El futuro de Apple

domingo, 31 de agosto de 2025

Desde su fundación en un supuesto garaje en 1976, pasando por su crecimiento en la década de 1980 hasta su casi bancarrota en 1996 y convertirse en el mayor titán de las empresas tecnológicas, Apple se ha distinguido por fabricar productos refinados, que destacan por su diseño y por vincular sólidamente hardware y sistema operativo. Desde sus inicios la empresa de las manzanas empezó a fabricar sus propios equipos, con su crecimiento empezó a operar importantes fábricas en California, Colorado, Irlanda y Singapur; pero poco antes de que Steve Jobs retornara a la compañía, en 1997, Apple optó por deslocalizar su producción en múltiples fabricantes y países. Su producción se trasladó a Corea del Sur y Taiwán, pasó por México, Gales, República Checa y China, en donde se ha establecido desde hace varios años y en donde fabrica el grueso de sus productos.

El éxito de Apple es impensable sin China, en donde ha logrado producir los mejores gadgets y equipos demandados en el mundo pero sin fabricar ninguna parte de los mismos. Por eso, resultó extraño que en pasados días Apple indicara que incrementó su plan de inversión en Estados Unidos a 600 mil millones de dólares que se aplicarán a lo largo de los próximos años. Aunque ya en febrero de 2025 había referido que invertiría 500 mil millones de dólares, ahora solo agregó 100 mil millones más. (shre.ink/t8VT) Esa inversión tiene el objetivo de calmar las presiones y amenazas de Trump de que si Apple no traslada su producción de iPhones a Estados Unidos, le aplicará aranceles del 25% a sus productos.

Sin embargo, ¿qué factible es que Apple abandone la fabricación de sus productos de China? Siguiendo el análisis de Patrick McGee en Apple in China, es muy complicado que eso sea posible en el corto lapso. Es cierto que a Apple también le urge no depender tanto de China. En lo que sigue nos apoyaremos en lo referido por McGee.

De acuerdo con él, Apple empezó a trasladar en la última década del siglo XX fuera de Estados Unidos, y de manera desigual, la fabricación de sus productos, pero fue a partir de la siguiente década, concretamente en 2007 con el lanzamiento del iPhone, que la manufactura china se volvió crítica e indisociable de Apple. A partir de ese momento, la cadena de suministro de Apple dependió de China, cuando prácticamente la totalidad de proveedores de los productos de Apple trasladaron su manufactura y producción a instalaciones chinas, logrando con ello un ecosistema para solucionar cualquier problema en horas o pocos días, cuestión que en Estados Unidos tardaría mucho más tiempo en solventarse.

Ha sido un matrimonio de conveniencias. Por un lado, China convenció a Apple de ser capaz de fabricar sus productos a una alta calidad, por su parte Apple le hizo ver a Pekín que no era un simple comerciante, sino una especie de mecenas y mentor que financia, capacita, supervisa y abastece a los fabricantes chinos, que prepara mano de obra de alta calidad. En este juego, el autor refiere que no se trata solo de que Apple explote a los trabajadores chinos, sino de que Pekín permite que Apple lo haga, para que China, a su vez, explote a Apple. Se estima que cerca de 30 millones de chinos han sido capacitados por ingenieros y especialistas de Apple.

Pero más allá de los ahorros que China representa, también es importante ese país para Apple como mercado ya que es el tercero en consumo de sus productos: está después de Estados Unidos y Europa. Pero vender y operar en China no ha sido gratuito, Apple ha tenido que ceñirse a las exigencias del gobierno chino y aplicar un fuerte control del contenido del iPhone, que los datos de los clientes se alojen en centros de datos chinos y ha tenido que asociarse con empresas locales y ofrecer su know how a los chinos.

Más allá de esas actitudes convenencieras que caracterizan a los gigantes de internet y al capital en general, Apple se ha visto forzada a buscar alternativas a China. Por un lado, las presiones de Trump y sus represalias arancelarias, amén de que no quiere que Cupertino mantenga su producción en China, pero también porque desde el arribo de Xi Jinping al poder en China en 2013, este ha presionado a Apple para censurar información como obligarla a que invierta fuerte en el país y capacite mano de obra china, haciendo de Apple la mejor fuente de capacitación de alta tecnología en China. Por eso ha empezado a migrar parte de su producción a India y Vietnam.

