Fraudes y precios de transferencia

martes, 24 de agosto de 2010

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En los tiempos que corren es normal que las empresas con filiales en el mundo usen regularmente los precios de transferencia, por los cuales entendemos los diferentes costos acordados entre las filiales para los productos que comercializan. Eso les permite transferir utilidades entre las mismas filiales, en donde una vende más caro a la otra y los precios fijados a los productos no tienen que ver con la oferta y la demanda.

Esa estrategia sería adecuada si beneficiara a los consumidores, si se diera paso a precios preferenciales en los países en vías de desarrollo. Pero la realidad es otra, porque muchas empresas globales, las de entretenimiento por ejemplo, usan los precios de transferencia para evadir cargas impositivas. Los productos patentados, los programas de cómputo “propietarios” y todo tipo de acervo inmaterial o digitalizado puede ser usado por las empresas para la fuga fiscal. Y estos productos pueden ser transferidos por internet.

Tal es la magnitud de esto que el mismo Congreso de Estados Unidos ha calculado en 100 mil millones de dólares anuales la pérdida fiscal, debido a la fuga de estos “activos” hacia los paraísos fiscales, evasión cuya mayor parte va camuflada en los “precios de transferencia”.

Es curioso cómo los gobiernos a escala mundial endurecen sus esquemas normativos para que la propiedad intelectual no sea vulnerada, sin importar si eso violenta derechos fundamentales de los usuarios, pero no fortalecen las normas para la venta de activos que dependen de la “propiedad inmaterial” entre filiales, e incluso solapa el uso aberrante y pervertido del concepto de “propiedad intelectual” que potencia tales evasiones fiscales.

Proximamente el Senado de la República discutirá en México el Acuerdo de Comercio contra la Falsificación (ACTA en inglés) y los senadores deberían, ya que dicen defender “el interés general”, no seguir permitiendo  la erosión del “ámbito público de la información y los conocimientos” con la aprobación de nuevos derechos de propiedad afectando segmentos que estaban fuera de toda privatización como las palabras, los datos brutos, los hechos, los algoritmos, los métodos de “negocio”, etcétera.

Así como la criminalización del consumo de alcohol durante la prohibición o ley seca en Estados Unidos no hizo más que reforzar a las mafias, de igual manera la ampliación y extensión continua de la apropiación intelectual tiene como efecto colateral fortificar el fraude fiscal por parte de la industria cultural a escala mundial.

Publicado en Milenio

Eras de internet

 

 

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La red atraviesa por un momento especial, que puede ser comprendido si hacemos una clasificación temporal de su desarrollo, en donde encontramos tres periodos que nos permiten clasificar su actuación y papel. Aunque la última etapa apenas la hemos iniciado y no sabemos hasta cuándo se prolongue.

El primero va de 1973 a 1990. Inicia cuando Robert Khan se plantea el problema de internet y la consecuente creación de una red electrónica, que posteriormente es completada con el aporte de Vinton Cerf que diseña la estructura básica de la red y es considerado como el nacimiento de internet. Ese periodo es el más rico en términos de repercusión en la teoría del conocimiento, en donde se evidenciaron talentos y surgieron creadores que hicieron de internet una experiencia única. Fue un momento donde reinó la buena onda y la libertad extrema, el de las utopías democráticas, de las primeras comunidades y/o redes sociales electrónicas que se han multiplicado y revivido, sin que lo sepan quienes así lo expresan, con las nuevas interfaces y la incorporación de nuevos usuarios.

El segundo periodo va de 1991 a 2006. Aquí nace la Web, creada por Tim Berners-Lee, quien dio vida al lenguaje HTML y que a la postre sacó a internet de la oscuridad y pavimentó el terreno hacia su masificación; del surgimiento de los portales verticales y horizontales; cuando nació la Web 2.0 y las redes sociales; el de la popularización del P2P y la redefinición del entretenimiento. Fue el inicio de los estándares y las certificaciones, pero todavía hubo bastante libertad.

