El fin del libro

martes, 19 de abril de 2005

textoalternativoLa muerte del libro se viene discutiendo desde los años sesenta del siglo pasado cuando Marshall McLuhan vaticinó su fin. Incluso hace 12 años, en la histórica Feria de Frankfurt, se indicó que a inicios del siglo XXI el libro sería parte del olvido. El tiempo ha caminado y el libro electrónico, después de una aparición respaldada por una intensa batería publicitaria en la década pasada, no se afianzó. Las ediciones electrónicas están menguadas y la compra de textos digitales sigue estancada. A pesar de eso la discusión no está cerrada, como tampoco está garantizada la permanencia del libro convencional, porque los datos indican que la edición electrónica en CD-ROM e internet ya ocupan franjas importantes, sobre todo en las enciclopedias.

La desaparición del libro se aborda en el texto compilado por Geoffrey Nunberg, El futuro del libro. ¿Esto matará a eso? (Gedisa, 1994), que a pesar de los años que tiene de haber aparecido no ha perdido vigencia. La obra indica que la discusión sobre el libro está llena de fetichismos como “que la computadora no puede llevarse a la cama como un libro”, cuando muchos usuarios hacen eso y diversas cosas más con sus computadoras. Del lado de los defensores del libro electrónico algunos dicen que una lectura electrónica es más rica intelectualmente que una en formato convencional, como si por arte de magia las capacidades cognitivas se adquirieran sólo con la aparición de una nueva interfase.

Bandos contrarios
En ambos bandos lo que se disputa es el significado. Cada uno defiende que el verdadero sentido y experiencia de la lectura se adquiere con el formato que fueron educados. Como buenos animales de costumbre los hombres estamos atrapados en los hábitos, las herramientas con las cuales hemos crecido desde la infancia y la adolescencia son las que realmente tienen significado. Pero lo peor es que en ese debate cada bando afila las uñas defendiendo su época, como si no coexistieran ya ambas.
Paul Dugrid dice: “todos los textos dependen en alguna medida del cuerpo material del que desea independizarlos la liberación tecnológica”, pero se olvida que son las comunidades de lectores quienes finalmente determinan la validez, límites y alcances, que tienen en su imaginario los formatos. Pero hoy el cambio nos arrolla. De acuerdo con Nicholas Negroponte del MIT, la vida del libro es muy corta e indica que la actual revolución tecnológica sólo ha dado a conocer el 3.5 por ciento de la misma, pero el porcentaje restante se conocerá en los próximos cinco años. Dentro de ese espectro de tecnologías por venir está el perfeccionamiento del papel electrónico que se comercializará en todos los formatos, con similar peso y textura que el papel y que permitirá obtener los contenidos de internet.
La cuestión no está en que el papel no sea indispensable en la elaboración de los textos, sino en que el concepto de libro como tal no pasará a mejor vida, aunque sí cambiará su función al tener en una obra la posibilidad de consultar muchas otras al mismo tiempo. Lo importante hoy es adaptar las nuevas tecnologías a la conservación de la memoria cultural, que es, en definitiva, la que nos importa, más que los libros que son meros portadores. Ahora existen nuevos formatos y diferentes formas de leer, pero también, como sucede con el libro convencional, un núcleo de prácticas sociales, de fuentes de socialización de saberes y nuevas maneras de administrar la inteligencia colectiva. En fin, como dice Umberto Eco, no se trata de defender a ultranza una interfase o medio, sino reinventar el espacio público del conocimiento, y en tal sentido el formato no es tan importante, sino lo que se obtiene con ello.
Publicado en Milenio diario, 17 de abril de 2005.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen artículo. Interesante.
Sin duda, se ha puesto un énfasis sobredimensionado en el formato más que en el contenido.

Aún así, pienso que pasará algún tiempo para que los "libros" electrónicos desplazen a los tradicionales.

Por lo pronto, me parece que poca gente aguanta leer mucho en una pantalla. Es demasiado cansado. Tal vez por eso la mayoría de los textos de los artículos en sitios de ciberperiodismo son generalmente muchos más cortos que los de diarios impresos.

A pesar de que un cibernauta puede pasar horas en la Red, pienso, más con base en la experiencia, que es más difícil leer un libro o un texto largo en pantalla.

Además, esa costumbre de andar picando, bueno de andar saltando de link en link, (similar a la costumbre de andar cambiando de canal con el control) y esa otra de mirar "por bloques" (a manera de un "scaneo visual") y no tanto de manera lineal y horizontal, creo que hacen también que ese hombre "animal de costumbres" que dices no disfrute mucho leyendo un texto, o un libro, al menos con la tecnología que hay ahora.

Veremos cómo nos sorprende la tecnología en los próximos años.

Saludos y te mando la dirección de mi blog para que lo visites.

http://blogia.com/mediatizando

Alejandro Navarrete

Anónimo dijo...

Hola Antulio.

Gracias por tu comentario en mi weblog.

Respecto al mismo, quiero decirte que yo también pienso que fue un error que Reforma.com comenzara a cobrar. Para mí fue un error y no creo que el País estuviera aún listo para hacer de una medida así algo exitoso.

Sin duda, Reforma.com ha perdido relevancia en el sentido de los pageviews, pero supongo que eso ya lo tenían calculado. L mismo le sucedió a El País.es, cuando El Mundo capitalizó toda la gente que dejó de verlo cuando comenzó a cobrar. De hecho, sé que se basaron bastante en la experiencia de El País para arriesgarse a tomar esa medida.

Al final, se trata de dinero y nada más.

Lo triste, es que aun cobrando y a pesar de ser el tuerto en tierra de ciegos en el aspecto multimedia, como señalé en mi artículo, Reforma no se haya atrevido a ir más allá en esa área como sí lo hizo mucho más El País.

Aun así, ni El País ni otros medios de países más desarrollados han descubierto el hilo negro. En ese aspecto, coincido TOTALMENTE contigo. Nadie ha logrado aún ese medio en línea que epseramos.

Saludos
Alejandro Navarrete
http://blogia.com/mediatizando

 
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