Sexualidad e internet han establecido una fructífera relación. Cuando se dice que desde mediados de la década pasada la red empezó un proceso que revolucionó la sexualidad no exageramos, porque desde ese momento ella puso al alcance de millones de personas los fetiches más variados para potenciar la vida sexual, pero también porque dio paso al cibersexo que fortificó la sexualidad como algo desvinculado de secreciones e intercambios de fluidos, por lo cual empezaron a surgir millones de personas en el mundo dedicadas a esta práctica.
En el pasado las muñecas inflables y los vibradores eran el último grito de la moda en materia de satisfacción sexual, ahora son ya parte de la obsolescencia. Actualmente existe una tecnología de punta que lo mismo tiene productos para los interesados en las “perversiones”, que para quienes quieran condimentar sus relaciones sexuales con sus parejas. Hoy el mercado tiene interfases denominadas “ultra realistic”, realizados con nuevos materiales que imitan la piel humana, que incluso pueden generar calor y hasta emular el sudor.
En Estados Unidos, el mercado más boyante en materia de fetiches sexuales, existen muñecas de goma con un material especial llamado ciberskin, que le da a las mismas una apariencia más realista. Ellas se pueden diseñar bajo pedido, se les puede dotar de los atributos físicos de Madonna, Pamela Anderson o la mujer que sea del agrado del comprador de dichas muñecas. Estos artefactos lo mismo pueden llevar bellos púbicos, que vaginas ajustables al tamaño del pene, además de contar con vibradores que operan a diversas velocidades e incluso traen incorporados lubricantes, de suerte que quien tiene estas fantasías y un holgado bolsillo para financiarlas se puede hacer de la muñeca de sus sueños.
Cibersexo la otra frontera
Las tendencias onanistas se han ido incrementando conforme surgen nuevas tecnologías, como en Estados Unidos donde varios millones de personas recurren al cibersexo, según la cadena de televisión CBS son ocho millones quienes prácticamente los siete días de la semana tienen relaciones sexuales mediadas por internet.
En México no tenemos datos sobre los seguidores del cibersexo, pero el interés que esto tiene en el vecino país del norte nos ofrece una idea de que a un sector significativo de usuarios les gustan tales prácticas. No cabe duda que la red se ha convertido en una caja seductora, que gracias a sus interfases multisensoriales es capaz de estimular en los usuarios que andan en busca de placer las más alucinantes fantasías, las cuales pueden poner en marcha con su equipo de cómputo y una conexión a internet.
Lo interesante en todo esto, es que el cibersexo nos indica que la sexualidad se desplaza más hacia el terreno de la seducción y lo lúdico, se aleja de la genitalidad y de su función reproductora. En este caso es únicamente el placer el que mueve a los usuarios a enfrascarse en esos periplos eróticos y sexuales, por lo que la mediación por bits busca únicamente elevar la fantasía al reino de lo posible, algo que fuera de la red sólo se puede efectuar de manera marginal.
Pero una cosa es clara en todas estas cuestiones, la cibersexualidad no se parece en nada a la pornografía, que es ante todo una relación unidireccional. Aquí, en cambio, se trata de un sexo compartido, aunque sea de manera simbólica pero que se refleja en el cuerpo de cada uno de los participantes en tales relaciones. En todo caso, lo cierto es que la cibersexualidad no es más que reflejo de la desmaterialización que se vive en el campo de la sexualidad y que seguramente seguirá multiplicándose en el futuro cercano.
Publicado en Milenio diario, 10 de abril 2005.
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En el pasado las muñecas inflables y los vibradores eran el último grito de la moda en materia de satisfacción sexual, ahora son ya parte de la obsolescencia. Actualmente existe una tecnología de punta que lo mismo tiene productos para los interesados en las “perversiones”, que para quienes quieran condimentar sus relaciones sexuales con sus parejas. Hoy el mercado tiene interfases denominadas “ultra realistic”, realizados con nuevos materiales que imitan la piel humana, que incluso pueden generar calor y hasta emular el sudor.
En Estados Unidos, el mercado más boyante en materia de fetiches sexuales, existen muñecas de goma con un material especial llamado ciberskin, que le da a las mismas una apariencia más realista. Ellas se pueden diseñar bajo pedido, se les puede dotar de los atributos físicos de Madonna, Pamela Anderson o la mujer que sea del agrado del comprador de dichas muñecas. Estos artefactos lo mismo pueden llevar bellos púbicos, que vaginas ajustables al tamaño del pene, además de contar con vibradores que operan a diversas velocidades e incluso traen incorporados lubricantes, de suerte que quien tiene estas fantasías y un holgado bolsillo para financiarlas se puede hacer de la muñeca de sus sueños.
Cibersexo la otra frontera
Las tendencias onanistas se han ido incrementando conforme surgen nuevas tecnologías, como en Estados Unidos donde varios millones de personas recurren al cibersexo, según la cadena de televisión CBS son ocho millones quienes prácticamente los siete días de la semana tienen relaciones sexuales mediadas por internet.
En México no tenemos datos sobre los seguidores del cibersexo, pero el interés que esto tiene en el vecino país del norte nos ofrece una idea de que a un sector significativo de usuarios les gustan tales prácticas. No cabe duda que la red se ha convertido en una caja seductora, que gracias a sus interfases multisensoriales es capaz de estimular en los usuarios que andan en busca de placer las más alucinantes fantasías, las cuales pueden poner en marcha con su equipo de cómputo y una conexión a internet.
Lo interesante en todo esto, es que el cibersexo nos indica que la sexualidad se desplaza más hacia el terreno de la seducción y lo lúdico, se aleja de la genitalidad y de su función reproductora. En este caso es únicamente el placer el que mueve a los usuarios a enfrascarse en esos periplos eróticos y sexuales, por lo que la mediación por bits busca únicamente elevar la fantasía al reino de lo posible, algo que fuera de la red sólo se puede efectuar de manera marginal.
Pero una cosa es clara en todas estas cuestiones, la cibersexualidad no se parece en nada a la pornografía, que es ante todo una relación unidireccional. Aquí, en cambio, se trata de un sexo compartido, aunque sea de manera simbólica pero que se refleja en el cuerpo de cada uno de los participantes en tales relaciones. En todo caso, lo cierto es que la cibersexualidad no es más que reflejo de la desmaterialización que se vive en el campo de la sexualidad y que seguramente seguirá multiplicándose en el futuro cercano.
Publicado en Milenio diario, 10 de abril 2005.
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