Chips cerebrales

sábado, 5 de diciembre de 2009

La literatura ciberpunk hizo de la idea de los implantes cerebrales la posibilidad inexorable de los seres humanos para poder potenciar sus capacidades cognitivas, pero también advirtió que dichas interfaces podrían no sólo servir para controlar las computadoras y diversos dispositivos computacionales, sino que podrían ser un recurso para transparentar por completo las actividades y pensamientos humanos, y a la postre terminar por hacer de los humanos una entelequia.

Esto que dos décadas atrás podría ser visto como producto directo de la imaginación o mero onanismo mental, ahora se ha vuelto prácticamente una parte más de la realidad. Recientemente investigadores de Intel dieron a conocer a los medios de comunicación que ya usan en diversos voluntarios implantes que aprovechan las ondas cerebrales para navegar por internet, manipular documentos y mucho más.

De hecho, esto va en la dirección estimada de que en el futuro sin usar prácticamente interfaz de por medio, el usuario teledirigiría desde su cerebro mensajes a Twitter, actualizará su blog, explorará la red o hará nuevos contactos. Y todo eso que ahora se experimenta ha sido factible gracias a que existe un mercado para poder ponerlo en marcha, debido a que un buen de personas son devotas de la movilidad y la conexión a internet de forma perpetua y de que la red esté disponible en cualquier lugar al que él se desplace. Por eso, pues, ya no es extraño que se fabriquen interfaces intuitivas, orgánicas y biológicas.

Navegar por la red mediante el poder de los pensamientos es algo seductor. Sin embargo, un problema que sigue causando temores es el de la privacidad. Un chip insertado en el cerebro se vuelve una apetitosa oportunidad para que las tecnologías de geoposicionamiento puedan ubicar en todo momento a su portador. Pero no olvidemos que en este momento ni siquiera somos capaces de proteger o resguardar nuestros datos en las redes sociales. Qué bueno que se cuente con herramientas que permitan colaborar y unir esfuerzos cognitivos en el ciberespacio, pero no a costa de perder el control de nuestra intimidad. Por ello, la advertencia ciberpunk sigue aún vigente.

Publicado en el diario Milenio.

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