La última Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2024 del INEGI revela un panorama contradictorio. Por un lado, el país avanza a pasos firmes en la senda de la conectividad, pero por otro, el aprovechamiento productivo de la red sigue siendo un desafío pendiente, una promesa incumplida que se queda en el aire como lo que acontece con los buenos deseos. Por un lado es innegable que de forma constante se ha ido avanzando en materia de conectividad, pero también es una realidad que el uso de la red para impulsar al pequeño y mediano empresariado sigue siendo otro pendiente, que como es costumbre se dirá que es algo que se subsanará muy pronto, con las nuevas políticas que impulsará el gobierno en turno.
En la medida que las zonas urbanas han alcanzado la
mayor penetración en materia de conexión, los porcentajes bajos de usuarios se
sienten en el terreno rural, que cuentan con el 68.5% de penetración de
internet. En tal sentido, si bien en México en este momento tenemos un poco más
de 100 millones de personas conectadas a internet, las cuales con distintas
intensidades y tiempos de uso se definen como usuarias de la red y de lo digital,
existe un sector que todavía no tiene esa posibilidad. En suma, el 83.1% de la
población de seis años ya está conectada en nuestro país y se mantiene una
penetración anual de 3.3%.
De acuerdo con el Digital Report 2025, los cinco
primeros países del orbe que tienen las mayores tasas de conexión a internet
son Dinamarca, Países Bajos, Noruega, Arabia Saudita y Suiza que alcanzan o
superan el 99% de la población. En lo que se refiere a nuestra región
latinoamericana las cinco naciones que tienen mayor conexión son Bahamas
(94.3%), Antigua y Barbuda (92.3%),
Chile (92.0%), Uruguay (91.0%) y Costa Rica (90.2%). México se encuentra en el séptimo puesto.
Dicho eso, también debe considerarse que es prácticamente
imposible que una nación logre que el total de su población se conecte a
internet, no solo porque a veces puede resultar complicado franquear los
impedimentos geográficos y tecnológicos para llevar la conexión a grupos
humanos aislados, sino también porque existen factores culturales, al grado que
comunidades o individuos pueden rechazar la tecnología por motivos culturales o
simples concepciones ideológicas; y también están las limitaciones en el acceso
por aspectos de control político, como acontece con países con censura. Sin
embargo, en materia de brechas, pues, no es lo mismo las que se definen por
voluntad propia y las que son impuestas por la carencia de políticas e
infraestructura tecnológica. Y lo referimos porque aproximadamente 10% de la
población en nuestro país no usa internet por falta de conocimientos, y el
18.8% no lo hace por razones como inaccesibilidad económica o falta de
contenido relevante.
Un dato que define los hábitos de conexión y consumo de
internet tiene que ver desde dónde se conectan las personas, que lo hacen
mayoritariamente desde el teléfono celular. Lo que sigue siendo ya una especie
de marca de calidad de los mismos usuarios de las nuevas tecnologías, esto
porque no se puede soslayar que existe una clara disparidad en el acceso a
computadoras, con apenas 43.9% de los hogares que disponen de algún equipo de
cómputo, o lo que es lo mismo: solo el 36% de la población usa computadoras,
una cifra muy baja y reflejo no solo de la preferencia por conectarse vía dispositivos
móviles, sino también evidencia de usuarios con una mala gestión, o de calidad
en el uso de las nuevas tecnologías, ya que por más multitareas que puedan ser
una persona la verdad es que un smartphone tiene limitaciones respecto a
la versatilidad de tareas que se pueden llevar a cabo en una computadora.
Esa penetración y peso de los smartphones se
refleja en que el 97.2% de las personas conectadas a internet lo hagan gracias
a tales dispositivos. Ello no solo refiere de una inclinación por el uso del móvil
como un metamedio de conexión y comunicación, sino también de desafíos en
términos de ciberseguridad y de la misma alfabetización tecnológica que es
precaria. Celulares y edad van junto con pegado: no extraña que los jóvenes de
18 a 24 años lideren con un 96.7% de adopción de celulares.
En términos generales, se puede decir que los usos
productivos de internet y de la digitalización nacional son una realidad:
domina el uso recreativo (interacción, redes sociales, entretenimiento) frente
a actividades como banca en línea (27.3%) o educación. Esto refleja una
adopción superficial de dichos insumos tecnológicos. El bajo uso de
computadoras —ya señalado y que vale la pena recalcar— (36%) y el acceso
limitado en sitios públicos sugieren una dependencia excesiva de smartphones,
lo que puede limitar tareas complejas o profesionales. En términos generales
hay una precaria alfabetización digital reflejada en la falta de habilidades
tecnológicas, que se tornan en una barrera clave, especialmente entre adultos
mayores y poblaciones rurales, lo que perpetúa la exclusión digital. Por otra
parte, el incremento del uso de smartphones plantea desafíos en términos
de seguridad digital y salud derivada del uso prolongado de este tipo de dispositivos
móviles.
Pero no faltamos a la verdad al decir que la ENDUTIH se
ha ido estancando. Hace falta que profundice en aspectos que han adquirido
relevancia en los últimos tiempos. Por ejemplo, no se aborda el efecto de las
nuevas tecnologías en educación, teletrabajo o cuestiones de emprendimiento, lo
que limita su utilidad para diseñar políticas públicas específicas. De igual
manera, no se exploran suficientemente las razones detrás del bajo uso de banca
en línea o comercio electrónico, como la desconfianza o la falta de
infraestructura financiera. Otra limitante es que si bien se incorporaron preguntas
relativas a streaming y dispositivos inteligentes, la encuesta no aborda
tecnologías emergentes como inteligencia artificial, internet de las cosas
(IoT) o 5G, que también se consideran cruciales para la transformación digital.
En fin, que la ENDUTIH 2024 con sus claros y oscuros es
una herramienta de auxilio, de conocimiento del mapa digital nacional, pero sí con
limitaciones en su profundidad y alcance respecto a tecnologías emergentes y
usos productivos. Asimismo, en el contexto del reciente día de internet y de la
sociedad de la información, sus datos adquieren relevancia, pero también en el
marco de una nefasta reforma de telecomunicaciones que ha puesto en marcha el
gobierno actual.
@tulios41
Publicado en La Jornada Morelos
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