En estos días Facebook ha sido acusada de haberse implicado directamente en el resultado de las elecciones estadunidenses al permitir la publicación de noticias falsas, que influyeron en la decisión de los ciudadanos para sufragar por Trump. Obama mismo ha tenido palabras duras contra Facebook. Incluso Marc Benioff , CEO de Salesforce, ha señalado que Twitter es culpable del resultado electoral de Estados Unidos.
Tampoco ha salido indemne Google: se le acusa de no frenar la difusión de noticias falsas, al no eliminar de sus búsquedas al sitio de noticias “70 News”, que difundió un falso conteo final de las elecciones que mostraba un triunfo de Trump en lo referente al voto popular, siendo que lo ganó Hillary Clinton. No obstante, se ha sobredimensionado el papel de los medios de comunicación emergentes.
En la llamada era del Big Data (BD), según Viktor Mayer-Schönberger & Kenneth Cukier, se puede lograr mayor fiabilidad en el conocimiento de o opiniones de las personas, ya que se pueden explorar grandes volúmenes de datos y alcanzar pronósticos precisos. Pero tanto las predicciones basadas en el BD como en las encuestas tradicionales no sirvieron para nada.
Trump le ponchó las llantas al Big Data y, de paso, pone en predicamento a las empresas que venden humo a diversos gobiernos, ofreciéndoles sus servicios de pitonisas y de expertas en el análisis del BD para predecir la aparición de fuertes movimientos sociales, revueltas civiles o disturbios colectivos.
También fracasaron las tecnologías de orientación personalizada, ya que software y algoritmos usados para conocer las preferencias de los votantes para enviarles mensajes políticos personalizados por correo electrónico o vía las redes sociales, no marcaron una diferencia real; si bien se promocionó a los candidatos por esa vía, la mayoría de contenidos se dedicaron a denigrar al oponente. Hillary Clinton invirtió mucho dinero en comunicación personalizada, su caballo de batalla para influir en los votantes fue el algoritmo Ada.
Además, como es habitual en las redes sociales los ciudadanos no estuvieron expuestos a diversos puntos de vista, ya que los filtros burbuja de Facebook, que operan con base en sus algoritmos para analizar los gustos de las personas, les proporcionaban contenidos únicamente afines a su perfil político, lo que los alejaba de información que no coincidiera con sus puntos de vista, conformando burbujas ideológicas y políticas.
La victoria de Trump también significó un revés para Silicon Valley. Para el periodista Farhad Manjoo, del New York Times, el triunfo de Trump llevó el optimismo tecnológico del Valle de Silicio a su límite. La tribu del Valle estaba mayoritariamente a favor de Clinton, lo que se tradujo en apoyos económicos a la candidata. Se pensaba que las nuevas tecnologías estaban en consonancia con la democracia, una mente abierta y progresista, pero no fue así.
Con el triunfo del advenedizo Trump, los directivos de Silicon Valley sienten pasos en la azotea porque sus preferencias políticas y críticas al otrora candidato republicano puede llevar a tener una relación nada amable con él en el poder, por lo que no es extraño que un sector del Valle apoye con recursos económicos a quienes impulsan que California se convierta en un nuevo país.
Las elecciones estadunidenses son un recordatorio de que los comportamientos humanos son complejos y sutiles para ser atrapados fielmente por un software o un algoritmo. Además, se exageró en la devoción puesta en los Millennials, de que serían fundamentales en el triunfo de Hillary, ya que ser usuarios de una tecnología no lleva por sí mismo a las personas a pensar en un mundo mejor; además, dicho sector no tiene un interés real por la política, no le interesa la articulación activa de lo comunitario y sólo reacciona defensivamente y quejándose de las cosas en las redes sociales, pero todo lo que transcurre fuera de un smartphone le da mucha pereza.
Artículo publicado en El Universal de Querétaro el 20/11/16.
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