Los vaivenes de El País

viernes, 22 de julio de 2005

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La presencia de los diarios en Internet se caracteriza por la contradicción y las improvisaciones. Hoy día prácticamente cualquier periódico del planeta tiene página Web, pero el grueso carece de estrategias sólidas para combinar su presencia en el ciberespacio con la generación de ingresos. La línea la marcan los medios anglosajones; sus políticas han sido replicadas por infinidad de medios del primer y tercer mundo.
Según Zenith Optimedia (www.zenithoptimedia.com), viviremos un periodo estable de adquisición de publicidad en medios, en el que Internet tendrá en 2005 un crecimiento de 9%, con tendencia a incrementarse hasta 17% en 2007. Por ello, medios que en el pasado hicieron caso omiso del tráfico o no supieron traducirlo en ingresos, que optaron por cobrar sus contenidos, empiezan a cambiar de parecer.
Un caso ejemplar es El País, que acaba de dar un giro sustancial en su política de acceso a su sitio, al hacer gratuito parte importante del mismo. Tres años después de haber puesto en marcha su modelo de cobro, ha decidido abandonarlo y es factible que no haya dejado satisfecho a muchos de sus suscriptores por la manera en que se efectuó tal viraje. El País es reflejo de cómo algunos medios son buenos para evaluar lo que acontece fuera de su casa, pero para lo que ocurre en su interior únicamente hay olvidos y soslayos.
Los directivos de ese medio español no hicieron alguna autocrítica de su modelo de cobro lanzado en noviembre de 2002 que no funcionó, lo que provocó que su presencia en la red se diluyera. Según ellos alcanzaron un tráfico aproximado de 1.7 millones de visitas mensuales, datos que por cierto no cuentan con el respaldo de algún organismo que los audite y certifique. De los 450 mil suscriptores solamente 42 mil fueron de pago, algo muy pobre si se compara con la cuantiosa inversión hecha en el mismo periódico y en la televisión española. Mientras, el ingreso por publicidad en Internet apenas llegó a 1% del total de facturación, lo que representa una cifra muy por debajo de la media a escala internacional.

Inconsistente y pragmático
Lo que un día fue calificado por algunos de un paso arriesgado pero congruente con la visión empresarial de un medio de vanguardia, ha sido en realidad inconsistente y pragmático. El País ilustra que los movimientos y toma de decisiones sobre el modelo de cobro no fueron algo meditado, y no se reparó mucho en los efectos. Aunque estos cambios eran esperados, porque en Estados Unidos los grandes medios impresos ya caminan hacia la conformación de esquemas mixtos, hacia un negocio que combine contenidos gratuitos y de pago con el fin de generar el mayor tráfico posible para capitalizarlo a través de venta de publicidad. Ejemplos de eso son Los Angeles Times que dio marcha atrás a sus contenidos de pago y el propio Wall Street Journal que, con más de 700 mil suscriptores, ha abierto su página a la gratuidad y The New York Times va en esa dirección.
Sin duda desde México el cambio de rumbo de El País puede tener efectos porque es referencia en el mundo de habla hispana. No sería extraño si en pocos meses más vemos que medios como Reforma y Milenio ofrecen parte de sus contenidos de manera gratuita.

Publicado en revista etcétera, julio de 2005.

Las mentiras de la usabilidad

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El término no existe en español, pero se usa frecuentemente para describir el carácter accesible y flexible de una tecnología, su facilidad para ser usada por cualquier persona, incluso por las que ni siquiera saben de su existencia. Nos referimos al término “usabilidad”, que forma parte de la avalancha de conceptos importados del inglés y que en este caso sirve para referirse a una de las características que deben reunir las nuevas tecnologías y que se considera vital para dar vida a un nuevo esquema de relaciones sociales. Aunque el calificativo sea usado para describir los sitios web, en realidad es extensible a todas las nuevas tecnologías de comunicación. Para el especialista Jacob Nielsen la “usabilidad” es un derecho de los usuarios de las tecnologías de punta y según él se resume en cuatro aspectos:
1) El derecho de los usuarios a tener primacía por encima de la tecnología; si existe conflicto entre la tecnología y el ser humano, la primera debe adaptarse. 2) El derecho a la habilitación: los usuarios tienen derecho a conocer los procesos y a estar en posibilidades de dominar los resultados derivados de los mismos. 3) El derecho a la simplicidad: los usuarios deben poder explotar su material con el mínimo de complicaciones. 4) El derecho al respeto del tiempo: las interfaces mal concebidas hacen perder un tiempo precioso a las personas.