Pero, de acuerdo con McGee, es difícil imaginar que en corto tiempo Apple prescinda de China. La empresa de Cupertino trabaja con más de 1,500 proveedores en múltiples países. Pero todos los productos pasan por China: el 90% de su producción se concentra en ese país, y sus famosas plantas de ensamblaje en Vietnam e India dependen igualmente de la cadena de suministro centrada en China. Ningún otro país se acerca remotamente a ofrecer la combinación adecuada de calidad, escala y flexibilidad necesaria que ofrece China para remitir al mercado la friolera de 500 millones de productos de Apple al año.

Como dice Kevin O'Marah (especialista en cadenas de suministro y comercio), citado por McGee, sobre la cadena de suministro de Apple: «No es realmente una cadena de suministro global. En teoría, lo es; pero en la práctica, es un conjunto de procesos y productos, ingeniería y producción totalmente diseñado, y todo sincronizado en un solo lugar: [China]» Además, agrega: «Van a tener un problema enorme para salir de [China]». Por si fuera poco, la «velocidad china» es insuperable: la capacidad de realizar las tareas a un ritmo incomprensible para los occidentales y que para nada tienen India o Vietnam. En China, por ejemplo, uno de los proveedores favoritos de Apple, Foxconn, puede pasar de cero productos a 100 mil al día con facilidad, algo impensable de hacer en Estados Unidos, Vietnam o la India. Incluso en Estados Unidos no hay mano de obra que esté al mismo nivel que existe actualmente en China.

En 2024 inició Apple operaciones en India donde apenas se encuentra en las primeras etapas de desarrollo para la «introducción de nuevos productos». En Vietnam, sucede lo mismo. Los dos principales argumentos que respaldan el potencial de la India son su enorme fuerza laboral y su mano de obra barata, pero carece de la flexibilidad que tienen los chinos. Como refiere McGee, lo que China ofrece a Apple no es simplemente mano de obra, sino todo un ecosistema de procesos desarrollado durante más de dos décadas y que no es fácil de sustituir. Por ello, se ve complicado que en los próximos cinco años Apple abandone China.

Lo cierto, es que no podemos pasar por alto que China se ha convertido en un «titán tecnológico», asombra que haya avanzado muy rápido en áreas tan complejas como la electrónica de punta o la misma inteligencia artificial, parte de la respuesta es que Apple les transfirió ese conocimiento en buena medida. Año tras año, Apple tomó los diseños, procesos y conocimientos técnicos más vanguardistas de todo el mundo y los reprodujo y escaló en China.

@tulios41

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Internet, dominios e ICANN (2)

En sus inicios, la ICANN (Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números) careció de plena autonomía. La influencia del gobierno estadounidense sobre dicho organismo no la ejercía directamente, sino vía el Departamento de Comercio, que era el contratante de la ICANN.  A pesar de los cuestionamientos a la ICANN, fue una innovación radical que se legitimó con sus decisiones basadas en el consenso, propio del internet inicial. Se diseñó para que fuera multisectorial, lo que significa que ninguna facción o poder tenía el control absoluto del organismo. La operación de la ICANN, sus decisiones, se basaron en el modelo de múltiples partes interesadas —hoy extendido hasta en la sopa—, abierto, transparente y basado en el consenso, básicamente fue una versión moderna o actualizada de las RFC. El ámbito de competencia de la ICANN fue limitado, pero de grandes consecuencias: Se ciñó en los identificadores únicos, los domicilios de internet y específicos, pero de suma importancia para que opere la internet global: nombres de dominio, direcciones IP y protocolos. En esa forma de operar de la ICANN pervivían vestigios de la contracultura antiautoritaria y rebelde de la década de 1960, pues no existía una base legal para regular todo el sistema. La ICANN se estableció como una asociación voluntaria, y así sigue siendo. Nada obliga a sus participantes —gobiernos, asociaciones, empresas…— a permanecer en la ICANN.

Por un lado en una política de la ICANN sobre una resolución de disputas, las entidades privadas involucradas están obligadas a cumplirla, o pueden perder su acreditación. Pero sus políticas no son vinculantes para los gobiernos: un país puede imponer sus propias leyes, que incluso pueden contradecir a las políticas de la ICANN. Esta forma de operar parecería ser un vestigio contracultural, pero no es así ya que si bien el mecanismo de actuación de la ICANN surgió de un contexto idealista pronto fue cooptado por quienes creían que el mercado era la mejor solución. En los inicios de la ICANN, los idealistas lograron darle una apariencia de apertura y comunidad, pero con fuertes limitaciones. Al final, la visión inicial de Al Gore de que la ICANN apuntalara o impulsara una red de investigación con garantías de acceso justo y supervisión gubernamental, fueron sacrificadas en favor de la comercialización, el crecimiento y la participación amplia de naciones. Al poco tiempo de afianzarse la ICANN, las ideas de Gore fueron relegadas a segundo plano ante la fiebre del oro. Janet Abbate lo resumió en 2019, y de manera lapidaria: internet había «perdido su alma».

