Maniac, la genialidad y la locura

miércoles, 12 de noviembre de 2025

Las obras de Benjamín Labatut —Un verdor terrible (2020), La piedra de la locura (2021) o Maniac (2023)— son una continua exploración de cómo algunas de las mentes más brillantes de la ciencia moderna unen creatividad y demencia. Cerebros que refugian la locura y dan vida a ideas e invenciones perturbadoras. Mentes que en nombre de su genialidad se adentran a explorar lo incomprensible, a ir más allá de la frontera del conocimiento, franqueando los límites de la razón y en muchos casos terminan por pagar un alto precio.

En Maniac, Labatut continúa su camino exploratorio de algunas de las mentes más brillantes y perturbadas de la ciencia moderna, de quienes se asomaron a los límites del conocimiento y, en muchos casos, la humanidad lo pagó caro. Si en Un verdor terrible el autor chileno presentó una serie de postales sobre científicos que desafiaron el orden establecido, en Maniac profundiza en eso y se centra en la figura contradictoria de John von Neumann, el matemático húngaro-estadounidense cuyas contribuciones moldearon el siglo XX.

El título, Maniac, el mejor libro escrito hasta ahora del autor, tiene un carácter polisémico: por un lado, Maniac alude al nombre de una de las primeras computadoras electrónicas (Mathematical Analyzer Numerical Integrator and Computer) y con una arquitectura diseñada por Von Neumann; pero Maniac también es una palabra que evoca la manía, la obsesión, la locura que acompaña al genio en su forma más pura y destructiva. Para Labatut los genios humanos, con su mente privilegiada, tienen licencia para franquear los límites humanos, dar vida al «alto conocimiento» que se vincula al desenfreno mental.

El libro reúne múltiples voces y episodios para dar cuenta de cómo las grandes mentes son capaces de fundir delirio e inteligencia para dar vida a sus creaciones. Una de las partes de la obra está dedicada al físico austriaco Paul Ehrenfest, quizás la historia más tétrica y fascinante. Amigo de Einstein, Ehrenfest fue la viva imagen del científico humanista, para quien sus descubrimientos eran inseparables de las cuestiones morales; Ehrenfest, tuvo una vida atormentada, le tocó vivir en la época dorada de la física cuántica, del ascenso del nazismo; la mente y psicología de Ehrenfest eran inestables, sus crisis existenciales parecían desenvolverse de acuerdo al nuevo paradigma científico; para Ehrenfest que valoraba la claridad conceptual, los nuevos derroteros de la física le significaron un golpe demoledor; lo personal y lo científico era indisociable, al grado que sus elecciones morales no se sustraían de lo personal, ya que su hijo Vassily, con síndrome de Down, lo sumía en una angustia insoportable por el futuro de su hijo y eso lo condujo, en 1933 —con los nazis ya a la puerta del poder—, a matarlo y posteriormente suicidarse.

La mayor parte del libro se centra en John von Neumann, que es central en la manera en que el autor ve a la IA. Se describe la poderosa capacidad cognitiva de un auténtico atleta de la mente; desde temprana edad von Neumann demostró que era un portento de destreza mental, su mente era capaz de realizar cálculos complejos mentalmente y más rápido que cualquier persona que usara lápiz y papel; von Neumann, un genio que sus contribuciones se ramificaron a campos tan diversos como matemáticas puras, física cuántica, teoría de juegos, computación, economía, estrategia militar e IA; en Maniac se describe como von Neumann estaba rodeado de colegas que tenían por él una mezcla de admiración y terror, de estar frente a una mente fuera de serie e impredecible.

La última parte, «Lee o los delirios de la inteligencia artificial», aborda una partida de Go entre Lee Sedol, campeón surcoreano de Go, y AlphaGo, una IA creada por DeepMind, en donde convergen una batería de técnicas de IA y que destrozaron a Sedol, evidenciando que la inteligencia de silicio entraba a una nueva dimensión y rivalizaba con la humana. La IA al mismo tiempo fue tan humana ya que mostró «alucinaciones», que en vez de evidenciar errores de programación reflejó que la IA al engullir todo el saber humano, también es capaz de absorber la irracionalidad y locura humanas.

Labatut muestra cómo von Neumann, que jugó un papel clave en el Proyecto Manhattan y en el diseño de la bomba atómica, concibió las computadoras no simplemente como calculadoras rápidas, sino como máquinas universales capaces de simular cualquier proceso lógico. Pero si las computadoras eran máquinas universales capaces de simular cualquier proceso lógico, entonces era un artificio poderoso. Además, si los procesos cognitivos y la conciencia podían reducirse a algoritmos, si el cerebro era una máquina de procesamiento de información, como Neumann refería, entonces una máquina universal podía fácilmente reproducir la mente, por lo que se puede decir que sus experimentos con autómatas y sus teorías de autorreplicación fueron un adelanto de lo que hoy tenemos con la IA y toda esa cháchara sobre la singularidad.

En la parte última de Maniac, Labatut da un salto sorprendente: lo que inicialmente parece forzado, en realidad se trata de quitarle a la IA su aura de lógica perfecta y absoluta. Para él, la IA una vez que alcanza cierto nivel de complejidad, empieza a «independizarse», toma caminos que la llevan a producir errores creativos, alucinaciones o textos alejados de la verdad o del sentido común. Pero mal haríamos en pensar que las alucinaciones de las IAs son un fallo de hardware o software, en realidad son la expresión de que la conciencia de la máquina se hace realidad. El paso que va de Maniac a la IA es el camino que va de la etapa en donde el control y la precisión son supremos, a la pérdida de ese control, en donde la máquina ha superado a su creador y ahora produce resultados que no se pueden predecir ni explicar por completo. El paso dibujado por von Neumann de la mente biológica a la mente de silicio, es la historia de cómo el humano pasó de controlar sus creaciones a ser devorado por sus inventos.

Maniac dibuja como el arribo a la IA, es también la llegada a la era en donde el big data se hermana con la ficción, con el spam, con las alucinaciones y las pesadillas. La IA es un espejo deformado de la humanidad, que refleja todas nuestras contradicciones, sesgos y nuestra propia inclinación por deificar el delirio. En resumen, la parte última de Maniac no es solo la exploración directa de lo que es la IA, sino una meditación poética y aterradora sobre la conciencia artificial y lo que significa para la humanidad haber creado una mente que es capaz de reproducir sus propias locuras. Al final, la obra nos enseña las contradicciones humanas, como en nombre de un bien superior se coaligan mentes brillantes y el Estado para crear una bomba con el fin de que sea la solución humanista que la ciencia puede regalar a la humanidad para frenar el apetito expansionista de un orate totalitario que desea crear una raza humana superior, pero en su camino desarrolla una mente de silicio que replica los extravíos mentales de los humanos.

@tulios41

Publicado en La Jornada Morelos

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