Protección de datos

martes, 2 de noviembre de 2010

Según Calvino los seres puros no necesitan cortinas o estar detrás de ventanas. Pero Calvino seguramente hubiera modificado su punto de vista si viviera en los tiempos que corren y viera la cantidad de tecnologías que invaden la intimidad de las personas, a tal grado es esto que diversos sectores de la sociedad luchan por la protección de datos personales.

Y esto tiene efectos en nuestro país en donde todo indica que pronto tendremos una legislación sobre datos personales, ya que el Senado ha dado el primer paso, la primera lectura, de la iniciativa de Ley de Protección de Datos Personales en Posesión de Particulares. Es un hecho que para la semana próxima ya se habrá aprobado dicha ley.

Quien velará por la aplicación de la misma es el IFAI (Instituto Federal de Acceso a la Información), pero como reconoce la titular de dicha dependencia, Jacqueline Peschard, para poder efectuar sus labores dicho organismo requiere no sólo de gozar de cabal autonomía, sino de que lo doten de más dientes para poder auditar a las empresas y verificar si las mismas cumplen con lo estipulado por la ley.

A pesar de esas limitaciones la aprobación de esa iniciativa es importante, sobre todo para frenar la multiplicación de la venta de bases de datos de credenciales de elector, de tarjetas de crédito y de un sinfín de datos que controlan entes públicos y privados, y que se comercializan de manera inmisericorde en diferentes partes fuera de la red y en ésta misma.

Pero también debemos reconocer que estos esfuerzos, por más perfectos o de largo alcance que sean, son siempre inacabados porque la normatividad siempre estará muy atrasada con respecto al imparable desarrollo tecnológico, y porque también diferentes empresas buscan hacerse por diferentes vías de un mayor número de usuarios, y por ende de sus datos que en muchas ocasiones no se sabe de su destino final.

Hoy la sociedad entera está siendo rehén de una acumulación inaudita de datos, de imágenes personales, todo esto propiciado por una infinidad de técnicas de intrusión cada vez más violentas, sistemáticas y radicales, favorecidas por una ideología neocalvinista que sostiene que sólo los que tienen algo que ocultar exigen leyes contra las violaciones a la privacidad e intimidad.

Publicado en Milenio.

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