Tiempos electorales, tiempos de simulación

Frágil, endeble y absurda es nuestra democracia. Tiene poco tiempo y las prácticas de los actores políticos la ponen siempre contra la pared. Esto se palpa en las normatividades que se gestan para simular, para jugar a la democracia, ya que todos los actores políticos parecen de antemano acordar el juego de la normatividades que después violaran. Se trata de que dentro del esquema de juego se dé un rostro de querer cambiar las cosas e incluso de legislar para ir en tal sentido.

Esto se evidencia con las elecciones intermedias que prácticamente han arrancado, en donde diversos políticos, entre ellos una buena cantidad de los que aprobaron la reforma electoral a escalas federal y estatales, se abocan a erosionar y pulverizar parte de lo que aprobaron. Hoy ya abundan las promociones electorales, las campañas y precampañas en medios. Se han vuelto ya de rutina entrevistas a políticos en televisoras, estaciones de radio o sitios de internet. La mayoría de tales entrevistas son espacios comprados, lo que por ley está prohibido, pero que al ser efectuadas como entrevistas en espacios noticiosos se camuflan de interés general, aunque en algunos casos un político pueda ser entrevistados en cinco o seis medios durante un día.

Es probable que esas entrevistas en dichos medios sean tan profilácticas que no serán detectadas por los órganos electorales ya que no mediarán facturas y contrato publicitario alguno, sino que dejarán enormes ganancias para los medios que incluso podrán evadir el pago de impuestos.

Al IFE, por su parte, le dejan una tarea que no podrá cumplir y que terminará porque su credibilidad sea cuestionada por la ciudadanía quien lo culpará por esta situación de fractura de la normatividad. Sin dientes suficientes el IFE corre el riesgo de desacreditarse, lo que tampoco conviene a los políticos, de los más desacretidados ante la opinión pública.