Facebook y China

viernes, 16 de diciembre de 2016

Se dice que en los tiempos que corren es la ética empresarial la que guía el accionar de las empresas, que a través de su arquitectura normativa establecen las conductas sobre su operación en cualquier mercado donde participa. Incluso este accionar se esperaría que fuera mucho más consistente en las empresas transnacionales dedicadas al tratamiento de la información, como es el caso de los gigantes de internet. 
No obstante, en los hechos ese aspecto se presenta de manera desigual en las firmas de las nuevas tecnologías, ya que han demostrado que los principios y criterios con los cuales se rigen son tan laxos que los aplican de acuerdo a la región en donde operan. Eso lo vemos claramente con la actitud de Facebook de invertir nuevamente en China.
Como se sabe, Facebook tuvo un paso efímero en esa nación, ya que las autoridades le cerraron la llave en 2009, cuando se dieron los disturbios en la provincia occidental de Xinjiang, que causaron numerosos muertos. La agitación social se atribuyó a las redes sociales y le atrancaron las puertas. También corrió la misma suerte en ese año Twitter, e incluso otra empresa de Zuckerberg, Instagram, fue prohibida en el 2014. 
A pesar de ello, Facebook ha señalado su interés de regresar por sus fueros a esa nación. Desde hace algunas semanas se viene diciendo que dicha red social quiere retornar a ese país y, para no tener objeciones, ha desarrollado un software que suprime las publicaciones que aparecen en la página de inicio de los usuarios. Lo destacado es que para lavarse las manos y evitar suspicacias o equívocos no será Facebook quien elimine los contenidos, sino las autoridades encargadas de monitorear lo posteado.
El mercado chino es muy apetitoso para los titanes de la red, no solo porque existen más de 700 millones de chinos enchufados al ciberespacio, sino porque es una zona con un comercio electrónico boyante. Todas las empresas que en otros momentos han operado en China (Google, Yahoo o Microsoft), han debido plegarse a la censura imperante. Todas aceptan censurar con mayor o menor escrúpulo y la ponen en práctica con más o menos rigor. 
Incluso lo reconocen abiertamente. Google, por ejemplo, señaló en enero de 2006: “(…) con el lanzamiento de Google.cn, nuestro sitio web para la República Popular de China, hemos acordado eliminar determinada información sensible de nuestros resultados de búsqueda. Sabemos que mucha gente está molesta por esta decisión (…). Esto no fue una elección fácil, pero al final creemos que el curso de acción que hemos elegido resultará ser el correcto”. 
Todas esas firmas son bipolares: en unas naciones, en donde existe libertad de expresión, rechazan censurar contenidos. Pero en otras, en donde las autoridades les ponen taxativas para operar, aceptan sus condiciones. Ejemplo de ello son Pakistán, Rusia y Turquía, en donde cumplen con los requisitos gubernamentales de bloquear cierto contenido después de su publicación.
Pero Facebook no la tiene fácil: competirá con WeChat y Weibo, dos redes sociales muy populares en China, que cuentan con cientos de millones de usuarios. Recordemos que después de plegarse a la censura china, el motor de búsqueda de Google no cuajó, alcanzó una baja cuota del mercado comparado con Baidu, el buscador nativo y dominante en esa nación, por ello al último hizo una salida “honrosa” diciendo que se retiraba de ese mercado por la censura existente. 
Los objetivos de Facebook son superar el estancamiento en que ha caído en el mercado occidental, ganar una cuota significativa de usuarios chinos y ver si puede hacer lo que sus competidores en otras áreas no han sido capaces de realizar: quitarle algunas cuotas significativas del mercado a las empresas chinas.
El problema es que plegarse a la censura china puede ocasionarle daños a su imagen. La otra cuestión es que Facebook podría complicar más la actividad de los opositores al régimen y facilitar el trabajo de los censores. Pero al final no sería raro, si es que Facebook termina por operar en China, que le pase lo mismo que en el pasado:  retirarse de ese país en unos cuantos años. 

Artículo publicado en El Universal de Querétaro.

