Internet, dominios e ICANN (2)

domingo, 31 de agosto de 2025

En sus inicios, la ICANN (Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números) careció de plena autonomía. La influencia del gobierno estadounidense sobre dicho organismo no la ejercía directamente, sino vía el Departamento de Comercio, que era el contratante de la ICANN.  A pesar de los cuestionamientos a la ICANN, fue una innovación radical que se legitimó con sus decisiones basadas en el consenso, propio del internet inicial. Se diseñó para que fuera multisectorial, lo que significa que ninguna facción o poder tenía el control absoluto del organismo. La operación de la ICANN, sus decisiones, se basaron en el modelo de múltiples partes interesadas —hoy extendido hasta en la sopa—, abierto, transparente y basado en el consenso, básicamente fue una versión moderna o actualizada de las RFC. El ámbito de competencia de la ICANN fue limitado, pero de grandes consecuencias: Se ciñó en los identificadores únicos, los domicilios de internet y específicos, pero de suma importancia para que opere la internet global: nombres de dominio, direcciones IP y protocolos. En esa forma de operar de la ICANN pervivían vestigios de la contracultura antiautoritaria y rebelde de la década de 1960, pues no existía una base legal para regular todo el sistema. La ICANN se estableció como una asociación voluntaria, y así sigue siendo. Nada obliga a sus participantes —gobiernos, asociaciones, empresas…— a permanecer en la ICANN.

Por un lado en una política de la ICANN sobre una resolución de disputas, las entidades privadas involucradas están obligadas a cumplirla, o pueden perder su acreditación. Pero sus políticas no son vinculantes para los gobiernos: un país puede imponer sus propias leyes, que incluso pueden contradecir a las políticas de la ICANN. Esta forma de operar parecería ser un vestigio contracultural, pero no es así ya que si bien el mecanismo de actuación de la ICANN surgió de un contexto idealista pronto fue cooptado por quienes creían que el mercado era la mejor solución. En los inicios de la ICANN, los idealistas lograron darle una apariencia de apertura y comunidad, pero con fuertes limitaciones. Al final, la visión inicial de Al Gore de que la ICANN apuntalara o impulsara una red de investigación con garantías de acceso justo y supervisión gubernamental, fueron sacrificadas en favor de la comercialización, el crecimiento y la participación amplia de naciones. Al poco tiempo de afianzarse la ICANN, las ideas de Gore fueron relegadas a segundo plano ante la fiebre del oro. Janet Abbate lo resumió en 2019, y de manera lapidaria: internet había «perdido su alma».

La sede física de la ICANN, en California, fue motivo de molestias. De hecho su sede sigue siendo ahí. Pero en su momento, lo que disparó las contrariedades fue que la administración Bush frenaba el plan de transición para independizar la administración del sistema raíz y el DNS prometido por la administración Clinton. Por si eso no fuera suficiente, el Congreso de Estados Unidos tuvo una resolución bipartidista que confirmaba que dicha nación no pondría fin a la administración de la zona raíz de internet. La resolución indicaba que la misma debía permanecer físicamente ubicada en Estados Unidos y el Secretario de Comercio debía mantener la supervisión de la ICANN.

La indignación y los ataques de la comunidad internet organizada a la administración Bush fueron una constante durante sus dos periodos presidenciales. Las esperanzas renacieron con el arribo de Obama, pero en su primer periodo no se avanzó mucho. Para varios, la última oportunidad para que la ICANN alcanzara su plena autonomía era la administración Obama, ya que con las políticas de seguridad implementadas en Estados Unidos después de los ataques terroristas de 2011, no había disposición para que la ICANN fuera completamente independiente. La ICANN intentó resistir las especulaciones sobre la capacidad de espionaje de Estados Unidos, aferrándose a la idea de que no era más que un organismo de coordinación técnica, que no recibían financiación del gobierno estadounidense.

Incluso durante la administración Obama el Congreso de Estados Unidos aprobó una resolución unánime expresando alarma sobre la amenaza de algunos países de tomar medidas unilaterales que podrían dañar el archivo de la zona raíz,  lo que daría paso a una internet menos funcional y beneficios reducidos a los usuarios, por lo que se instó al presidente Obama a apoyar el modelo multisectorial de la ICANN e impedir transferir el control de internet a Naciones Unidas o cualquier otra organización intergubernamental.

Pero las revelaciones de Snowden a mediados de 2013 sobre el programa PRISM, que permitía a la NSA acceder a datos de gigantes tecnológicos como Google, Facebook y Microsoft, dieron paso a una indignación porque el gobierno estadounidense y sus agencias de seguridad accedían con suma facilidad a una ingente cantidad de información personal que las personas depositaban en redes sociales y múltiples servicios en línea. De ahí derivó el término «capitalismo de vigilancia», para describir esa relación entre los usuarios que desean servicios gratuitos y las empresas que los brindan y venden o transfieren los datos generados por los usuarios a anunciantes o instancias gubernamentales.

Lo increíble es que internet no se haya balcanizado, no hubiera volado en múltiples redes nacionales o regionales. Incluso, a pesar del descrédito de la vigilancia masiva del programa PRISM y lo dado a conocer por Snowden, la reputación de Obama hizo que la ICANN no se despeñara. Poco antes de dejar la presidencia Obama, la ICANN se independizó formalmente de Estados Unidos en 2016, específicamente en el mes de octubre. Con ello se ponía fin al contrato que la ICANN mantenía con el gobierno estadounidense, en concreto con la Administración Nacional de Telecomunicaciones e Información. Probablemente, si no se hubiera dado en esa fecha hubiera sido muy complicado que la ICANN se liberara durante la administración Trump, ya que los republicanos eran enemigos de que internet se «regalara» al mundo.   

A pesar de sus desiguales trazos, la ICANN representa lo más cercano que tenemos a un marco regulatorio global para la infraestructura básica de internet, pero está lejos de ser lo que en su momento se llamó «el gobierno de internet», porque su alcance es muy limitado. Incluso personas como el mismo Gore reconocen que él y su equipo fueron ingenuos y cometieron el error en los primeros tiempos de la ICANN de no reflexionar con mayor profundidad sobre un marco más integral para internet que incluyera aspectos como la privacidad y la seguridad. Por eso mismo, por lo que fue y lo que es la ICANN, hoy suena ingenuo pensar que su modelo sería el idóneo para gestionar la inteligencia artificial.  

*@tulios 41 

Publicado en La Jornada Morelos

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