Derechos mochos de Milka y Armani

lunes, 21 de marzo de 2005

En teoría internet es una república democrática en donde cualquier persona puede domiciliarse y construir su sitio en el ciberespacio en completa libertad. Pero en los hechos no es así porque en estos tiempos de globalización, en que las marcas son mundiales, el derecho sobre los nombres y direcciones de internet no los tiene quien los registra primero, sino quien está respaldado por una empresa trasnacional. Esto se ha comprobado recientemente porque la vaca del chocolate Milka le ganó la partida a una modista llamada Milka. Lo peor de este embrollo no está en que la segunda nunca se imaginó que un sui generis regalo que le hizo su hijo hace cuatro años le ocasionaría un dolor cabeza, sino embarcarse en gastos excesivos para enfrentar una lucha en los tribunales galos por el aberrante esquema de derechos que prevalece en los nombres de dominio.
Después de una batalla jurídica entre la empresa y la modista, recientemente un tribunal francés condenó a la segunda y le ordenó devolver el nombre de su dominio (www.milka.fr) a la poderosa empresa trasnacional Kraft Foods, que produce el conocido chocolate Milka, cuyo símbolo es una vaca con manchas violetas. La incongruencia de esto es que la modista Milka Budumir no tiene ninguna vaca en su sitio ni el color usado en el mismo tiene relación con el de la transnacional, tampoco dio de alta su sitio con la finalidad de revenderlo, como acostumbran algunos que lucran con los dominios, sino que fue un obsequio de su hijo para que pudiera promocionar sus trabajos en el ciberespacio. Quien quiera conocer los pormenores de este caso puede acudir a la página, de esta poco conocida modista, en donde expone todos disparates de ese embrollo judicial.
Esta situación no es extraña si se toma en cuenta que en la mayoría de litigios por un dominio en donde intervienen personas o marcas conocidas contra otras que no lo son, salen ganando las primeras. Es una práctica que hace de marcas y personas famosas los únicos con derechos. Eso fue lo que llevó a Luca Armani a perder su dominio a manos de Giorgio Armani. El primero, un gris fabricante de sellos, nunca pudo defender su dominio de la influencia del conocido modisto, quien a fines del año pasado, después de poner en marcha la demanda respaldada en un batería de abogados, se quedó con el dominio armani.it. Luca por su parte obtuvo la benevolencia de Giorgio quien le ayudó a pagar parte de la multa que le impuso el juez. Estas dos historias son parte parte de las paradójicas y ridículas maneras de darse las batallas y disputas por los nombres de dominio, que se resuelven con base en principios que enorgullecerían al desaparecido Darwin.

Replicante a escena
La oferta de lecturas abundan en este mundo digital, una reciente es la de la revista Replicante (www.revistareplicante.com) editada por Roberta Garza y Rogelio Villarreal. Apenas en su segundo número la publicación combina la edición en papel y la electrónica y surge con el interés explícito de buscar los inexistentes lectores nacionales. Así que para un país en ruinas, como reza el eslogan de la publicación, ella ofrece una interesante propuesta editorial en donde se articulan frescura, irreverencia y reflexión.
Publicado en Milenio, 20 de marzo 2005.

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