Intereses al revés
Pero en la práctica tales derechos son socavados porque la lógica que impera en la fabricación de los productos soslaya con frecuencia tales aspectos. Abundan los productos promovidos como la última maravilla ergonómica y de “usabilidad”, pero que en los hechos son lo contrario. En el caso de las telecomunicaciones es en donde hemos vemos esos equívocos.
Como ejemplo están los teléfonos celulares, las empresas de manera fantasiosa extrapolaron los usos de la telefonía 3G, se magnificó la tecnología WAP, olvidándose del papel de los usuarios, que al final son quienes con sus dinámicas adoptan las innovaciones o las rechazan. Así se elevaron a los cielos las bondades de los hotspot o puntos de acceso (access point) ofrecidos por los proveedores de internet inalámbrico. Se pensaba que los hotspot ubicados en lugares públicos (centros comerciales, bibliotecas, cafeterías...) revolucionarían las comunicaciones, pero las personas usuarias de las nuevas tecnologías los rechazaron, los consideraron inadecuados, por lo que tales sitios de conexión han desaparecido.
Hoy vemos una nueva algarabía con los celulares, tal vez los medios que poseen mejor “usabilidad”. Se pondera su contribución social en los atentados terroristas de Londres, su matrimonio con internet para difundir fotos y videos tomados con dichos aparatos por varios usuarios en el lugar mismo de los atentados. El uso de los celulares en situaciones de desastre o en movilizaciones políticas es conocida, pero su contribución se magnifica al pensar que las próximas innovaciones en la tecnología ya no serán productos o aparatos sino movimientos sociales, o de que el teléfono celular se convertirá en realidad en la herramienta maestra que lo mismo sirva para comunicarse, tomar fotos y videos, escuchar música, que la llave de la casa, la contraseña para abrir los automóviles, o que sea una tarjeta de crédito y hasta un pasaporte. Se olvida que la mayor cantidad de mensajes SMS que circulan son únicamente para cuestiones que nada tienen que ver con aspectos sociales. Es muy pronto para vaticinar que la usabilidad de los celulares renovará la vida en común, en unos cuantos años más sabremos si se consolidad como interfase apta para construir lo público, o si no queda sólo como una moda.
Publicado en el diario Milenio, 17 de julio 2005.
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Gibson y el ciberespacio

textoalternativoNo es la mejor en estilo ni la más extraordinaria en innovaciones, pero sí la que mejor ha sabido dibujar los tiempos dominados por el ciberespacio y los cambios que se avecinan en esa dimensión digital. Hablamos de la narrativa de William Gibson que ha sido fundamental para que las múltiples tribus que habitan el ciberespacio encuentren en su obra una guía para reproducirla en la red y para imitar las aventuras de sus personajes.

Gibson hizo con su obra que muchas personas se volvieran asiduas al ciberespacio, que fuera menos doloroso y confuso su proceso de exploración, haciendo normal que en un servicio de mensajería se pueda aparecer como ausente estando presente, como ocupado cuando en realidad no es cierto y convirtiendo a todo usuario de la red en un voyeur en potencia. Originario de Myrtle Beach, Carolina del Norte, Gibson tiene 57 años y es prácticamente una referencia obligada cuando se quiere conocer qué es el ciberespacio.
Al cumplir la mayoría de edad no sólo se quedó sin sus padres sino que debió abandonar Estados Unidos y refugiarse en Canadá para escapar del ejército estadunidense y evadir la guerra de Vietnam. Desde ese entonces nació su interés por la ciencia ficción y en julio de 1984 apareció su primera novela, Neuromante, en donde el autor da vida a un nuevo género, el ciberpunk, en donde combina la panoplia habitual de la ciencia ficción con las tecnologías emergentes como internet y la realidad virtual.

Aparición del ciberespacio
Gibson acuñó en Neuromante el terminó ciberespacio, que ha servido para designar esa dimensión intangible que conforman las innumerables redes electrónicas que constituyen internet. La influencia de Gibson en ese nuevo continente, la red, es tan grande que prácticamente es un héroe para muchas de las tribus que lo habitan, e incluso sin su narrativa hubiera sido imposible la filmación de la exitosa zaga de Matrix.
La obra de Gibson está empapada de la tradición apocalíptica de la ciencia ficción, describe un mundo dominado por grandes corporaciones, con hackers y fanáticos de las computadoras que han trasladado prácticamente su cerebro al silicio o transportado sus neuronas a un disco duro, de agentes inteligentes paranoicos e inteligencias artificiales psicológicamente perturbadas. A pesar de que para muchos amantes del ciberpunk Gibson es un referente, para el escritor esa situación no es de su agrado y dice al respecto: “se me ha colgado la etiqueta de ciberpunk, pero los “Gibson” que he encontrado en la web en ocasiones no tienen nada que ver conmigo, con lo que soy verdaderamente. Incluso, en ocasiones esos “Gibson” viven su vida de manera muy independiente”.
Hoy la narrativa de este escritor ha tenido una gran influencia no sólo en autores de ciencia ficción de los años ochenta, sino también en los de tendencia biopunk de los años noventa, que son partícipes de un mundo dominado por modificaciones genéticas y biotecnológicas. A pesar de que actualmente el autor gusta de usar su blog para opinar sobre diversos tópicos de actualidad, lo cierto es que sus opiniones ya no son tan influyentes. A pesar de eso permanecen actuales sus opiniones de que la red es una representación gráfica de datos extraídos de las memorias de todas las computadoras del planeta; de que el ciberespacio es un sistema complejo, una dimensión dominada por el caos y en donde las constelaciones de datos, que circulan diariamente por ella, conforman un espacio con luces similares a las que se presentan por las noches en las grandes metrópolis, pero que pueden ser letales para la existencia de las empresas y los seres humanos mismos.
Publicado en el diario Milenio, 10 de julio 2005.
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Ecología, libros y computadoras