La sede física de la ICANN, en California, fue motivo de molestias. De hecho su sede sigue siendo ahí. Pero en su momento, lo que disparó las contrariedades fue que la administración Bush frenaba el plan de transición para independizar la administración del sistema raíz y el DNS prometido por la administración Clinton. Por si eso no fuera suficiente, el Congreso de Estados Unidos tuvo una resolución bipartidista que confirmaba que dicha nación no pondría fin a la administración de la zona raíz de internet. La resolución indicaba que la misma debía permanecer físicamente ubicada en Estados Unidos y el Secretario de Comercio debía mantener la supervisión de la ICANN.

La indignación y los ataques de la comunidad internet organizada a la administración Bush fueron una constante durante sus dos periodos presidenciales. Las esperanzas renacieron con el arribo de Obama, pero en su primer periodo no se avanzó mucho. Para varios, la última oportunidad para que la ICANN alcanzara su plena autonomía era la administración Obama, ya que con las políticas de seguridad implementadas en Estados Unidos después de los ataques terroristas de 2011, no había disposición para que la ICANN fuera completamente independiente. La ICANN intentó resistir las especulaciones sobre la capacidad de espionaje de Estados Unidos, aferrándose a la idea de que no era más que un organismo de coordinación técnica, que no recibían financiación del gobierno estadounidense.

Incluso durante la administración Obama el Congreso de Estados Unidos aprobó una resolución unánime expresando alarma sobre la amenaza de algunos países de tomar medidas unilaterales que podrían dañar el archivo de la zona raíz,  lo que daría paso a una internet menos funcional y beneficios reducidos a los usuarios, por lo que se instó al presidente Obama a apoyar el modelo multisectorial de la ICANN e impedir transferir el control de internet a Naciones Unidas o cualquier otra organización intergubernamental.

Pero las revelaciones de Snowden a mediados de 2013 sobre el programa PRISM, que permitía a la NSA acceder a datos de gigantes tecnológicos como Google, Facebook y Microsoft, dieron paso a una indignación porque el gobierno estadounidense y sus agencias de seguridad accedían con suma facilidad a una ingente cantidad de información personal que las personas depositaban en redes sociales y múltiples servicios en línea. De ahí derivó el término «capitalismo de vigilancia», para describir esa relación entre los usuarios que desean servicios gratuitos y las empresas que los brindan y venden o transfieren los datos generados por los usuarios a anunciantes o instancias gubernamentales.

Lo increíble es que internet no se haya balcanizado, no hubiera volado en múltiples redes nacionales o regionales. Incluso, a pesar del descrédito de la vigilancia masiva del programa PRISM y lo dado a conocer por Snowden, la reputación de Obama hizo que la ICANN no se despeñara. Poco antes de dejar la presidencia Obama, la ICANN se independizó formalmente de Estados Unidos en 2016, específicamente en el mes de octubre. Con ello se ponía fin al contrato que la ICANN mantenía con el gobierno estadounidense, en concreto con la Administración Nacional de Telecomunicaciones e Información. Probablemente, si no se hubiera dado en esa fecha hubiera sido muy complicado que la ICANN se liberara durante la administración Trump, ya que los republicanos eran enemigos de que internet se «regalara» al mundo.   

A pesar de sus desiguales trazos, la ICANN representa lo más cercano que tenemos a un marco regulatorio global para la infraestructura básica de internet, pero está lejos de ser lo que en su momento se llamó «el gobierno de internet», porque su alcance es muy limitado. Incluso personas como el mismo Gore reconocen que él y su equipo fueron ingenuos y cometieron el error en los primeros tiempos de la ICANN de no reflexionar con mayor profundidad sobre un marco más integral para internet que incluyera aspectos como la privacidad y la seguridad. Por eso mismo, por lo que fue y lo que es la ICANN, hoy suena ingenuo pensar que su modelo sería el idóneo para gestionar la inteligencia artificial.  

