La red como organismo complejo requiere de especialistas y médicos confiables para dictaminar los síntomas y problemas propios que se dan en la misma. Conocidos como “digital forensic examiner” (peritos forenses digitales) dichos especialistas tienen doble papel, por un lado son expertos conocedores del funcionamiento de los equipos; por otro cual detectives digitales rastrean datos de los equipos, sitios y reconstruyen cadenas de datos que les permitan ubicar a delincuentes o establecer hipótesis de trabajo.
Ilustremos un caso. En un determinado momento la policía tiene ubicada a una banda delincuencial relacionada con el narcotráfico que opera camuflada desde una empresa desde la cual se encargan de lavar dinero, pero gracias a un seguimiento detallado y ciertas pruebas exhibidas ante un juez obtienen del mismo una orden de cateo que les permite acceder al domicilio desde donde llevan a cabo sus ilícitos. Sin embargo, cuando ingresan al mismo y se dirigen a recabar pruebas que creen se encuentran en los equipos de cómputo, desde donde los delincuentes efectúan operaciones electrónicas, se percatan que están completamente formateadas. Así que su tarea es recuperar toda la información con una serie de utilerías y programas para conformar un arsenal de evidencias de los actos delictivos y ofrecer pruebas de todos los ilícitos que han cometido.
Lo referido forma parte de una tarea efectuada por peritos forenses digitales que poseen un sólido conocimiento en matemáticas, que tienen capacidad y experiencia en juicios y demandas judiciales como para traducir sus hallazgos y procedimientos de investigación de manera sencilla, esto con la finalidad de que las autoridades puedan tener plena claridad de los procedimientos técnicos usados y que también otros especialistas puedan analizarlos y, sobre todo, se conviertan en un método de resolución de determinados procesos para que terceras personas puedan llegar al mismo resultado usando la misma técnica y/o aplicaciones.
No está demás decir que en Latinoamérica tenemos pocos peritos forenses digitales, pero que son necesarios en cantidad y calidad y seguramente debido al auge de los delitos digitales en el futuro cercano veremos su paulatino crecimiento en nuestro entorno y en toda la región.
Publicado en Milenio diario.
Ilustremos un caso. En un determinado momento la policía tiene ubicada a una banda delincuencial relacionada con el narcotráfico que opera camuflada desde una empresa desde la cual se encargan de lavar dinero, pero gracias a un seguimiento detallado y ciertas pruebas exhibidas ante un juez obtienen del mismo una orden de cateo que les permite acceder al domicilio desde donde llevan a cabo sus ilícitos. Sin embargo, cuando ingresan al mismo y se dirigen a recabar pruebas que creen se encuentran en los equipos de cómputo, desde donde los delincuentes efectúan operaciones electrónicas, se percatan que están completamente formateadas. Así que su tarea es recuperar toda la información con una serie de utilerías y programas para conformar un arsenal de evidencias de los actos delictivos y ofrecer pruebas de todos los ilícitos que han cometido.
Lo referido forma parte de una tarea efectuada por peritos forenses digitales que poseen un sólido conocimiento en matemáticas, que tienen capacidad y experiencia en juicios y demandas judiciales como para traducir sus hallazgos y procedimientos de investigación de manera sencilla, esto con la finalidad de que las autoridades puedan tener plena claridad de los procedimientos técnicos usados y que también otros especialistas puedan analizarlos y, sobre todo, se conviertan en un método de resolución de determinados procesos para que terceras personas puedan llegar al mismo resultado usando la misma técnica y/o aplicaciones.
No está demás decir que en Latinoamérica tenemos pocos peritos forenses digitales, pero que son necesarios en cantidad y calidad y seguramente debido al auge de los delitos digitales en el futuro cercano veremos su paulatino crecimiento en nuestro entorno y en toda la región.
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