viernes, 8 de julio de 2005

textoalternativoFelices se ponen muchos amantes de los libros en formato convencional cuando se habla de la edición electrónica, se mofan de las predicciones desacertadas sobre la muerte del papel anunciadas tiempo atrás por los ayatolas de las nuevas tecnologías. Hasta se dan el lujo de recordar con sorna que el mismo Bill Gates profetizó la desaparición del papel en las oficinas y que para sorpresa de él las nuevas tecnologías vinieron a incrementar su consumo con la impresión de correo electrónico, archivos pdf, páginas web, etcétera.

Una buena parte de usuarios de las nuevas tecnologías necesita leer en papel, porque le es más fácil para su lectura, para encontrar de un vistazo las partes que le interesan, para marcar con la pluma o el lápiz los cambios en los textos o para destacar determinados párrafos. Esto es así porque el libro electrónico es un lastre aún y porque somos animales de costumbres y esos hábitos permanecerán por un buen tiempo, sobre todo mientras no se cuente con interfaces que permitan una lectura cómoda y parecida a la efectuada en soporte de papel.
El problema es que la computación en vez de suponer una mejora del entorno, una contribución para paliar los daños ecológicos, en realidad ha terminado por generar mayores repercusiones ambientales. Ambos bandos, el de los defensores de las nuevas tecnologías y los del papel y el libro, quieren únicamente defender sus pasiones y gustos, olvidándose que las dos modalidades tienen efectos dañinos en el ambiente.

Los daños al entorno
Miguel de Unamuno decía que “Hubo árboles antes que hubiera libros, y acaso cuando acaben los libros continúen los árboles. Y tal vez llegue la humanidad a un grado de cultura tal que no necesite ya de libros, pero siempre necesitará de árboles, y entonces abonará los árboles con libros”. Pero más allá de esta frase lapidaria, lo cierto es que la relación entre libros y árboles no es nada halagüeña. Sólo debemos recordar que un tiraje de tres mil libros requiere de la tala de unos 600 árboles, lo que implica que a lo largo y ancho del planeta el sector editorial es partícipe de una buena destrucción de árboles. Cuestión que se acentúa por la carencia de una política de reciclaje del papel para dicha industria.
Pero del otro lado la cuestión tampoco es para celebrar como lo indica la Silicon Valley Toxics Coalition quien estima que entre 1997 y 2007 se descartarán 500 millones de computadoras sólo en Estados Unidos, que son equivalentes a más de 10 toneladas de chatarra. Esto es el resultado de la pronta obsolescencia de los equipos, que cada dos o tres años se actualizan, por lo que anualmente toneladas de equipos de cómputo, periféricos o consumibles se vuelven desechos. Hasta ahora no existe casi en ningún país del mundo una política de reciclaje de equipos.
El problema es que la corta vida de dichos equipos se ha convertido en un problema ambiental de gran magnitud que los países industrializados han tratado de resolver enviando su basura electrónica al tercer mundo. Si bien por un corto lapso tales equipos pueden ser de utilidad para las naciones en vías de desarrollo, cuando tienen que desecharlos éstos se convierten en un duro problema de contaminación por los materiales altamente tóxicos que contienen y que al tirarse contaminan el agua y la tierra.
La lucha por tener un ambiente sano obliga a pensar en que el sector editorial use papel reciclado, que la biotecnología avance en el descubrimiento que permita el crecimiento rápido de los árboles, y que la industria de la computación elabore equipos de cómputo y periféricos con nuevos materiales respetuosos del ambiente, pero mientras eso se hace realidad lo urgente es donar, reusar y reciclar los materiales de cómputo con el fin de atenuar lo más posible esta peligrosa basura que inunda al mundo entero.
Publicado en el diario Milenio, 3 de julio 2005.
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