A fines del año pasado dijimos en este espacio que el registro de Comités de Acción Política (CAPs) del partido Alternativa Socialdemócrata a través de su sitio de internet preludiaba una pesadilla. Pero el desastre que vive Alternativa no inició en realidad por internet sino por sus estatutos que al momento de ponerse en práctica dieron muestras de su flaqueza, denotaron que el sueño sueco plasmado en los mismos y engendrado en los CAPs y en una Comisión Nacional Autónoma para la Elección de Órganos de Dirección fueron producto de una alucinación posadolescente. La debilidad de tales ordenamientos no estuvo en sus transitorios, sino en la cultura política dominante en este país.
La idea de que unos estatutos de “primer mundo” eran la mejor vía para refundar el partido fue una quimera porque no dieron el ancho para generar un verdadero espacio democrático, al contrario fueron la ruta más corta para replicar la cultura priísta. En vez de abrir camino a la nueva política los CAPs multiplicaron la sabiduría política de siempre: acarreo y clientelismo al por mayor.
Los estatutos evitaron que la dirigencia nacional proviniera de una elección abierta o una asamblea nacional porque se pensó que ambas vías se prestaban al clientelismo y/o mayoriteos. Se optó por una estructura contradictoria y bicéfala. Por un lado se canceló la celebración de comicios abiertos pero en los hechos los CAPs estuvieron abiertos a cualquier ciudadano, clientela o individuo de dudosa reputación política. Pero al mismo tiempo se optó por un esquema de delegados, en donde una gran mayoría procedían de procesos de registro poco pulcros o asambleas marcadas por la trampa.
Sin embargo, en la reelección de Alberto Begné el pasado 30 de marzo ese proceso de refundación de Alternativa demostró ser pura ilusión, dicho acto fue el colofón del rosario de irregularidades que acompañaron a todo el proceso. Con la reelección de Begné se puso punto final al sueño socialdemócrata iniciado desde Democracia Social y continuado con México Posible, se demostró que ningún estatuto puede frenar por acto voluntarista o mágico la trampa y la corrupción. Transas matan estatutos. No es suficiente con las buenas intenciones y la pura arquitectura procedimental para cambiar prácticas políticas anticiudadanas que anidan en un país con una democracia de baja intensidad.
Es bueno recordar que si ayer a Alberto Begné se le iba la lengua apelando a la construcción de una sociedad de derechos y abogaba por la norma para dirimir las diferencias, terminó por mostrar el cobre al acudir a porros y métodos propios de pandilleros para reelegirse como presidente de la actual entelequia denominada partido Socialdemócrata. Negándose con su práctica, Begné no tuvo límites y por eso no se ruborizó en pedir el apoyo de los solícitos campesinos de Ignacio Iris (que curiosamente el mismo Begné había combatido y ayudado a expulsar de ese partido) para regresarlos nuevamente a Alternativa y que lo respaldaran a él y sus secuaces para correr a garrotazos a quien hizo posible que ese partido alcanzara su registro: Patricia Mercado.
Por supuesto, a la hora de argumentar los hechos siempre se tiene un arsenal de justificaciones aderezadas con una buena dosis de cinismo para explicar las prácticas gansteriles, e incluso no faltan las opiniones de Begné y sus secuaces en donde dejan en claro que los vicios ayer denunciados son sus virtudes actuales.
La idea de que unos estatutos de “primer mundo” eran la mejor vía para refundar el partido fue una quimera porque no dieron el ancho para generar un verdadero espacio democrático, al contrario fueron la ruta más corta para replicar la cultura priísta. En vez de abrir camino a la nueva política los CAPs multiplicaron la sabiduría política de siempre: acarreo y clientelismo al por mayor.
Los estatutos evitaron que la dirigencia nacional proviniera de una elección abierta o una asamblea nacional porque se pensó que ambas vías se prestaban al clientelismo y/o mayoriteos. Se optó por una estructura contradictoria y bicéfala. Por un lado se canceló la celebración de comicios abiertos pero en los hechos los CAPs estuvieron abiertos a cualquier ciudadano, clientela o individuo de dudosa reputación política. Pero al mismo tiempo se optó por un esquema de delegados, en donde una gran mayoría procedían de procesos de registro poco pulcros o asambleas marcadas por la trampa.
Sin embargo, en la reelección de Alberto Begné el pasado 30 de marzo ese proceso de refundación de Alternativa demostró ser pura ilusión, dicho acto fue el colofón del rosario de irregularidades que acompañaron a todo el proceso. Con la reelección de Begné se puso punto final al sueño socialdemócrata iniciado desde Democracia Social y continuado con México Posible, se demostró que ningún estatuto puede frenar por acto voluntarista o mágico la trampa y la corrupción. Transas matan estatutos. No es suficiente con las buenas intenciones y la pura arquitectura procedimental para cambiar prácticas políticas anticiudadanas que anidan en un país con una democracia de baja intensidad.
Es bueno recordar que si ayer a Alberto Begné se le iba la lengua apelando a la construcción de una sociedad de derechos y abogaba por la norma para dirimir las diferencias, terminó por mostrar el cobre al acudir a porros y métodos propios de pandilleros para reelegirse como presidente de la actual entelequia denominada partido Socialdemócrata. Negándose con su práctica, Begné no tuvo límites y por eso no se ruborizó en pedir el apoyo de los solícitos campesinos de Ignacio Iris (que curiosamente el mismo Begné había combatido y ayudado a expulsar de ese partido) para regresarlos nuevamente a Alternativa y que lo respaldaran a él y sus secuaces para correr a garrotazos a quien hizo posible que ese partido alcanzara su registro: Patricia Mercado.
Por supuesto, a la hora de argumentar los hechos siempre se tiene un arsenal de justificaciones aderezadas con una buena dosis de cinismo para explicar las prácticas gansteriles, e incluso no faltan las opiniones de Begné y sus secuaces en donde dejan en claro que los vicios ayer denunciados son sus virtudes actuales.
Publicado en el periódico Milenio, 12 de abril, 08