La nueva era de TikTok

miércoles, 12 de noviembre de 2025

Desde su lanzamiento en 2016, TikTok creció como espuma, su propuesta de videos cortos de inmediato causó furor entre los jóvenes, al grado que a pesar de que hoy tiene una buena porción de usuarios arriba de 44 años, son las personas que oscilan entre 18-34 años quienes ocupan casi el 67% de la demografía de esa plataforma. Actualmente TikTok tiene más de 1.590 millones de usuarios. Los cinco principales países en millones de usuarios son: Estados Unidos (170), Indonesia (108) Brasil (91.7), México (85.4) y Pakistán (66.9).

En 2018 estuvo disponible TikTok en Estados Unidos, pero dos años después ya tenía sus primeras escaramuzas con el gobierno de Donald Trump, las cuales continuaron con la administración Biden y han dado paso, en fechas recientes, —después de amagues de cierre y del fin de operaciones de esa plataforma en Estados Unidos—, a su venta forzada; la plataforma, pasará a ser gestionada por un conjunto de empresas mayoritariamente estadounidenses.

La firma de la orden ejecutiva presidencial del 25 de septiembre marca un punto de inflexión en la historia de las plataformas digitales globales. Con esa decisión, el presidente Donald Trump autorizó la venta de las operaciones estadounidenses de TikTok a un consorcio de inversores nacionales, delineando así un nuevo capítulo en las tensiones entre Estados Unidos y China. Lo que resulta particularmente revelador en esta operación es la discrepancia entre las valoraciones financieras. Mientras que anteriormente TikTok en el mercado estadounidense se tasaba en aproximadamente 40 mil millones de dólares, la transacción actual estima su valor en 14 mil millones (shre.ink/ST3Q). Esta reducción sustancial invita a reflexionar sobre los factores políticos y regulatorios que pueden reconfigurar drásticamente el valor percibido de un activo digital. Para contextualizar esas cifras, conviene considerar que ByteDance, la corporación matriz, mantiene una valoración superior a los 330 mil millones de dólares, en tanto que TikTok por sí solo alcanza los 100 mil millones a nivel global.

El cronograma establecido para consumar esta transacción se extiende hasta la última semana de enero de 2026. Una vez finiquitada la operación, emergerá una entidad corporativa independiente que asumirá el control integral de las operaciones de TikTok en territorio estadounidense: desde la administración de datos de usuarios hasta la gestión del contenido y el desarrollo del software local. La estructura de gobernanza prevista contempla un consejo directivo de siete miembros, con una composición que garantiza la hegemonía estadounidense mediante seis representantes de ese país frente a un único delegado de ByteDance. Esta configuración no es casual, constituye el mecanismo mediante el cual se asegura que el rumbo estratégico de TikTok en Estados Unidos responda a intereses y prioridades locales, para consolidar una soberanía digital que trasciende la mera propiedad accionaria.

Esta operación constituye un síntoma elocuente de la actual deriva proteccionista de la política comercial estadounidense. Lo que presenciamos no es un caso aislado, sino la consolidación de un patrón sistemático: un cerco regulatorio que limita progresivamente el avance de las corporaciones tecnológicas chinas en el mercado estadounidense. El caso de TikTok funciona como señal de alerta para otras compañías de ese titán asiático, anunciando que sus aspiraciones de expansión enfrentarán un escrutinio regulatorio cada vez más exhaustivo y barreras de entrada progresivamente más infranqueables. Empresas emblemáticas como Huawei, Tencent y Alibaba han experimentado restricciones análogas. Lo que distingue al momento actual, es la sistematización de estas medidas en un marco más amplio de confrontación estratégica. Esto desemboca en una espiral de represalias recíprocas: las firmas estadounidenses que operan en China enfrentan obstáculos equivalentes. Esto evidencia que vivimos una fragmentación del ecosistema tecnológico global.

Algunos analistas han interpretado este movimiento como un acuerdo tácito entre Trump y Xi Jinping para dividirse la demografía de TikTok en esferas geopolíticas diferenciadas. Sin embargo, esta lectura simplifica una realidad más cruda: lo que Estados Unidos no logra contener mediante la innovación, lo neutraliza a través de medidas discrecionales que clausuran mercados y cancelan operaciones de firmas chinas bajo el amparo de la seguridad nacional, mientras simultáneamente blinda a sus propias corporaciones. Esta estrategia se extiende más allá de su territorio; Estados Unidos instrumentaliza su posición dominante en tratados comerciales —como el T-MEC con México y Canadá— para erigir barreras indirectas contra productos chinos.

Recordemos el paradigmático affaire de Huawei. En 2019, Trump prohibió la comercialización de dispositivos de esa compañía argumentando riesgos de espionaje de Huawei a favor de China. Pero el trasfondo era innegable: Huawei lideraba la tecnología 5G, ocupaba el segundo lugar mundial en fabricación de smartphones y competía directamente en el segmento premium de Apple, al que incluso había desplazado del mercado chino. La prohibición hizo que Google vetara el uso de Android en equipos Huawei, erosionando su atractivo en mercados internacionales. Esa intervención regulatoria, presentada como defensa de la seguridad nacional, en la práctica fue un mecanismo que benefició a Apple en los mercados donde Huawei tenía su mayor expansión fuera de China.

No olvidemos que las plataformas chinas encabezan actualmente la innovación digital al integrar entretenimiento, comercio electrónico y servicios múltiples en las llamadas superapps. WeChat inauguró este modelo en 2011, fusionando mensajería, pagos digitales y trámites diversos, mientras TikTok avanza por ese camino donde las empresas estadounidenses han fracasado repetidamente.

El caso TikTok —junto al de Huawei— evidencia que la competencia trasciende lo empresarial para convertirse en un choque entre modelos de desarrollo tecnológico. Estados Unidos busca preservar el dominio de sus corporaciones (Apple, Google, Microsoft) e impedir que China alcance autonomía en semiconductores, 5G e inteligencia artificial. Esa geopolítica condensa las tensiones entre ambas potencias en materia tecnológica y de seguridad nacional, aunque resulta paradójico que los Murdoch —propietarios de Fox News, célebres por el espionaje ilegal— participen en la futura gestión del TikTok estadounidense.

Este diferendo expresa, en última instancia, la balcanización que vive el ciberespacio y donde los Estados moldean cada vez más el acceso a contenidos e información. Pero el futuro de TikTok permanece incierto: China insiste en retener el control del algoritmo de recomendación, por lo que no es improbable la negociación de una licencia en lugar de una transferencia completa a la entidad estadounidense, ya que eso forma parte de la modulación en el acceso a los contenidos. 

@tulios41

Publicado en La Jornada Morelos

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