El Leviatán de la seguridad

viernes, 4 de febrero de 2011


Desde varios frentes se vulneran hoy los derechos de los usuarios de internet. Estos ataques que se propagan a escala global proceden de los países desarrollados. Entre los principales están la seguridad (al que nos referiremos aquí), la lucha contra la piratería y la puesta en marcha de una política para erosionar el principio de neutralidad de la red.
La cuestión de la seguridad es “reciente”, se intenta poner en marcha por ahora en Estados Unidos y en nombre de la seguridad del gobierno de dicha nación se quieren emplear backdoors (“puertas traseras”) para espiar el uso que hacen los usuario de internet. Con ese término se alude a una secuencia específica en el código de programación que permite acceder al sistema y evitar los mecanismos de seguridad.
El Center for Democracy & Technology indica que en Estados Unidos esa demanda proviene del FBI, que en nombre de la protección contra el terrorismo quiere obligar a todos los proveedores de servicios de internet (PSI) a crear backdoors, con el fin de que los cuerpos de seguridad tengan acceso a las redes enlazadas a internet, a los sistemas y a todas las comunicaciones generadas e intercambiadas por las personas en la red.
Pero los sistemas desprotegidos son una invitación generosa a hackers, piratas y cuerpos de seguridad cibernéticos de otros gobiernos, un ejemplo de eso es el famoso virus Stuxnet. Es un hecho que cuando se instalan más vías de acceso o penetración en los sistemas de cómputo, o cuando más frágil o menos controladas son las entradas a los mismos, más vulnerable se torna la seguridad global. La medicina se puede volver la peor enfermedad.
Podemos imaginar que si el gobierno estadunidense obliga a todos los PSI de su territorio a instalar dicho esquema de acceso, de inmediato se contagiarán otros países con esa idea, como ya sucede en Europa. Pero todo endurecimiento de las políticas “de interés nacional”, destinadas a disminuir la protección de la vida privada de los ciudadanos corre el riesgo, a mediano plazo, de volverse en contra de su propósito inicial creando una especie de leviatán con un poder sin límites, no sobre los delincuentes sino sobre todos los ciudadanos. 

Publicado en Milenio

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