Las estrategias educativas basadas en nuevas tecnologías se han puesto de moda en diferentes partes del orbe, al grado que en Francia, por ejemplo, se ha decidido que el año venidero se destierren de las aulas de educación básica todo los libros, cuadernos y lápices. Ese paso directo hacia la educación digital no garantiza que pueda ser exitoso, pero advierte de la necesidad de transitar por nuevos derroteros, de adaptar la educación básica a los tiempos que viven los niños y de experimentar con nuevas dinámicas educativas para lograrlo.
En México hemos sido testigos de ese desatino para implementar el uso de las nuevas tecnologías en el campo educativo. En el sexenio de Fox se puso en marcha el programa Enciclomedia en los dos últimos grados de la educación básica, que impulsó una educación multisensorial pero que se extravió entre mentores mal capacitados y reacios al uso de las nuevas tecnologías, ausencia de un sólido proyecto y de políticos analfabetas en el uso de estas herramientas. Lo absurdo es que ese programa esté prácticamente liquidado, con los derroches millonarios que eso implica, y sin haber mediado una profunda evaluación sobre su papel en el campo educativo y sobre sus equívocos e inconsistencias. A pesar de eso, la SEP ya puso en marcha el plan “Habilidades digitales para todos”, que hasta donde se sabe vuelve a nacer cojo ya que la fase piloto del mismo se mueve entre promesas incumplidas e inconsistencias sobre lo que supuestamente se desea alcanzar.
Otro proyecto radical y que no tiene parangón ni siquiera con los países del primer mundo es el que ha puesto en marcha Uruguay, que a partir del próximo mes de septiembre se convertirá en la primera nación del planeta en donde la totalidad de los niños de escuelas primarias, 260 mil, tendrán una computadora portátil personal conectada a internet de banda ancha. Este proyecto hizo suyo, y sin tanta mediación burocrática, el One Laptop que impulsa Nicholas Negroponte. Un proceso de alfabetización digital que también empieza a alcanzar a los padres de familia de los niños, ya que muchos de ellos nunca en su vida habían tenido una computadora y mucho menos conocían internet y ahora han empezado a ser alfabetizados en las nuevas tecnologías y a explorar el ciberespacio de la mano de sus hijos.
Muchos de los efectos que se ven en los niños uruguayos que cuentan con equipo no difieren de los que se han visto en este país con los niños que hacen buen uso de Enciclomedia, pero el gran reto de la educación uruguaya será fracturar los viejos formatos educativos y articular nuevas dinámicas pedagógicas en donde los profesores asuman que ya no detentan el saber y que devienen en meros facilitadores del conocimiento. El tiempo nos dirá si Uruguay acertó y protagonizó una revolución educativa.
Publicado en Milenio
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