Este año el chat alcanza los veinte años de existencia. Para algunos fue en la primavera de 1988 que surgió, para otros en el verano de ese mismo año, aunque más allá de las precisiones de su nacimiento, lo cierto es que dichos espacios digitales se han tornado en uno de los servicios más usados de la red y son la expresión genuina de la cibercultura.
Desde el punto de vista técnico lo más destacado de los chats estuvo en la posibilidad de que los usuarios del mismo pudieran dialogar o “conversar” en tiempo real, de adoptar el concepto de canales de radioanimación, la aportación más interesante de la comunidad de radioaficionados, al permitir que los usuarios entraran en diferentes diálogos. A partir de 1989 los chats empezaron a propagarse por el planeta, fue el momento en que su creador, Jarkko Okarinen, convenció a diversos amigos de su natal Finlandia para instalarlo en algunas máquinas de la incipiente red finlandesa y poco después su programa fue a parar a otros servidores de otras naciones, con lo que empezó su acelerado perfeccionamiento y siete años después ya alcanzaba a segmentos importantes de todo el planeta, tornándose en un medio sin el cual la red sería imposible de entenderse.
Desde el punto de vista antropológico la red abrió la puerta a una dimensión humana en donde diversos grupos étnicos y etarios encontraron un nuevo sentido a su existencia. Los chats desde sus inicios y, sobre todo, con su uso masivo se volvieron en una perpetua fábrica de ilusiones, en donde los usuarios al perder su consistencia corporal tenían la oportunidad de promover el reinado de lo subjetivo, en donde el tiempo parecía haberse agotado y en donde los usuarios retornaban cronológicamente a etapas infantiles y caían narcotizados por el efecto.
En cada usuario de los chats parece estar escrito y plasmado un código de comportamiento que condensa la esencia de lo que son dichos espacios, ya que llevan a las personas a un inagotable destino: el juego como factor de existencia. De esa manera los chats se vuelven una metáfora sobre la cual caminan las personas con el alma llena de intranquilidad y en donde la inclinación por lo fugaz los lleva a tornarse en unos nómadas.
Pero tal vez la gran enseñanza de los chats desde el punto de vista antropológico y psicológico es que todos los usuarios se tornan por acto de magia en jóvenes, en seres incapaces de percibir el tiempo como algo lineal o que los conduce a ubicarse siempre hacia delante, sino que los orilla a situarse en un estrecho círculo temporal que curiosamente los lleva a paisajes permanentemente cambiantes. Pero la paradoja es que muchos de repente se percatan que esas realidades están sostenidas por ladrillos similares y lo que en un primer momento parecía una "nueva vida" deviene sólo en una simple variación de la anterior.
Desde el punto de vista técnico lo más destacado de los chats estuvo en la posibilidad de que los usuarios del mismo pudieran dialogar o “conversar” en tiempo real, de adoptar el concepto de canales de radioanimación, la aportación más interesante de la comunidad de radioaficionados, al permitir que los usuarios entraran en diferentes diálogos. A partir de 1989 los chats empezaron a propagarse por el planeta, fue el momento en que su creador, Jarkko Okarinen, convenció a diversos amigos de su natal Finlandia para instalarlo en algunas máquinas de la incipiente red finlandesa y poco después su programa fue a parar a otros servidores de otras naciones, con lo que empezó su acelerado perfeccionamiento y siete años después ya alcanzaba a segmentos importantes de todo el planeta, tornándose en un medio sin el cual la red sería imposible de entenderse.
Desde el punto de vista antropológico la red abrió la puerta a una dimensión humana en donde diversos grupos étnicos y etarios encontraron un nuevo sentido a su existencia. Los chats desde sus inicios y, sobre todo, con su uso masivo se volvieron en una perpetua fábrica de ilusiones, en donde los usuarios al perder su consistencia corporal tenían la oportunidad de promover el reinado de lo subjetivo, en donde el tiempo parecía haberse agotado y en donde los usuarios retornaban cronológicamente a etapas infantiles y caían narcotizados por el efecto.
En cada usuario de los chats parece estar escrito y plasmado un código de comportamiento que condensa la esencia de lo que son dichos espacios, ya que llevan a las personas a un inagotable destino: el juego como factor de existencia. De esa manera los chats se vuelven una metáfora sobre la cual caminan las personas con el alma llena de intranquilidad y en donde la inclinación por lo fugaz los lleva a tornarse en unos nómadas.
Pero tal vez la gran enseñanza de los chats desde el punto de vista antropológico y psicológico es que todos los usuarios se tornan por acto de magia en jóvenes, en seres incapaces de percibir el tiempo como algo lineal o que los conduce a ubicarse siempre hacia delante, sino que los orilla a situarse en un estrecho círculo temporal que curiosamente los lleva a paisajes permanentemente cambiantes. Pero la paradoja es que muchos de repente se percatan que esas realidades están sostenidas por ladrillos similares y lo que en un primer momento parecía una "nueva vida" deviene sólo en una simple variación de la anterior.
Publicado en Milenio.
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