La lucha por los semiconductores

miércoles, 25 de septiembre de 2024

 

El libro Silicon Triangle (shre.ink/gRsI) es un análisis amplio de la manera en que se interconectan los aspectos económicos, políticos y geopolíticos en la producción de semiconductores. En particular el libro explora esa situación que vive Estados Unidos respecto a Taiwán y China en el contexto de la seguridad global y el papel que juegan las nuevas tecnologías, en particular los semiconductores. La obra fue coordinada a tres teclados por Larry Diamond, James O. Ellis Jr. y Orville Schell, en donde convergen análisis sobre tecnología, economía, estrategia militar, industria y política. La obra es el resultado de las deliberaciones y análisis de un grupo de trabajo multidisciplinario conformado por tecnólogos, economistas, estrategas militares, actores de la industria y expertos en políticas regionales. A lo largo de 18 meses este grupo trabajó para analizar la dinámica de la cadena de suministro global en semiconductores.

Debemos recordar que los semiconductores son el ingrediente fundamental de los chips, son como el barro que se usa para moldear las piezas de cerámica. Sin ellos, los chips, esos componentes electrónicos que impulsan nuestros dispositivos, simplemente no existirían. Hoy día la batalla está en la producción de semiconductores, que se dividen en intrínsecos y extrínsecos, pero son los segundos los más utilizados en la inteligencia artificial (IA) y Taiwán Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) es la líder en este campo.

Estos semiconductores permiten que se pueda ajustar la conductividad y crear dispositivos complejos por lo cual son ideales en la producción y dominio de los circuitos integrados avanzados, esenciales para el desarrollo de tecnologías de punta como la IA, la computación en la nube y la internet de las cosas; además, son clave para las cuestiones de seguridad, amén de ser significativos desde el punto de vista económico, al ser estratégicos para desarrollar productos innovadores y competitivos en los mercados globales.

El libro está centrado en la importancia de los semiconductores en la economía global y su papel en la seguridad nacional de Estados Unidos, son el factor esencial en la lucha que mantiene ese país con China por la hegemonía en el campo de la IA. El libro refiere que la dependencia de Taiwán para producir semiconductores y la creciente presión china sobre esa pequeña nación para controlarla directamente es un desafío para la seguridad global. Para abordar ese problema, los autores ofrecen una serie de recomendaciones para que Estados Unidos y aliados aseguren una cadena de suministro confiable de semiconductores.

Para comprender lo complicada que es la cadena de suministro, de la logística endiablada que eso conlleva citemos a los autores: «ningún país tiene ahora una cadena de suministro de chips completamente autónoma. […] cada ciclo de producción ahora implica una colaboración multinacional extremadamente compleja. Las herramientas y el diseño de software se realizan en gran medida en Estados Unidos. Las herramientas de fabricación extremadamente sofisticadas, como las máquinas de litografía, se producen principalmente en Estados Unidos, Países Bajos y Japón. La fabricación y el embalaje se efectúan en Taiwán y Corea. Las pruebas se realizan en gran medida en China y el sudeste asiático, y el ensamblaje de dispositivos terminados se centra predominantemente en China, junto con alguna migración reciente a Vietnam e India».

En tal sentido, los autores señalan que Estados Unidos deben diversificar su cadena de suministro de semiconductores, reducir su dependencia de Taiwán y China, y aumentar su producción doméstica de semiconductores extrínsecos; pero al mismo tiempo, debe fortalecer su cooperación con Taiwán en el ámbito de la fabricación de semiconductores, incluyendo colaboraciones en investigación y desarrollo, intercambio de personal y evaluaciones conjuntas de vulnerabilidades en la cadena de suministro.

De igual manera, los autores reconocen que si bien es necesario no depender tanto de Taiwán por ahora es un socio estratégico, y lo es porque el sistema de fundición ultramoderno y bien administrado de Taiwán ha permitido a esa nación producir más del 90 por ciento de los chips lógicos de vanguardia del mundo y más del 20 por ciento de sus chips heredados, que en conjunto contribuyen a casi el 40% del incremento agregado de potencia computacional del mundo cada año. Debe recordarse que los chips lógicos realizan operaciones complejas, mientras que los heredados tienen funciones específicas y limitadas: mientras los lógicos se diseñan para realizar operaciones complejas y son más eficientes, los heredados son específicos para aplicaciones antiguas y menos eficientes. Por eso la IA usa principalmente los chips lógicos, los diseñados para procesamiento de información compleja y aprendizaje automático.

