Google y el saber

lunes, 6 de septiembre de 2010

Nada detiene el apetito expansivo de Google. Recientemente Chris Palma, director de estrategia de esa empresa, dio a conocer que el servicio Google Editions será lanzado dentro de poco para que las personas puedan comprar copias digitales de los libros contenidos en ese nuevo servicio. Al mismo tiempo el servicio permitirá a los proveedores minoristas de libros y a las tiendas independientes vender libros. 'Google Editions' entrará así a competir con Amazon, Apple y Barnes and Noble.

Pero mientras eso sucede hace maniobras técnicas en su buscador para descatalogar las obras que ya no están protegidas por derechos de autor. Un caso lo enumeraba hace poco el investigador francés Philippe Quéau, quien refería que Google ha eliminado los enlaces para descargar obras de Adolf Von Harnack, uno de los más importantes teólogos alemanes del siglo XIX.

Hasta hace poco la obra más importante de Harnack, Historia de los dogmas y que ya es de dominio público debido a que su autor tiene más de 70 años de fallecido, estaba libremente disponible en internet, en versión en PDF convertida por Google. Pero desde hace unos cuantos meses en cualquier búsqueda que se haga de dicho teólogo en Google ya no existe ninguno de los vínculos activos que anteriormente daban acceso a su obra, y tampoco en Google Books se encuentran los enlaces donde se pueda aún descargar dicha obra. Quéau indica que únicamente una búsqueda más avanzada permite llegar a enlaces que todavía ofrecen la obra de Harnack.

Varias hipótesis pueden establecerse al respecto, pero en el marco del lanzamiento de su servicio de libros en línea, hay que esperarse para ver si la desaparición de la obra del teólogo alemán de Google no se debe a que será comercializada en Google Editions. Si eso sucede, entonces se confirmará la idea de que Google quiere acaparar el mercado de la edición global e incorporar también las obras de dominio público.

Por eso lo sensato, como dice Quéau, es no depositar todo los huevos en el mismo cesto. Es decir, que los gobiernos, instituciones culturales, universidades, etcétera, no pongan todos sus libros en manos de Google, sino estimular la multiplicación de bibliotecas digitales, los graneros del conocimiento, los almacenes del pensamiento e impedir que una empresa termine por monopolizar el grueso cultural de la memoria de las naciones.

Publicado en Milenio

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