Caso Snowden

viernes, 26 de julio de 2013

Sin duda las filtraciones de Snowden han generado un terremoto a escala planetaria. Sus continúas declaraciones han puesto en evidencia que las nuevas tecnologías facilitan la vigilancia de los ciudadanos y el filtrado de contenidos. Pero de este escándalo global podemos sacar ya algunas conclusiones.

Que el escándalo ocasionado en los usuarios y la opinión pública no deja de ser extraño porque era de ingenuos no imaginarse que el espionaje que hace China, Laos y otros países de las redes sociales e internet no lo hiciera Estados Unidos.

Que si bien Estados Unidos ha puesto en marcha un sistema de espionaje global de internet, también es cierto que en muchas naciones su sistema de seguridad e inteligencia no prescinden del uso de tecnologías para espiar conversaciones digitales de sus ciudadanos, violentando con ello los derechos fundamentales de sus ciudadanos.

Que todas las grandes firmas de las nuevas tecnologías son muy dóciles al gobierno estadunidense, que se han prestado a cooperar con la vigilancia violentando la confianza que sus usuarios han depositado en ellas.

Que las nuevas industrias culturales operan con una doble moral, por un lado dicen defender la libertad de expresión pero al momento de defender su modelo de negocio se resquebraja tal postura.

Que la defensa de la privacidad únicamente es sostenida por un sector de usuarios de las redes, ya que muchos de los usuarios de las redes sociales fincan su presencia en las mismas justamente exhibiendo su intimidad.

Que la erosión de lo íntimo en el presente parece ser una continuación del valor de la privacidad que se inauguró en el siglo XVIII.

Redes sociales y democracia

miércoles, 17 de julio de 2013

Ya se ha vuelto normal que las redes sociales jueguen un papel importante en el surgimiento de las grandes movilizaciones y en su prolongación en el tiempo. Así se ha corroborado en diversas naciones como España, Estados Unidos, Egipto o Turquía, donde el uso de dichos medios de comunicación ha sido esencial para articular y desplegar las movilizaciones.

Siguiendo a Manuel Castells esto es reflejo de que vivimos en una sociedad red. La conjunción de diversos dispositivos de conexión a internet no sólo da vida a un nuevo ecosistema de comunicación, sino que éste es fundamental en la conformación de la organización de las sociedades actuales, convirtiéndose en una dimensión que articula procesos sociales, refleja los intereses colectivos y las emergentes prácticas culturales.

La sociedad red ha generado una cultura digital que si algo la define es que las personas entran, a través de diversos dispositivos de conexión, en interacción directa, sin intermediarios, convirtiendo al ciberespacio en una especie de neuromediador en donde las personas construyen una dimensión poblada de redes sociales que se han tornado en un termómetro de la voluntad colectiva.

Una medida gubernamental que lesiona los intereses de la ciudadanía puede dar paso, de inmediato, a su rechazo en las redes sociales, en algunas ocasiones eso sólo se queda en una catarsis colectiva digital, pero en otras esa toma de conciencia e indignación puede conducir a las personas a hacer patente su rechazo en las calles, como ha sucedido recientemente en Turquía o en Brasil.

En los tiempos que corren, la cultura digital alcanza a una buena porción de ciudadanos, por lo cual no es raro que de la noche a la mañana las críticas a los gobiernos y las convocatorias anónimas a manifestarse se traduzcan en una reflexión colectiva que conduce contagiosa y viralmente a protestas masivas que lo mismo pueden prolongarse o ser de corta vida.

En todo caso lo cierto es que esas expresiones son el reflejo de una inteligencia colectiva que manifiesta la ausencia de centros neurálgicos de coordinación de dichos movimientos, pero que son la expresión de una renovación de la democracia que hace obsoletos los viejos esquemas de organización social y política.

 
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