Trampas de Trump

lunes, 5 de diciembre de 2016

Diversos autores expresan que el triunfo de Trump fue resultado del uso que hizo de las nuevas tecnologías de comunicación. Para Antonio Casilli no fue un fenómeno algorítmico lo que explica su triunfo o el manejo que se hizo de las noticias falsas, sino la utilización de los mecanismos publicitarios de Facebook. 
La clave del éxito de Trump, según Casilli, estuvo en que el republicano contrató mano de obra barata: invirtió en las famosas granjas de clicks de Facebook y se apoyó en personas que eran parte del sector de denostados en su campaña. Trump sin pudor alguno contrató un ejército digital que trabajó a destajo y sin importar que eso desmintiera uno de los aspectos centrales de su “programa”: que la gente de otros países le quita el trabajo a los estadunidenses. 
Mano de obra barata y crowdworkers existen al por mayor en Asia y regiones del tercer mundo. Caselli destaca como Trump echó mano del trabajo mal remunerado, el de la generación Millennials de diversas partes del orbe, para efectuar microtareas de campaña. Los contratados fueron captados a través de Fiverr, plataforma donde, por unos pocos dólares se puede uno hacer de redactores, diseñadores gráficos y un sinfín de profesionales de las nuevas tecnologías. 
Trump se nutrió del ejército de jóvenes que forman parte de las huestes de las industrias creativas. Algunos de ellos, chicos de los balcanes, de Macedonia, actuaron como auténticos mercenarios: se capacitaron y habilitaron para fungir como una escuadra de "spammers”, diseñando contenidos para generar mensajes de odio, ser activos participantes en las campañas de encono digital y establecer estrategias aberrantes de desinformación apoyándose en el boyante mercado de clicks, y engañar así a partidarios de Trump con contenido falso y reforzar su inclinación por él y reflejado en los “me gusta”.
Pero la gente que participó o trabajó en la campaña de Trump aglutinó distintas nacionalidades. De acuerdo con Business Insider, Trump compró directamente 60% de sus seguidores de Facebook. La mayor parte de los mismos procedieron de Singapur, Filipinas, Malasia, India, África del Sur, Indonesia, Colombia e incluso de nuestro vilipendiado país. 
Casilli recuerda un aspecto central del modelo de negocio de Facebook: limita la circulación, o alcance orgánico, de la información en dicha red de manera exprofesa. Facebook señala que ese filtrado se hace para proteger a las personas de que vean contenidos no deseados, pero en realidad eso es parte de su modelo de negocio dirigido a que los usuarios paguen para que sus contenidos tengan un alcance más amplio.
Así que algunas empresas, partidos políticos y algún ególatra despistado, que quieren alcanzar a millones o miles de personas, como estrategia de marketing y propaganda, y obtener una mayor cantidad de los preciados “me gusta”, tienen que hacer uso de las denominadas granjas de cliks. 
Como se sabe, ese modelo de propaganda se finca en el pago de mano de obra barata procedente de países en vías de desarrollo. Ese enorme mercado evidencia la farsa de la participación voluntaria en los medios sociales en línea, ya que las personas contratadas se abocan a producir “clikcs/me gusta” dentro de un modelo de negocios y propagandísticos basado en un esquema laboral precario y deslocalizado.
Este modelo de compra de mano de obra digital no solo reproduce la manida desigualdad entre los países del Norte y del Sur, sino que constituye, como dice Casilli, un nuevo modelo de trabajo-explotación, evidenciado por empresas como UpWork, que cuenta con 10 millones de empleados a destajo, o Freelancers.com, con 18 millones.

Independientemente de que eso conforme nuevas modalidades de esclavismo (“iSlavery"), lo cierto es que esa es la realidad que se impone para un amplio sector de los denominados integrantes de la generación Millennials y Z del tercer mundo, que actuando como empresarios individuales no solo estarán disponibles para ser usados en múltiples campañas de marketing en la red, sino también prestos a actuar como mercenarios para apoyar a cualquier orate o desfasado que quiera alcanzar el poder. 

Artículo publicado el 04 de diciembre de 2016 en El Universal de Querétaro. 

 
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