Modas y redes

viernes, 16 de octubre de 2009

Lo que vemos hoy día es un desmedido entusiasmo por las redes sociales. Algunos usuarios de las recientes redes sociales y de moda como Facebook o Twitter la elevan como la quintaesencia de la democracia, que vendrá a ser el gran propulsor del espacio público.

Muchos de esos comentarios pasan de lado o soslayan que ya en varios momentos de la historia de internet se ha dicho lo mismo. Para empezar en los años setenta del siglo pasado entre olor a mota y sentones en San Francisco hubo una horda de hippies que pensaban que las redes electrónicas renovarían la política. En los ochenta, se creó The Well una de las comunidades virtuales que nos brindó pasajes épicos de solidaridad y de participación ciudadana, pero se pensó que ahora sí todos harían de la política una dimensión cercana y afectiva. Nuevamente en los noventa se presentó los mismo con los servicios de mensajería instantánea, y apareció ya la idea de un periodismo ciudadano que renovaría la democracia. Después han venido los blogs, los SMS y ahora las redes emergentes como Facebook o Twitter.

Obama ganó y usó estas herramientas, pero fueron instrumentos de propaganda y de ninguna manera mejoraron la calidad de la participación ciudadana o, incluso, hicieron que el grueso de ciudadanos se involucren en las cuestiones políticas.

Lo cierto es que seguimos atrapados en los viejos formatos de hacer política y las redes sociales se usan para potenciar lo conocido o hecho con los viejos medios de comunicación, no para dar paso a una nueva manera de entender la democracia. En todo caso hay una cuestión clara: los humanos hacen la política y las tecnologías son mediaciones para llevarla a cabo, pero mientras los humanos no cambien su concepción de lo que es la política de poco servirán tales instrumentos para desembocar en verdaderos instrumentos de ciudadanización.

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