El gusto por lo porno

jueves, 27 de agosto de 2009

 

El interés por ver cómo copulan los otros es una cuestión que se remonta a tiempos inmemoriales y como ejemplo está el fanatismo de las multitudes desveladas  en las noches de Oriente, que se amontonaban para ver cómo las parejas hacían el acto sexual. Hoy los seres humanos contamos con un arsenal de mediaciones, de interfaces que multiplican la representación sexual. Por eso no extraña que esa actitud voyeurista esté detrás del imparable consumo de videos porno en internet.

Desde hace ya casi 16 años ver contenidos porno en la red se ha vuelto uno de los entretenimientos preferidos de millones de personas en el planeta, pero el grueso de esos asiduos a los sitios de contenido sexual explícito no están demasiado interesados en pagar por dichos contenidos. De esa manera, sitios como Pornotube o RedTube, por ejemplo, a pesar de tener un tráfico envidiable en realidad languidecen por falta de recursos. Dichas páginas están entre las más populares del planeta internet, incluso muy arriba de los de cadenas de televisión o de otros grandes del mundo del entretenimiento, pero ese soberbio flujo de visitantes no se traduce en ingresos.

A pesar de su innegable popularidad las empresas no quieren anunciarse en los mismos, y el intento por cobrar por sus contenidos no ha tenido el eco esperado. Algunas empresas que siguen el camino a los sitios porno, como es el caso de Vivid, señalan que es precario el número de personas que paga por los contenidos porno, al grado que uno de cada 10 mil sufragaría alguna cantidad para ver ese tipo de materiales. O sea que estos sitios están en la misma situación que YouTube, que a pesar de que tienen gran cantidad de tráfico no pueden generar ingresos y se debaten en cuestiones de derechos de autor porque también estos sitios de contenido porno son acusados de subir contenidos protegidos y terminan por echarle la bolita a otros y decir que son los usuarios quienes los suben.

A pesar de eso algunos abren camino a nuevas propuestas, como es el caso del sitio Sexebook.com que es una clara imitación de la exitosa red social Facebook, pero que a pesar de colgarse de la fama de otros no ha podido trascender como modelo de negocio; vive momentos gloriosos de tráfico, pero pésimos en cuanto a traducir esa fama en ingresos.

Lo que no se le puede regatear a esos sitios es que han sido una amplia ventana para el hedonismo, para estimular el mismo interés por los contenidos audiovisuales, e incluso en algunos casos ha sido una puerta liberadora para un sector de usuarios que cree que el cuerpo no es únicamente para gozarlo sino también para exhibirlo.

Publicado en el diario Milenio

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