No es la mejor en estilo ni la más extraordinaria en innovaciones, pero sí la que mejor ha sabido dibujar los tiempos dominados por el ciberespacio y los cambios que se avecinan en esa dimensión digital. Hablamos de la narrativa de William Gibson que ha sido fundamental para que las múltiples tribus que habitan el ciberespacio encuentren en su obra una guía para reproducirla en la red y para imitar las aventuras de sus personajes.
Gibson hizo con su obra que muchas personas se volvieran asiduas al ciberespacio, que fuera menos doloroso y confuso su proceso de exploración, haciendo normal que en un servicio de mensajería se pueda aparecer como ausente estando presente, como ocupado cuando en realidad no es cierto y convirtiendo a todo usuario de la red en un voyeur en potencia. Originario de Myrtle Beach, Carolina del Norte, Gibson tiene 57 años y es prácticamente una referencia obligada cuando se quiere conocer qué es el ciberespacio.
Al cumplir la mayoría de edad no sólo se quedó sin sus padres sino que debió abandonar Estados Unidos y refugiarse en Canadá para escapar del ejército estadunidense y evadir la guerra de Vietnam. Desde ese entonces nació su interés por la ciencia ficción y en julio de 1984 apareció su primera novela, Neuromante, en donde el autor da vida a un nuevo género, el ciberpunk, en donde combina la panoplia habitual de la ciencia ficción con las tecnologías emergentes como internet y la realidad virtual.
Aparición del ciberespacio
Gibson acuñó en Neuromante el terminó ciberespacio, que ha servido para designar esa dimensión intangible que conforman las innumerables redes electrónicas que constituyen internet. La influencia de Gibson en ese nuevo continente, la red, es tan grande que prácticamente es un héroe para muchas de las tribus que lo habitan, e incluso sin su narrativa hubiera sido imposible la filmación de la exitosa zaga de Matrix.
La obra de Gibson está empapada de la tradición apocalíptica de la ciencia ficción, describe un mundo dominado por grandes corporaciones, con hackers y fanáticos de las computadoras que han trasladado prácticamente su cerebro al silicio o transportado sus neuronas a un disco duro, de agentes inteligentes paranoicos e inteligencias artificiales psicológicamente perturbadas. A pesar de que para muchos amantes del ciberpunk Gibson es un referente, para el escritor esa situación no es de su agrado y dice al respecto: “se me ha colgado la etiqueta de ciberpunk, pero los “Gibson” que he encontrado en la web en ocasiones no tienen nada que ver conmigo, con lo que soy verdaderamente. Incluso, en ocasiones esos “Gibson” viven su vida de manera muy independiente”.
Hoy la narrativa de este escritor ha tenido una gran influencia no sólo en autores de ciencia ficción de los años ochenta, sino también en los de tendencia biopunk de los años noventa, que son partícipes de un mundo dominado por modificaciones genéticas y biotecnológicas. A pesar de que actualmente el autor gusta de usar su blog para opinar sobre diversos tópicos de actualidad, lo cierto es que sus opiniones ya no son tan influyentes. A pesar de eso permanecen actuales sus opiniones de que la red es una representación gráfica de datos extraídos de las memorias de todas las computadoras del planeta; de que el ciberespacio es un sistema complejo, una dimensión dominada por el caos y en donde las constelaciones de datos, que circulan diariamente por ella, conforman un espacio con luces similares a las que se presentan por las noches en las grandes metrópolis, pero que pueden ser letales para la existencia de las empresas y los seres humanos mismos.
Publicado en el diario Milenio, 10 de julio 2005.
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Al cumplir la mayoría de edad no sólo se quedó sin sus padres sino que debió abandonar Estados Unidos y refugiarse en Canadá para escapar del ejército estadunidense y evadir la guerra de Vietnam. Desde ese entonces nació su interés por la ciencia ficción y en julio de 1984 apareció su primera novela, Neuromante, en donde el autor da vida a un nuevo género, el ciberpunk, en donde combina la panoplia habitual de la ciencia ficción con las tecnologías emergentes como internet y la realidad virtual.
Aparición del ciberespacio
Gibson acuñó en Neuromante el terminó ciberespacio, que ha servido para designar esa dimensión intangible que conforman las innumerables redes electrónicas que constituyen internet. La influencia de Gibson en ese nuevo continente, la red, es tan grande que prácticamente es un héroe para muchas de las tribus que lo habitan, e incluso sin su narrativa hubiera sido imposible la filmación de la exitosa zaga de Matrix.
La obra de Gibson está empapada de la tradición apocalíptica de la ciencia ficción, describe un mundo dominado por grandes corporaciones, con hackers y fanáticos de las computadoras que han trasladado prácticamente su cerebro al silicio o transportado sus neuronas a un disco duro, de agentes inteligentes paranoicos e inteligencias artificiales psicológicamente perturbadas. A pesar de que para muchos amantes del ciberpunk Gibson es un referente, para el escritor esa situación no es de su agrado y dice al respecto: “se me ha colgado la etiqueta de ciberpunk, pero los “Gibson” que he encontrado en la web en ocasiones no tienen nada que ver conmigo, con lo que soy verdaderamente. Incluso, en ocasiones esos “Gibson” viven su vida de manera muy independiente”.
Hoy la narrativa de este escritor ha tenido una gran influencia no sólo en autores de ciencia ficción de los años ochenta, sino también en los de tendencia biopunk de los años noventa, que son partícipes de un mundo dominado por modificaciones genéticas y biotecnológicas. A pesar de que actualmente el autor gusta de usar su blog para opinar sobre diversos tópicos de actualidad, lo cierto es que sus opiniones ya no son tan influyentes. A pesar de eso permanecen actuales sus opiniones de que la red es una representación gráfica de datos extraídos de las memorias de todas las computadoras del planeta; de que el ciberespacio es un sistema complejo, una dimensión dominada por el caos y en donde las constelaciones de datos, que circulan diariamente por ella, conforman un espacio con luces similares a las que se presentan por las noches en las grandes metrópolis, pero que pueden ser letales para la existencia de las empresas y los seres humanos mismos.
Publicado en el diario Milenio, 10 de julio 2005.
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