Preciado y disputado por muchos años todavía sigue dando de que hablar y es probable que en torno a él sigan librándose las batallas más encarnizadas. Nos referimos al dominio .sex, que ha sido un factor de discordia y querellas jurídicas por ser una de las tajadas importantes de los negocios en línea, ya que representa más de tres mil millones de dólares anuales y con perspectivas de crecer de manera desmesurada en el devenir cercano.
El interés y apasionamiento económico que está detrás del dominio .sex es el reflejo de cómo las nuevas prácticas sexuales empiezan a ser vehiculadas por las nuevas tecnologías, principalmente en medios como el ciberespacio, porque el mismo se torna no sólo en uno de los motores básicos de crecimiento de la propia red, sino que es una avenida extraordinaria para hacer negocios.
El dominio .sex fue hurtado por Stephen Michael Cohen, quien a fines de 1990 se hizo del mismo de manera ilegal, al año siguiente se dio a la fuga y se refugió en la fronteriza Tijuana de donde fue extraditado en 2005 y se le condenó a 14 meses en prisión por desacato. Esta situación fue el resultado de las laxitudes que imperaban en el primer lustro de la década pasada, cuando los dominios punto com se otorgaban gratuitamente al primero que lo solicitaba y fue Gary Kremen quien se hizo del mismo.
Kremen vio a la red como una avenida ideal para hacer negocios con los contenidos sexuales y alcanzar a una infinidad de personas y sitios, pero en 1995 le comió la torta Cohen, quien con un buen historial de transa al ver el potencial de dicho dominio decidió hacerse del mismo, envió una carta al administrador de dominios .com, Network Solutions, en donde se presentaba como representante legal de la empresa Online Classifieds y pedía que el dominio .sex se le retirara a Kremen, quien había dejado de laborar en dicha empresa, solicitaba, solicitaba además, a nombre de Michael Cohen. Después de eso vino un largo litigio, que se solucionó cuatro años después cuando un tribunal estadunidense determinó que la famosa carta expedida por la empresa Online Classifieds era un vil fraude y se ordenaba que tras cuatro años de luchas jurídicas la página volviera a manos de Kremen.
Más allá de que actualmente Cohen viva una penosa o fingida situación existencial en la cárcel, que hubiera podido obtener millonarios ingresos por el uso indebido de dicho dominio, lo cierto es que paradójicamente el robo del dominio .sex fue en cierta medida un factor central en la legislación actual que protege el hurto de dominios.
El interés y apasionamiento económico que está detrás del dominio .sex es el reflejo de cómo las nuevas prácticas sexuales empiezan a ser vehiculadas por las nuevas tecnologías, principalmente en medios como el ciberespacio, porque el mismo se torna no sólo en uno de los motores básicos de crecimiento de la propia red, sino que es una avenida extraordinaria para hacer negocios.
El dominio .sex fue hurtado por Stephen Michael Cohen, quien a fines de 1990 se hizo del mismo de manera ilegal, al año siguiente se dio a la fuga y se refugió en la fronteriza Tijuana de donde fue extraditado en 2005 y se le condenó a 14 meses en prisión por desacato. Esta situación fue el resultado de las laxitudes que imperaban en el primer lustro de la década pasada, cuando los dominios punto com se otorgaban gratuitamente al primero que lo solicitaba y fue Gary Kremen quien se hizo del mismo.
Kremen vio a la red como una avenida ideal para hacer negocios con los contenidos sexuales y alcanzar a una infinidad de personas y sitios, pero en 1995 le comió la torta Cohen, quien con un buen historial de transa al ver el potencial de dicho dominio decidió hacerse del mismo, envió una carta al administrador de dominios .com, Network Solutions, en donde se presentaba como representante legal de la empresa Online Classifieds y pedía que el dominio .sex se le retirara a Kremen, quien había dejado de laborar en dicha empresa, solicitaba, solicitaba además, a nombre de Michael Cohen. Después de eso vino un largo litigio, que se solucionó cuatro años después cuando un tribunal estadunidense determinó que la famosa carta expedida por la empresa Online Classifieds era un vil fraude y se ordenaba que tras cuatro años de luchas jurídicas la página volviera a manos de Kremen.
Más allá de que actualmente Cohen viva una penosa o fingida situación existencial en la cárcel, que hubiera podido obtener millonarios ingresos por el uso indebido de dicho dominio, lo cierto es que paradójicamente el robo del dominio .sex fue en cierta medida un factor central en la legislación actual que protege el hurto de dominios.
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