Por tal aspecto es que los autores recomiendan que al mismo tiempo Estados Unidos trabaje en detener la agresión china hacia Taiwán, incluyendo la venta de armas y la coordinación de entrenamiento entre fuerzas militares en el Indo-Pacífico; también se debe desarrollar una estrategia integral de seguridad que abarque la producción, el comercio y la defensa, para asegurar la continuidad de la cadena de suministro de semiconductores.

El fuerte del libro está en manejar un enfoque interdisciplinario, en donde se combinan los análisis tecnológicos, económicos, las cuestiones de estrategia militar y la política regional. Los autores presentan un análisis detallado y bien documentado de la situación actual y ofrecen recomendaciones prácticas y realistas para abordar los desafíos que enfrenta la seguridad global de los semiconductores.

Sin embargo, el libro también tiene algunas debilidades. Algunos lectores pueden encontrar que el texto es demasiado técnico y especializado, que puede ser difícil de seguir para quienes no tienen un conocimiento previo en los temas abordados. Además, aunque el libro ofrece recomendaciones detalladas, no proporciona un plan de acción claro y específico para implementarlo.

Como es característico en este tipo de obras, el análisis se centra en la perspectiva estadounidense, no se hace un análisis crítico de la industria de Taiwán y China, las posturas y estrategias que los chinos toman al respecto, tampoco aborda las implicaciones éticas y sociales de la dependencia de los semiconductores y de la misma batalla que se libra por la hegemonía en ese sector. Además, no se abordan los efectos que esa disputa tiene en otras zonas del orbe. Asimismo, se dejan de lado las erráticas políticas industriales de Estados Unidos que en medio del frenesí de la globalización de los años sesenta y setenta del siglo pasado, llevó a las grandes tecnológicas a exportar su know how a China con el fin de fabricar productos a un menor costo de producción pero eso terminó fortaleciendo competitivamente a China. El impacto de los semiconductores y la disputa por la IA es el resultado de esas erráticas políticas.

@tulios41

Publicado en La Jornada Morelos 

https://www.lajornadamorelos.mx/opinion/la-caza-digital-72/

Las batallas de X

viernes, 20 de septiembre de 2024

 

Como se sabe el 8 de enero de 2023 una turba de partidarios del otrora presidente brasileño Jair Bolsonaro, irrumpieron en el Congreso, el Palacio de Planalto y el Tribunal Supremo, demandando que Bolsonaro fuera reinstaurado como presidente y se destituyera al hoy presidente, Lula da Silva. Ese violento suceso —copia de lo sucedido en el Capitolio de Estados Unidos en enero de 2021— fue condenado por amplios sectores en la sociedad brasileña y se tipificó como intento de golpe de Estado. En tal escenario las redes sociales tuvieron un papel destacado, particularmente X, tanto en la organización y promoción de las protestas y los mismos actos violentos ocurridos en Brasil.

Ese es el contexto en el que se ubica la decisión más reciente del magistrado Alexandre de Moraes, del Supremo Tribunal Federal de Brasil, de suspender temporalmente el servicio de X en Brasil. Posterior a esa invasión de los edificios de los diversos poderes de Brasil ya referidos, se desprendieron una serie de investigaciones y requerimientos a X para que eliminara perfiles y mensajes de determinada personas, cuestiones que fueron no solo incumplidas sino atacadas por el dueño de X.

Elon Musk respondió, cual su estilo, con exabruptos y elevando la apuesta, cerró sus oficinas en Brasil y se negó a acatar las medidas. Sin embargo, como es característico de él (ya que no traga ácido sulfúrico ni es imbécil), posteriormente empezó a cambiar de postura y se dijo dispuesto a dialogar con las autoridades para acatar los requerimientos, entre las cuales están también las multas, que se han hecho a su empresa. Entre más tiempo pase sin solventar eso sus empresas pierden más dinero.

Mal hicieron quienes celebraron las posturas de Musk y lo enaltecieron como la quintaesencia de la libertad de expresión, pero también errónea fue la postura de los fundamentalistas que ven en Musk la encarnación del averno y se inclinaron a celebrar la medida de las autoridades judiciales brasileñas, considerándola impoluta y democrática, pero pasaron por alto los desatinos, desconocimientos de las autoridades brasileñas en la manera de operar de las tecnologías digitales y, de paso, violentar los derechos de los usuarios.  