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Internet, dominios e ICANN (1)

La columna vertebral de internet la conforma la gestión de los dominios. Para que las personas puedan navegar por ese infinito mar de contenidos que es internet, se requieren identificadores o domicilios que les permitan acudir a las páginas o sitios que desean, que son en realidad los dominios. Para facilitar la navegación por el ciberespacio se conformó el Sistema de Nombres de Dominio (DNS) en 1983 y con ello tener una domicialización digital. Pero desde su inició el DNS fue una función jerárquica, centralizada y centralizadora, porque en la cima de los nombres de dominio —.com, .org o .net— está la llamada «zona raíz», que actúa como fuente fidedigna de información domiciliaria.

En los años 80 cuando Jon Postel se hizo cargo de la supervisión de la administración de la raíz/DNS nadie se percató del gran poder que eso tenía. Este proceso se dio gracias a que la otrora ARPA firmó un contrato con Postel, de Network Information Center (NIC) del Information Sciences Institute de la Universidad del Sur de California, para que él se encargara de ser la autoridad administrativa del DNS. Todo caminaba tranquilamente, pero eso cambió en los años 90 cuando internet empezó a masificarse, cuando la otorgación de dominios se volvió conflictiva por las aristas políticas, económicas y comerciales que empezó a conllevar.

Los primeros conflictos en torno a los nombres de dominio involucraron a diversos gobiernos y organizaciones civiles que exigían mayor autonomía en la gestión del DNS. Ante esta presión, durante el gobierno de Bill Clinton (1993-2001) se plantearon dos medidas clave: la creación de la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN), encargada de administrar el DNS y la zona raíz; y el compromiso de que en el año 2000 el gobierno de Estados Unidos dejaría de ejercer control directo o indirecto de la ICANN, incluyendo la gestión del DNS y el archivo de la zona raíz.

En aquel momento, para manejar las diversas, y a menudo conflictivas posturas sobre la gobernanza de internet, el equipo del entonces vicepresidente de Estados Unidos, Albert Gore, fue quien ideó una solución ambiciosa: la creación de la ICANN. Esta entidad peculiar, diseñada para la cultura política de la época, sería la encargada de la gestión del DNS, asegurando en la misma la representación de las múltiples partes interesadas en el desarrollo de la red. Sin embargo, los avances fueron mínimos en la transferencia de la gestión de los servidores raíz y el DNS a una entidad verdaderamente independiente. La oposición interna en Estados Unidos a este esquema de la ICANN fue constante, y el desacuerdo resultante solo profundizó la confusión y el estancamiento.

Para dar cuenta de la magnitud del desafío de Gore no solo tuvo en contra de la gestión del DNS por parte de la ICANN a gobiernos de distintos países, a políticos de su país, sino también a pioneros de internet. Incluso para académicos como Meghan Grosse, consideraron que Gore y su equipo hacían uso de una estratagema cínica para proteger el poder y los intereses estadounidenses, en lugar de un intento genuino de preservar la cultura original de internet.

Ciertamente un tratado internacional bien podría haber cambiado esto, pero existía la genuina convicción de Gore y su equipo de funcionarios de que, en el sistema globalizado posterior a la Guerra Fría, internet requería algo que pudiera avanzar con mayor rapidez en la toma de decisiones que como acontece en las organizaciones tradicionales basadas en tratados, o entre pares gubernamentales. De hecho, Vinton Cerf era partidario que la ONU fuera la sede para la gobernanza global de internet. Tanto Cerf, como Crocker y Postel, viendo el futuro poder que tendría internet, querían un organismo asociado con la ONU y con sede en Ginebra, y se enfadaron cuando Gore e Ira Magaziner, asesor de Clinton, desecharon esa propuesta.

Lo que resultó al final fue un entidad privada contratada por el Departamento de Comercio y con sede en California. A pesar de los embates, Gore se mantuvo firme en su creencia en la promesa de la nueva frontera —del triunfo de la razón y la ciencia— y por fin contó con el apoyo bipartidista para sacar eso adelante. A la larga, viendo los resultados finales Gore peco de ingenuo, pero durante los años 90 parecía que el legado contracultural podía armonizar con el lucro, el despliegue del saber y la ciencia y el comercio.

Lo cierto, es que la administración Clinton terminó y Al Gore no llegó a la presidencia en el año 2000 y quedó fuera de la jugada en una elección empañada de fraude. Llegaron los republicanos nada partidarios de que el DNS y todo lo que tuviera que ver con internet fuera gestionado por múltiples partes. Se empantanó el futuro de la ICANN, que empeoró con el 11-S, ya que los ataques terroristas hicieron que la administración Bush viera a internet como arma de inteligencia y herramienta de vigilancia masiva para usar a una escala sin precedentes. En tal escenario era iluso imaginarse la autonomía de la ICANN.

