxnet. Es un hecho que cuando se instalan más vías de acceso o penetración en los sistemas de cómputo, o cuando más frágil o menos controladas son las entradas a los mismos, más vulnerable se torna la seguridad global. La medicina se puede volver la peor enfermedad.
Podemos imaginar que si el gobierno estadunidense obliga a todos los PSI de su territorio a instalar dicho esquema de acceso, de inmediato se contagiarán otros países con esa idea, como ya sucede en Europa. Pero todo endurecimiento de las políticas “de interés nacional”, destinadas a disminuir la protección de la vida privada de los ciudadanos corre el riesgo, a mediano plazo, de volverse en contra de su propósito inicial creando una especie de leviatán con un poder sin límites, no sobre los delincuentes sino sobre todos los ciudadanos. 

Publicado en Milenio

 
Creada por laeulalia basada en la denim de blogger.