Por doquier escucho y leo que es la actual crisis económica que golpea al mundo. Pululan las ideas de que varios ya la habían previsto y que muchos lo venían advirtiendo desde tiempo atrás. Sin embargo, cuando uno tiene la oportunidad de leer las causas que lo originaron, las rutas adecuadas para combatirla y cuáles serán sus efectos, las opiniones dejan mucho que desear, parecen más trazos de claravidentes frustrados que de especialistas o expertos en la materia. Dibujan escenarios, proponen recetas y no se ponen de acuerdo sobre el alcance de cada una de ellas e incluso terminan por contradecirse.
Pero más que ser expresión o síntoma del precario conocimiento que tienen de la materia que hablan, son la expresión de cómo los humanos somos devorados por nuestras propias creación, que parece que nuestros inventos y conocimientos mismos se independizan y emprenden rumbos incontrolables y después únicamente nos conformamos, o no nos queda otra, con caminar detrás de sus sombras.
Pero más que ser expresión o síntoma del precario conocimiento que tienen de la materia que hablan, son la expresión de cómo los humanos somos devorados por nuestras propias creación, que parece que nuestros inventos y conocimientos mismos se independizan y emprenden rumbos incontrolables y después únicamente nos conformamos, o no nos queda otra, con caminar detrás de sus sombras.
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