Pocas industrias como la musical han podido experimentar grandes cambios en un lapso tan corto. Desde que en 1999 Shawn Fanning, estudiante de la Universidad de North Eastern, decidió pasarse 72 horas sin dormir para desarrollar el programa Napster, con el fin de acceder a la música de algunas computadoras de sus compañeros del campus, la industria musical se puso patas arriba.
Pero lo que Fanning y otros más hicieron con sus aportes y talentos fue cambiar el consumo musical. Simbólicamente la combinación del MP3 y programas como Napster fueron equivalentes a lo efectuado en su momento por Gutenberg, quien liberó al libro del alto costo de su fabricación manual e hizo de los textos un bien producido masivamente y al alcance de cualquiera.
Fanning liberó con Napster a la música de la tiranía de un soporte físico, la independizó del concepto conocido como pago por copia. Privilegiar a los artistas capaces de entregar un producto estándar o al gusto de la mayoría en un soporte físico tuvo sentido cuando éstas eran escasos, donde hacer llegar el disco y la música a los oídos de los consumidores era posible gracias a un coste por cada unidad de soporte vendido. Pero en la actualidad los discos ya no son necesarios.
Los clientes tienen en internet al mejor canal de distribución jamás diseñado por la mano del hombre, capaz de poner a disposición una cantidad de música superior a lo que la mezquina industria ofrece (que no es más que un escaso 5 por ciento del total de la música producida en la historia…) Empeñarse en que el soporte CD tiene como tal un valor al que es preciso ligar un importe por copia es, simplemente, resultado de una idea nostálgica, absurda e incapaz de entender las tendencias y los cambios tecnológicos.
Además, si se eliminan las restricciones que impiden el desarrollo de grandes series de productos idénticos para poder rentabilizar los costes de producción y distribución, se puede abrir camino a una época en la que la creación no esté vinculada al desarrollo de un mercado masivo, dando paso a la diversidad y a una producción artística superior.
La idea del consorcio discográfico de que el modelo P2P vulnera la creación artística o conlleva en cierta medida la desaparición de la cultura es, por tanto, absurdo, un argumento interesado en seguir reproduciendo un caduco modelo de negocio, una falacia en la cual se han montado las mismas sociedades defensoras de los derechos de autor de los músicos, pero que en buena lógica refleja algo completamente alejado de la realidad.
antulio.blogspot.com
Pero lo que Fanning y otros más hicieron con sus aportes y talentos fue cambiar el consumo musical. Simbólicamente la combinación del MP3 y programas como Napster fueron equivalentes a lo efectuado en su momento por Gutenberg, quien liberó al libro del alto costo de su fabricación manual e hizo de los textos un bien producido masivamente y al alcance de cualquiera.
Fanning liberó con Napster a la música de la tiranía de un soporte físico, la independizó del concepto conocido como pago por copia. Privilegiar a los artistas capaces de entregar un producto estándar o al gusto de la mayoría en un soporte físico tuvo sentido cuando éstas eran escasos, donde hacer llegar el disco y la música a los oídos de los consumidores era posible gracias a un coste por cada unidad de soporte vendido. Pero en la actualidad los discos ya no son necesarios.
Los clientes tienen en internet al mejor canal de distribución jamás diseñado por la mano del hombre, capaz de poner a disposición una cantidad de música superior a lo que la mezquina industria ofrece (que no es más que un escaso 5 por ciento del total de la música producida en la historia…) Empeñarse en que el soporte CD tiene como tal un valor al que es preciso ligar un importe por copia es, simplemente, resultado de una idea nostálgica, absurda e incapaz de entender las tendencias y los cambios tecnológicos.
Además, si se eliminan las restricciones que impiden el desarrollo de grandes series de productos idénticos para poder rentabilizar los costes de producción y distribución, se puede abrir camino a una época en la que la creación no esté vinculada al desarrollo de un mercado masivo, dando paso a la diversidad y a una producción artística superior.
La idea del consorcio discográfico de que el modelo P2P vulnera la creación artística o conlleva en cierta medida la desaparición de la cultura es, por tanto, absurdo, un argumento interesado en seguir reproduciendo un caduco modelo de negocio, una falacia en la cual se han montado las mismas sociedades defensoras de los derechos de autor de los músicos, pero que en buena lógica refleja algo completamente alejado de la realidad.
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