Si un momento clave existe en internet ese es la creación del TCP (protocolo de control de transmisión) y el IP (protocolo internet), que fueron los que permitieron a computadoras interconectarse y hablar un idioma común, que incluso alcanzó a equipos con sistemas operativos diferentes, haciendo posible el trabajo en red y compartir datos entre equipos remotos.
Fue precisamente hace 23 años que la otrora Arpanet decidió cambiar de protocolo, pasar del NCP a los referidos TCP/IP. Lo interesante de esto estuvo en la sinergia de muchos talentos universitarios, lo que más tarde desembocó en la creación de una infinidad de protocolos que vinieron a perfeccionar internet y lo convirtieron en un lugar amable e interactivo.
Pero lo más importante del desarrollo del TCP/IP no fue el invento por sí mismo, sino la filosofía que lo gestó y que era distintiva de los primeros creadores de internet: ser un medio de comunicación común y que por ende los protocolos que la hacían funcionar debían ser abiertos, o lo que es lo mismo gratuitos.
Sin embargo, cuando el ciberespacio fue habitado por millones de personas esa idea se perdió, al grado que hoy día existen una infinidad de protocolos propietarios, lo que evidencia que los sueños de los pioneros de la red se han erosionado en detrimento de los intereses comerciales. No por algo esa situación ha llevado a los hackers, cual si fueran discípulos de Ruth Finnegan, a indicar que la tecnología depende de quien la controle, de quien entiende cómo funciona y de quienes deciden cómo y dónde se hará uso de ella.
Otras utopías rotas
También a principios de enero, pero nueve años después de haberse creado el TCP/IP, nació la Sociedad Internet (Internet Society) o Isoc con el fin de convertirse en un promotor del uso de internet y que ésta se extendiera a todos los habitantes del planeta. Desde su fundación en Tokio en 1992 la Isoc difundió dos ideas básicas: una que a través de dicho organismo pudieran surgir los miembros a las diversas instancias que administran la red e incluso que ella misma asumiera tales funciones; la otra promoverla como la encarnación de la utopía comunicativa, partiendo de que el ciberespacio ponía la información al alcance de cualquier persona en cualquier momento y en cualquier lugar, conformando una comunidad virtual que se podría comunicar sin, prácticamente, otra limitación que su imaginación.
Actualmente la Sociedad Internet cuenta con más de 150 organizaciones y sus miembros individuales provienen de un poco más de 190 países. Sin embargo, su crecimiento ha sido proporcional a la pérdida de su influencia en la administración de internet y los diversos capítulos de la misma parecen más un club estilo estadunidense que un organismo con presencia e influencia real en los destinos de internet.
Hoy las utopías iniciales de una tecnología abierta y no propietaria de la red, que esté al alcance de todos los habitantes del planeta, si bien no han muerto del todo porque la comunidad internet es algo vivo, abierto y en constante transformación, sí se han ido reduciendo a simples y extravagantes afanes comunitarios.
Publicado en el diario Milenio, 7 de enero 2006.
Enlace permanente
Fue precisamente hace 23 años que la otrora Arpanet decidió cambiar de protocolo, pasar del NCP a los referidos TCP/IP. Lo interesante de esto estuvo en la sinergia de muchos talentos universitarios, lo que más tarde desembocó en la creación de una infinidad de protocolos que vinieron a perfeccionar internet y lo convirtieron en un lugar amable e interactivo.
Pero lo más importante del desarrollo del TCP/IP no fue el invento por sí mismo, sino la filosofía que lo gestó y que era distintiva de los primeros creadores de internet: ser un medio de comunicación común y que por ende los protocolos que la hacían funcionar debían ser abiertos, o lo que es lo mismo gratuitos.
Sin embargo, cuando el ciberespacio fue habitado por millones de personas esa idea se perdió, al grado que hoy día existen una infinidad de protocolos propietarios, lo que evidencia que los sueños de los pioneros de la red se han erosionado en detrimento de los intereses comerciales. No por algo esa situación ha llevado a los hackers, cual si fueran discípulos de Ruth Finnegan, a indicar que la tecnología depende de quien la controle, de quien entiende cómo funciona y de quienes deciden cómo y dónde se hará uso de ella.
Otras utopías rotas
También a principios de enero, pero nueve años después de haberse creado el TCP/IP, nació la Sociedad Internet (Internet Society) o Isoc con el fin de convertirse en un promotor del uso de internet y que ésta se extendiera a todos los habitantes del planeta. Desde su fundación en Tokio en 1992 la Isoc difundió dos ideas básicas: una que a través de dicho organismo pudieran surgir los miembros a las diversas instancias que administran la red e incluso que ella misma asumiera tales funciones; la otra promoverla como la encarnación de la utopía comunicativa, partiendo de que el ciberespacio ponía la información al alcance de cualquier persona en cualquier momento y en cualquier lugar, conformando una comunidad virtual que se podría comunicar sin, prácticamente, otra limitación que su imaginación.
Actualmente la Sociedad Internet cuenta con más de 150 organizaciones y sus miembros individuales provienen de un poco más de 190 países. Sin embargo, su crecimiento ha sido proporcional a la pérdida de su influencia en la administración de internet y los diversos capítulos de la misma parecen más un club estilo estadunidense que un organismo con presencia e influencia real en los destinos de internet.
Hoy las utopías iniciales de una tecnología abierta y no propietaria de la red, que esté al alcance de todos los habitantes del planeta, si bien no han muerto del todo porque la comunidad internet es algo vivo, abierto y en constante transformación, sí se han ido reduciendo a simples y extravagantes afanes comunitarios.
Publicado en el diario Milenio, 7 de enero 2006.
Enlace permanente
0 comentarios:
Publicar un comentario