Pero eso avivo la animadversión de una parte significativa de la comunidad internet contra el control del DNS y la raíz de internet por parte de Estados Unidos. El enorme crecimiento de usuarios fuera de Estados Unidos se tradujo en coaliciones cada vez más poderosas que no veían con buenos ojos que los organismos que tomaban decisiones políticas sobre las operaciones de internet derivaran su autoridad del gobierno estadounidense. La lucha por el control del servidor raíz se tornó una lucha por la identidad de la red. ¿El ciberespacio pertenecía a la etérea comunidad global de internet o al gobierno estadounidense?

En 2012, la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones) albergó la Conferencia Mundial de Telecomunicaciones Internacionales, con el fin de actualizar la regulación global de las telecomunicaciones. Varios representantes de países asistentes tomaron la palabra, e intentaron usar las negociaciones rutinarias para imponer una medida vinculante a favor de una nueva regulación intergubernamental de internet. Posteriormente un grupo de países —India, Brasil y Sudáfrica— celebraron una cumbre en la que expresaron su intención de obtener un mayor control sobre internet. Al mismo tiempo, Rusia y China habían estado presionando para que la ONU tuviera un mayor control sobre la raíz de internet, y el propio Putin abogó por un mayor papel de la UIT en la gobernanza de internet.

La ICANN fue una institución puente, lejos del equilibrio del ritmo gradual de las organizaciones tradicionales basadas en tratados, pero con cierta rapidez para solventar las demandas. Pero también fue un puente entre culturas, antiguas y nuevas. Reunió a una recién formada «comunidad de internet» con experiencia, nacida de la ingeniería académica y la computación, con una comunidad empresarial consolidada, ilusionada por el auge de las cotizaciones bursátiles. La ICANN, al final, fue una solución innovadora a un problema importante y de gestión. Después diría el mismo Cerf que la ICANN fue «un milagro». Pero su plena autonomía se lograría hasta el segundo periodo presidencial de Barak Obama, aunque también mostraría sus limitaciones.

@tulios41

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Audiencias, consumos y censura

La inteligencia artificial (IA) es herramienta ideal para diversos medios ya que analiza el comportamiento del usuario, sus temas de interés, historial de lectura y preferencias, para proponerle noticias y contenidos que vayan en sintonía con sus gustos. Los algoritmos de IA analizan el comportamiento del usuario (clics, tiempo de lectura, temas favoritos) y ofrecen noticias personalizadas. Se usan variantes como machine learning supervisado con el objetivo de predecir intereses.

De acuerdo con un estudio reciente del Instituto Reuters, la IA la usan los medios para redactar noticias breves o resúmenes, especialmente en deportes, finanzas o meteorología, donde los datos se ofrecen de manera abundante y estructurados. Herramientas de procesamiento del lenguaje natural, así como los modelos de lenguaje de gran escala, convierten datos (por ejemplo, resultados deportivos o informes financieros) en textos narrativos coherentes y digeribles para las audiencias. Esto es tal que el Washington Post cuenta con Heliograf, una herramienta para generar reportes deportivos automatizados y disponibles para sus lectores en tiempo real.

Lo interesante del estudio de Instituto Reuters es que los consumidores de medios no se declaran fervorosos dependientes de la IA. Las audiencias tienden a mostrar mayor escepticismo hacia la personalización de noticias. La investigación evidencia un interés más marcado en el uso de la IA para adaptar los formatos —especialmente los que hacen más accesible o eficiente el consumo informativo—, que en la personalización de contenidos, la cual despierta ciertas inquietudes o suspicacias debido a los algoritmos de recomendación, incluyendo el temor a perder información relevante.

Actualizaciones y retrocesos en telecomunicaciones

Tras una serie de foros públicos, discusiones y críticas desde la industria de telecomunicaciones, academia, analistas y sociedad civil, se aprobó recientemente la nueva Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión que entre otras cosas destaca por cancelar la competencia, la autonomía regulatoria y el fortalecimiento institucional que identificaron a la Reforma de Telecomunicaciones de 2014. Contra lo que suponíamos, se hicieron ciertas enmiendas a la iniciativa, por ejemplo fueron eliminados algunos de los artículos más controvertidos (el 109 que facultaba el bloqueo de plataformas digitales) y se introdujeron ajustes relevantes, pero en términos generales el espíritu de la nueva reforma es una regresión institucional y normativa para el sector.

