Un jurado de Minnesota en Estados Unidos ha multado con 222 mil dólares a una mujer por compartir 24 canciones en internet, lo que se traduce en una de las sanciones más altas por traficar con tan pocas melodías. Aunque según indican los representantes de las discográficas estadunidenses esa medida no tiene por objetivo resarcirse de las pérdidas por el intercambio de música sino convertirlo en un ejemplo y factor de disuasión para los usuarios de internet.
Pero mientras eso acontece, otra usuaria estadunidense de las nuevas tecnologías, Dongmei Li, ha presentado una demanda absurda e inverosímil, como la que ha efectuado la industria discográfica con la ya referida usuaria de internet. Dongmei reclama sin rubor alguno que la empresa de la manzana le haga entrega de un millón de dólares porque decidió bajar el precio del iPhone de 8GB en 200 dólares.
La demandante alude que fue timada, que debió pagar una cantidad mayor y que hacerse de dicho aparato repercutió en su bolsillo, siendo que si Apple lo hubiera puesto desde el inicio a un precio como el de ahora, no le hubiera ocasionado daño a su patrimonio. Lo absurdo es que al adquirirla eso evidenció que el precio no le parecía mal y si la compra le significó privarse de la compra de otros productos fue su problema personal. Si bien es cierto que la mayoría de los consumidores del iPhone lo considera muy caro, eso no les ha impedido adquirir dicho aparato. La demandante no puede argumentar que se trató de un precio abusivo el que tuvo que pagar, ya que al no ser un producto de primera necesidad tuvo premura en comprarlo cuando se lanzó y eso fue reflejo de que su interés era hacerse del mismo para quedarse con él o venderlo a otra persona.
Lo que en realidad llevó a esta chica a comprar dicho producto, es simple y llanamente el afán de estar a la moda, de ser parte del exclusivo grupo in que está a tono con los gadgets de punta. Lo que buscaba era alimentar su ego, que el mismo fuera satisfecho y para ello no reparó en los costos. Cometió un error porque no calculó que el monto del producto bajaría notoriamente en poco tiempo. Se equivocó y sus expectativas fueron vapuleadas. Incluso Apple ha dicho que no adquirió el aparato que es motivo de la demanda, pero sí compró dos iPhones de 4 GB.
Posiblemente lo que pretenda Li es crear ruido mediático, provocar temor en Apple quien ante un posible daño a su imagen opte por negociar con ella y le pague una cantidad inferior a lo que pide. En definitiva, aquí estamos ante esos absurdos en que cae la protección del consumidor que deriva en chantajes de personas para hacerse de dinero inmerecido.
Publicado en Milenio, 13 de octubre de 2007.
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