Para nadie es un secreto que las Big Tech son buenas en eso de no respetar leyes en diversos países. Un argumento común, que en diversos momentos sí les valió, fue que las sanciones y decisiones judiciales en otras naciones no eran válidas por la carencia de jurisdicción: sus domicilios fiscales estaban fuera de dicha nación, o en su defecto que las filiales registradas fuera de Estados Unidos no tenían relación con la empresa principal que administra dicha firma de internet. Esa situación prácticamente se ha solventado en la inmensa mayoría de países que han hecho obligatorio tener representación legal, tal como lo evidencia la nueva legislación europea de plataformas digitales: la Ley de Servicios Digitales.

En Brasil la confrontación resulto disonante porque el dueño de X, Elon Musk, se enfrascó directamente en una disputa verbal con los jueces, cuestionó la integridad de la misma justicia brasileña y se burló de ella. Fue un auténtico desafío, pero es cierto que la medida de la autoridad judicial de suspender totalmente un servicio fue desproporcionada porque afectó a todos los usuarios de X en Brasil, la mayoría no tenían o no estaba vinculada con la decisión judicial inicial.

En el afán de que X entregara los datos y bloqueara a determinadas personas, usuarios de la misma, se afectaron a millones de personas que no tenían nada que ver con tales actos sancionados. Pero eso tampoco sirvió para hacer que los usuarios comprendieran el valor del respeto de las normatividades, que acataran la sentencia porque la gente se volcó a usar los servicios de VPN; a raíz de la prohibición el uso de VPN en Brasil se disparó de manera notoria: tuvo un incremento de 1600% en pocos días (shre.ink/gwg3). Cuestión que refleja el rechazo de usuarios a la censura y su deseo de acceder a X, que la misma es una plataformas de comunicación que les es necesaria.

Sin embargo, el affaire X en Brasil tiene otras implicaciones porque lleva a cuestionarse si para una empresa es obligatorio dar respuesta positiva a todo requerimiento o prohibición que le haga una autoridad judicial, independientemente del tipo de gobierno o régimen que se trate, o debe de hacerlo sólo cuando emanen de un gobierno democrático. Por un lado, está la cuestión de si es válido, si su sentencia está fundada. Pero no solo eso, es fundamental que quien sanciona tenga la capacidad de considerar los efectos técnicos y prácticos de las medidas que desea implementar, porque en el caso de un ecosistema de comunicación digital cualquier medida que se tome se traduce en consecuencias directas e indirectas, de derivas que tienen múltiples consecuencias no deseadas en la comunicación de las personas.

La negativa de X a cumplir las órdenes judiciales ha sido interpretada por algunos analistas como una decisión política de Musk, más que una preocupación genuina por la libertad de expresión. Esto tiene sentido cuando vemos que tiene abiertos varios litigios en distintos de Europa, pero en donde sí ha decidido litigar las demandas. Es decir, Musk tiene en su radar distintas maneras de proceder, dependiendo del país que lo sancione.  

Más allá de eso, también es cierto que la justificación de las autoridades brasileñas para bloquear VPNs a menudo se basa en razones de seguridad nacional o control de contenidos, dichas medidas violentan los derechos humanos de las personas: para empezar violenta el derecho a la privacidad, ya que la idea de sancionar a quienes usen las VPNs equivale a monitorear a los usuarios y violentar derechos de privacidad; afecta la libertad de expresión e impide que las personas puedan acceder a información y la capacidad de expresarse libremente en línea. Además, las mismas autoridades brasileñas vieron que eran medidas absurdas —como lo fueron en su momento también contra WhatsApp—, se dieron cuenta de la dificultad y la ineficacia de bloquear el acceso a X vía VPNs, optaron por recular y ya no aplicar la medida. Sin olvidar que la medida generó críticas a nivel nacional e internacional, lo que pudo influir también en la decisión de revocarla.

A medida que el caso de X en Brasil siga en desarrollo, porque eso aún no concluye, sigue vigente la reflexión del tema sobre la importancia de la libertad de expresión, la responsabilidad de los actores privados en la esfera pública global, el cumplimiento de estándares internacionales de derechos humanos, la importancia de actualizarlos de cara a los avances tecnológicos, y el papel mismo de justicia en la aplicación de la ley y los retos que enfrenta en esa tarea (shre.ink/gwge).

* @tulios41

Publicado en La Jornada Morelos: https://www.lajornadamorelos.mx/opinion/la-caza-digital-71/

 
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