El gran retroceso está en la desaparición del IFT, un órgano constitucional autónomo y colegiado, que garantizaba una regulación técnica, independiente y con contrapesos, que si bien podría tener deficiencias podría mejorarse y darle mayor robustez a sus decisiones. El IFT será sustituido por la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT), dependiente del Ejecutivo —lo que nos regresa a la época de la Cofetel, que dependía de la Secretaría de Gobernación—. La ATDT no regulará las telecomunicaciones, ya que eso lo efectuará la Comisión de Regulación de Telecomunicaciones (CRT) como instancia colegiada, aunque sus integrantes también serán designados por el Ejecutivo e incluso removidos en cualquier momento por este, lo que evidencia claramente la carencia de independencia y la sujeción al ejecutivo de dicho órgano.

Varios otros aspectos pueden comentarse de esta reforma, por cuestiones de espacio abordaremos el relativo a la libertad de expresión en los medios y el derecho de las audiencias, que ha sido motivo de posturas encontradas: unos comunicadores lo ven como la puerta a la censura y el fin de la libertad de expresión, mientras que los defensores de los derechos de las audiencias lo ven como la panacea de una mejora en la calidad del consumo de contenidos.

El defensor de las audiencias, también conocido como ombudsman de medios o defensor del lector, radioescucha o televidente, su función principal es actuar como intermediario entre el público y los medios de comunicación, garantizando que los contenidos sean éticos, veraces y respeten los derechos de las audiencias. Es una figura ya presente en nuestro país y salvo casos excepcionales, los defensores de audiencias han pasado sin pena ni gloria. Hasta ahora, los medios privados no han hecho esfuerzos por destacar esa figura —aunque con la nueva ley tendrán la obligación de hacerlo—, mientras que los medios públicos la incorporan pero como figura decorativa e incluso en estos casos hablamos de ser medios carentes de audiencias, que ni siquiera saben quiénes los ven o escuchan e incluso con programación cambiante y abrupta cancelación de conductores y de programas y donde los defensores de las audiencias de nada sirven para enmendar atropellos y cambios sin sentido.

Dentro de las funciones del defensor de audiencias está representar los intereses del público, procesar las quejas y comentarlas con los directivos de los medios o las instancias motivo de los cuestionamientos o quejas. También, el defensor debe promover la transparencia y rendición de cuentas de los medios, analizando las prácticas periodísticas o de producción de los medios, señalando errores, sesgos o violaciones a códigos de ética, y proponer mejoras; una cuestión que no efectúan los defensores de audiencias, por lo que son una figura decorativa, su papel tanto en medios públicos como privados pasa sin pena ni gloria, y en gran parte eso mismo se debe a la pasividad de las audiencias que hoy día se han volcado a las redes sociales donde sí traban una interacción que no tendrán en los medios convencionales.

Tal como están las cosas ahora en México, el defensor de audiencias destaca por su falta de independencia, su autonomía está en cuestionamiento ya que los defensores son designados por los propios medios o autoridades, lo que de entrada genera conflictos de interés. Tiene exigua incidencia efectiva: sus recomendaciones no son vinculantes, por lo que fácilmente pueden ser ignoradas y no tener consecuencias. Las audiencias desconocen la existencia del defensor o no saben cómo contactarlo, lo que reduce su efectividad; no les interesa presentar quejas y enfrascarse en trámites burocráticos, ya que si presentan alguna tienen una percepción de ineficacia del defensor de audiencias y que solo ofrecen respuestas genéricas o defensivas, sin abordar a fondo las preocupaciones planteadas.

Así que la censura no vendrá de los defensores de audiencias. De hecho, la censura ya está instalada y se expresa como un mecanismo que no solo silencia voces, sino que pervierte el lenguaje mismo, las palabras pierden su significado original y se convierten en máscaras vacías. Lo peor, como dice Kundera, es la extensión de la autocensura, que es más insidiosa, cuando el periodista o comunicador escucha al censor dentro de su propia cabeza, cuando las tijeras invisibles cortan las frases antes de llegar al teclado o la pantalla. Es una traición al oficio y así mismo, porque por tratar de conservar el empleo se renuncia voluntariamente a describir las arbitrariedades del gobierno.

@tulios41

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