El término no existe en español, pero se usa frecuentemente para describir el carácter accesible y flexible de una tecnología, su facilidad para ser usada por cualquier persona, incluso por las que ni siquiera saben de su existencia. Nos referimos al término “usabilidad”, que forma parte de la avalancha de conceptos importados del inglés y que en este caso sirve para referirse a una de las características que deben reunir las nuevas tecnologías y que se considera vital para dar vida a un nuevo esquema de relaciones sociales. Aunque el calificativo sea usado para describir los sitios web, en realidad es extensible a todas las nuevas tecnologías de comunicación. Para el especialista Jacob Nielsen la “usabilidad” es un derecho de los usuarios de las tecnologías de punta y según él se resume en cuatro aspectos:
1) El derecho de los usuarios a tener primacía por encima de la tecnología; si existe conflicto entre la tecnología y el ser humano, la primera debe adaptarse. 2) El derecho a la habilitación: los usuarios tienen derecho a conocer los procesos y a estar en posibilidades de dominar los resultados derivados de los mismos. 3) El derecho a la simplicidad: los usuarios deben poder explotar su material con el mínimo de complicaciones. 4) El derecho al respeto del tiempo: las interfaces mal concebidas hacen perder un tiempo precioso a las personas.
Intereses al revés
Pero en la práctica tales derechos son socavados porque la lógica que impera en la fabricación de los productos soslaya con frecuencia tales aspectos. Abundan los productos promovidos como la última maravilla ergonómica y de “usabilidad”, pero que en los hechos son lo contrario. En el caso de las telecomunicaciones es en donde hemos vemos esos equívocos.
Como ejemplo están los teléfonos celulares, las empresas de manera fantasiosa extrapolaron los usos de la telefonía 3G, se magnificó la tecnología WAP, olvidándose del papel de los usuarios, que al final son quienes con sus dinámicas adoptan las innovaciones o las rechazan. Así se elevaron a los cielos las bondades de los hotspot o puntos de acceso (access point) ofrecidos por los proveedores de internet inalámbrico. Se pensaba que los hotspot ubicados en lugares públicos (centros comerciales, bibliotecas, cafeterías...) revolucionarían las comunicaciones, pero las personas usuarias de las nuevas tecnologías los rechazaron, los consideraron inadecuados, por lo que tales sitios de conexión han desaparecido.
Hoy vemos una nueva algarabía con los celulares, tal vez los medios que poseen mejor “usabilidad”. Se pondera su contribución social en los atentados terroristas de Londres, su matrimonio con internet para difundir fotos y videos tomados con dichos aparatos por varios usuarios en el lugar mismo de los atentados. El uso de los celulares en situaciones de desastre o en movilizaciones políticas es conocida, pero su contribución se magnifica al pensar que las próximas innovaciones en la tecnología ya no serán productos o aparatos sino movimientos sociales, o de que el teléfono celular se convertirá en realidad en la herramienta maestra que lo mismo sirva para comunicarse, tomar fotos y videos, escuchar música, que la llave de la casa, la contraseña para abrir los automóviles, o que sea una tarjeta de crédito y hasta un pasaporte. Se olvida que la mayor cantidad de mensajes SMS que circulan son únicamente para cuestiones que nada tienen que ver con aspectos sociales. Es muy pronto para vaticinar que la usabilidad de los celulares renovará la vida en común, en unos cuantos años más sabremos si se consolidad como interfase apta para construir lo público, o si no queda sólo como una moda.
Publicado en el diario Milenio, 17 de julio 2005.
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1) El derecho de los usuarios a tener primacía por encima de la tecnología; si existe conflicto entre la tecnología y el ser humano, la primera debe adaptarse. 2) El derecho a la habilitación: los usuarios tienen derecho a conocer los procesos y a estar en posibilidades de dominar los resultados derivados de los mismos. 3) El derecho a la simplicidad: los usuarios deben poder explotar su material con el mínimo de complicaciones. 4) El derecho al respeto del tiempo: las interfaces mal concebidas hacen perder un tiempo precioso a las personas.
Intereses al revés
Pero en la práctica tales derechos son socavados porque la lógica que impera en la fabricación de los productos soslaya con frecuencia tales aspectos. Abundan los productos promovidos como la última maravilla ergonómica y de “usabilidad”, pero que en los hechos son lo contrario. En el caso de las telecomunicaciones es en donde hemos vemos esos equívocos.
Como ejemplo están los teléfonos celulares, las empresas de manera fantasiosa extrapolaron los usos de la telefonía 3G, se magnificó la tecnología WAP, olvidándose del papel de los usuarios, que al final son quienes con sus dinámicas adoptan las innovaciones o las rechazan. Así se elevaron a los cielos las bondades de los hotspot o puntos de acceso (access point) ofrecidos por los proveedores de internet inalámbrico. Se pensaba que los hotspot ubicados en lugares públicos (centros comerciales, bibliotecas, cafeterías...) revolucionarían las comunicaciones, pero las personas usuarias de las nuevas tecnologías los rechazaron, los consideraron inadecuados, por lo que tales sitios de conexión han desaparecido.
Hoy vemos una nueva algarabía con los celulares, tal vez los medios que poseen mejor “usabilidad”. Se pondera su contribución social en los atentados terroristas de Londres, su matrimonio con internet para difundir fotos y videos tomados con dichos aparatos por varios usuarios en el lugar mismo de los atentados. El uso de los celulares en situaciones de desastre o en movilizaciones políticas es conocida, pero su contribución se magnifica al pensar que las próximas innovaciones en la tecnología ya no serán productos o aparatos sino movimientos sociales, o de que el teléfono celular se convertirá en realidad en la herramienta maestra que lo mismo sirva para comunicarse, tomar fotos y videos, escuchar música, que la llave de la casa, la contraseña para abrir los automóviles, o que sea una tarjeta de crédito y hasta un pasaporte. Se olvida que la mayor cantidad de mensajes SMS que circulan son únicamente para cuestiones que nada tienen que ver con aspectos sociales. Es muy pronto para vaticinar que la usabilidad de los celulares renovará la vida en común, en unos cuantos años más sabremos si se consolidad como interfase apta para construir lo público, o si no queda sólo como una moda.
Publicado en el diario Milenio, 17 de julio 2005.
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