El tercer momento, aunque su inicio no es muy claro, lo fechamos en 2007 con la propuesta de Anti-Counterfeiting Trade Agreement (Acuerdo de Comercio contra la falsificación) y abre paso a una nueva época, que se visualiza con las recientes reformas a las telecomunicaciones en la Unión Europea. En esa zona del planeta se avanza hacia un marco homogéneo de protección de derechos de propiedad intelectual. En noviembre pasado el parlamento europeo aprobó la reforma para regular el sector de las telecomunicaciones. La normativa tiene por objetivo frenar las descargas en internet de materiales protegidos por derechos de autor. Las nuevas normas entrarán en vigor el próximo 18 de diciembre y a partir de esa fecha los 27 países de la UE tienen 18 meses, hasta junio de 2011, como límite para incorporarla a sus respectivas legislaciones nacionales.

Hoy la ruta digital se llena de aduanas y controles para sus usuarios porque el establishment industrial pone contra la pared a los gobiernos y obliga a éstos a cercenar los derechos de los consumidores violando su privacidad. Se abren las puertas, también en México, con iniciativas de senadores priistas en el Senado para mutilar derechos ciudadanos; lo peor es que tales medidas arrollan a inocentes y no acabarán con el intercambio de archivos, porque se alimentan nuevas mecánicas y formas de trueque y un perpetuo nomadismo entre interfaces que preludian el nuevo rostro de internet.

Publicado en Milenio

Tecnología y contaminación

Se usan diariamente computadoras, gadgets e infinidad de equipos tecnológicos que se han vuelto herramientas indispensables de trabajo, educación o entretenimiento. Sin embargo, la mayoría de tales aparatos generan contaminación como resultado de los múltiples productos químicos que intervienen en su fabricación.

Según el informe “PC Energy Report”, realizado por Alliance to Save Energy, en Estados Unidos las computadoras que quedan encendidas por la noche representan para las empresas un gasto de dos mil millones de euros anuales; además emiten 20 millones de toneladas de CO2 (dióxido de carbono), equivalente a lo generado por cuatro millones de coches.

El volumen de contaminantes derivado de los productos tecnológicos desde décadas atrás no sólo lo sufren países del primer mundo, sino también los que están en vías de desarrollo. Muchos equipos desechados por aquéllos van a parar a los del tercer mundo, además que la adquisición de equipos nuevos se hace sin tomar las precauciones correspondientes.

Y el problema no es baladí si se toma en cuenta que según algunos datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, los desechos electrónicos a escala mundial rondan los 45 millones de toneladas métricas anuales. Como ejemplo de esto, al concluir el presente año se desecharán alrededor de mil millones de computadoras.

Lo peor es la contaminación generada por dichos productos cuando finaliza su vida útil, de los que no se sabe su paradero y sus usos. El problema empieza desde la fabricación de un producto, una computadora maquilada en China es mucho más barata para los consumidores y para las mismas empresas que la fabrican en esa nación, pero emite 24 veces más CO2 que la manufacturada en un país del primer mundo.

Pero mientras los gobiernos implementan normas para liberarse responsablemente del hardware, para obligar a las empresas del sector a tener una política adecuada en el manejo de tales desechos, ayudaría en mucho al ambiente si los consumidores de dichas tecnologías no nos embarcamos en la compra incesante de productos y prolongamos al máximo posible la vida de nuestros equipos.

Publicado en el periódico Milenio

El Woodstock de la Web

jueves, 5 de agosto de 2010

Hace 16 años se llevó a cabo, en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) de Ginebra, la primera conferencia internacional www. Ese fue un suceso que muchos denominaron el Woodstock de la Web, porque en el mismo convergieron investigadores de diversas y disímbolas disciplinas, empresarios, artistas y una variopinta fauna que hizo del suceso algo extraordinario. Era la celebración de la colonización de un nuevo continente recién descubierto y que se poblaba con entusiastas deseosos de plasmar en él los más descabellados proyectos.

