Hace 25 años apareció la novela Neuromante de William Gibson, que pese a su distancia parece muy actual y llena de sugerencias para comprender el presente. Desde su publicación se tornó en una referencia para un sector de usuarios de internet de mediados de los años ochenta que trasladaron parte de su contenido al ciberespacio. Con esa obra adquiría consistencia el incipiente subgénero de ciencia ficción conocido como ciberpunk, en donde sobresalen talentosos programadores capaces de librar grandes batallas en el ciberespacio y que gracias a eso lo hacen menos pesado para los seres humanos. A pesar de que se podría suponer que a mediados de los años ochenta el desarrollo de la computadoras prometía irradiarse al grueso de la sociedad, lo que no se vislumbraba era la masificación de internet, mismo que en Neuromante se ha vuelto algo normal, aunque el ciberespacio dibujado en la obra se ha tornado en una dimensión protegida con sofisticados mecanismos de seguridad porque es la región en donde se reproducen las grandes corporaciones que controlan el planeta. Esa dimensión celosamente resguardado es vulnerada por Case, un hacker de altos vuelos (ex "vaquero de consola", como se denomina en la novela), que parasita en los bajos fondos de un extraño puerto japonés (Chiba City) en donde se congrega la más variopinta fauna procedente de diferentes partes del planeta y que destacan por su fervor delincuencial. Case establece en dicho lugar sinergias delictivas con la extravagante Molly para vulnerar la seguridad de una decadente empresa que reproduce su poder en dicha dimensión, en medio de ese entorno dominado por máquinas y seres artificiales Case y Molly saldrán airosos. Si bien el ciberespacio que dibuja Gibson en esta novela es algo con que todavía no se cuenta en la actualidad, porque el dibujado en la obra es realmente inteligente, interactivo y demencialmente maligno, internet ya es un territorio en el cual confluyen millones de seres humanos todos los días y en donde se dan los más diversos intercambios de informaciones y una reproducción de la vida y nuevas maneras de existir. La obra sigue siendo de gran relevancia y actualidad, porque plasma cómo los humanos terminamos por ser devorados por nuestras propias creaciones, de manera que las inteligencias artificiales que tan afanosamente cultivamos cotidianamente pueden un día pueden escaparse del oscuro lugar que les hemos asignado para terminar arrollándonos.
Publicado en Milenio
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