El amor digital

sábado, 16 de mayo de 2009

La red no es la primera tecnología que ha trastocado el campo de los afectos y las emociones, que ha facilitado que los seres humanos dejen correr por la misma su estructura emocional. Sin embargo, internet por su capacidad de globalizarse y por su virtud para trabar contactos en tiempo real a través de servicios de mensajería instantánea o redes sociales, ha terminado por generar que cientos de miles de seres humanos hayan visto alterada su situación emocional al grado de que destapar sus afectos ante otros sea algo normal en el ciberespacio, por lo que estimula el involucramiento de corazones y pasiones.
Desde la década pasada, cuando la red empezó a ser usada por millones de personas y cuando el hoy menguado servicio ICQ y el perfeccionamiento de las salas de chat tenían gran relevancia, se volvió moda la tertulia digital que hizo de tales interfaces una enorme caja de resonancia para hacer contactos y amistades, de inmediato también se volvió un generador de empatías que desembocó en interacciones tanto entre personas de un mismo país como de diferentes naciones y lenguas. La pasión y el amor se desataron y globalizaron los corazones dando paso a múltiples sitios de encuentros.
En el ciberespacio las personas encontraron un espacio de apertura. Gracias a la desmaterializaron de la red y su posibilidad de interactuar al mismo tiempo en una dimensión simbólica, muchos usuarios la percibieron como una zona más que adecuada para hablar y desnudar su alma, para dejar fluir vigorosamente sus sentimientos que en muchos casos habían permanecido largo tiempo aletargados en lo más profundo del corazón de los usuarios o personas que hacían uso de tales interfaces.
En la medida que muchas salas de chats o el mismo ICQ se convirtieron en una especie de diván en el cual se colocaban por propia voluntad los usuarios para contar con detalles y sin reparo alguno sus intimidades, se afianzaban los vínculos con quienes charlaban. Por eso no fue raro que muchas relaciones amorosas se cocinaran y crecieran al calor de la red, muchas de ellas fructificaron y se consolidaron, otras duraron un instante y los engaños y timos también estuvieron a la orden del día.
Y en muchos de esos casos también el anonimato permitió salir del clóset a infinidad de personas, al grado que relaciones entre personas del mismo sexo se aderezaron al ritmo de las teclas e intercambios de mensajes y fotos. Este auge de las relaciones homosexuales aún sigue vigente en los tiempos que corren. Sin embargo, en la medida que la red ha ido alcanzando a una mayor cantidad de personas y las nuevas generaciones acuden a la misma, su notoriedad para las cuestiones afectivas ya no es tan intensa y es parte de la cotidianidad de millones de personas; pasando el ciberespacio a ser una dimensión lúdica, e incluso para las nuevas generaciones el acoso y el amor son dos ingredientes no antagónicos. En fin, son hábitos que hablan de los grandes cambios psicosociales que ha generado la red.

Publicado en el periódico Milenio

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