Ese hecho se daba prácticamente en el arranque de la masificación de internet y al mismo tiempo se constataban los problemas para clasificar los contenidos que se acumulaban en la red. Así que más adelante el creador de la Web, Tim Berners-Lee, habló de dar paso a una web semántica, a una red apoyada en herramientas inteligentes para facilitar la búsqueda de contenidos, para evitar la cuantiosa pérdida de tiempo y de documentos al momento de buscar información especializada. Pero lo cierto es que, a pesar de los avances que se han hecho, hasta ahora las búsquedas en internet siguen en la prehistoria. Se requiere pasar a la etapa de búsqueda por conceptos y no por palabras, como se hace hoy día, faltan eficaces traductores automáticos y es pertinente poder efectuar una robusta búsqueda algorítmica personalizada.

Hoy se habla cada vez más de web de datos que de web semántica. Pero más allá de los calificativos, está claro que es necesario pasar de una web de documentos, como la que actualmente domina en internet, enlazada por hipervínculos, a una dimensión inteligente caracterizada por integrar toda la información disponible en la red en una “única” base de datos por medio de la codificación universal (que podría ser el formato RDF, Ressource Description Framework). Esto permitiría concretar lo que Pierre Levy denomina sistema universal de codificación de ideas y conceptos que permitan la identificación de todos los documentos bajo parámetros únicos, pero que al mismo tiempo puedan ser clasificados en los motores de búsqueda como conceptos. Mientras eso no se logre seguiremos en espera de un verdadero cambio en el campo de las búsquedas para tener motivo de volver a celebrar otro Woodstock de la Web.

Publicado en Milenio

Conectados

Los planes de la presente administración en materia de internet, asentados en el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012, son que al concluir la gestión de Felipe Calderón México se ubique entre los 30 primeros países del orbe en cuestión de conexión e infraestructura. Asimismo, se espera que la banda ancha alcance una penetración del 22 por ciento.

Tal como se ha dado hasta ahora el crecimiento, es factible que no se alcance tal propósito, pero además los datos refieren que México tiene un profundo rezago en tal materia derivado, entre otras cuestiones, de la falta de competencia en el sector de telecomunicaciones y de supeditar el servicio de conexión de banda ancha al telefónico.

Otro aspecto que refleja el atraso del país en esta materia tiene que ver con la penetración de internet en la población. A diferencia de la década pasada, cuando el país estuvo al frente en Latinoamérica en términos de conectividad, actualmente ha perdido posiciones, lo que es resultado lógico de que México fue de los primeros en conectarse pero pronto la adición de usuarios se estancó.

Actualmente, internet alcanza a un cuarto de la población mexicana, pero países latinoamericanos como Argentina o Chile han doblado el porcentaje de penetración con respecto al nuestro y alcanzan 49 y 50 por ciento respectivamente. Pero otras naciones también han logrado tasas mayores de penetración que México, como es el caso de Perú con 26 por ciento, Brasil con 34 por ciento, Uruguay con 38 por ciento o Colombia con 45 por ciento.

A esto debemos agregar que México no destaca por ser generador de contenidos, tendencia que viene desde la década pasada. Al mismo tiempo, tenemos una brecha digital innegable que mantiene a un sector del país, que carece de recursos, fuera de internet. Pero también en cuestiones de género el país es de los más atrasados en la región, en donde varias naciones tienen a las mujeres como usuarias mayoritarias.

Así pues, tenemos serios rezagos que deben ser detenidos por dos vías: por un lado una nueva legislación en el campo de las telecomunicaciones que permita una competencia que beneficie realmente a los consumidores, y, por otro, políticas públicas que fomenten la conexión, uso de internet, generación de contenidos y una profunda renovación de todo el sistema educativo nacional.

Publicado en Milenio.

 
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