Los absurdos de Sarkozy

domingo, 3 de febrero de 2008

La notoriedad lo persigue y él también la busca con frecuencia. Nos referimos al mandatario francés Sarkozy, quien desde que fuera ministro del interior adquirió notoriedad por la puesta en marcha de su política de «resistencia contra el crimen», que pobló de policías las calles de las ciudades francesas y que lo llevó a ser apoyado por unos y rechazado por otros que consideraban que dichas medidas vulneraban sus derechos civiles. Un mandatario que por su afán de espectacularidad se ha convertido en una figura polémica, en parte producto de su afán de notoriedad.
Últimamente el nombre de Nicolas Sarkozy aparece en foros, blogs, chats y circula en miles de correos electrónicos que se intercambian en internet. El motivo no es que de nuevo haya aparecido alcoholizado en una rueda de prensa o esté metido en líos de faldas, sino por la ofensiva que ha lanzado al prohibir en internet las descargas de materiales sujetos a derechos de autor en la red. Ha anunciado una cruzada afín de congratularse con los artistas, porque como se sabe una de ellas está muy cerca de su corazón y de allí que promueva una acalorada defensa de los derechos de autor del gremio al que ella pertenece.
Lo absurdo es que dicha medida, tal como desea ponerla en marcha, implica una persecución policíaca, ya que saturar de filtros el ciberespacio implica vulnerar su propia carta magna porque eso derivaría justamente en violentar la privacidad de los ciudadanos galos, sin olvidar el oneroso gasto que eso implicaría para los contribuyentes de esa nación.
Es probable que Sarkozy conozca muy poco la manera en que opera la red, e incluso es factible que no sepa que por más intentos efectuados hasta el día de hoy no existe una tecnología preventiva, anticopia o de espionaje robusta e invulnerable a la sinergia hacker. Y eso no se debe a que el mal anida en la red, que los usuarios de la misma están poseídos por Satán, sino que el advenimiento del ciberespacio trajo consigo la proliferación de la ingeniería inversa que ha hecho que toda tecnología de protección tenga vida efímera.
En realidad lo que debe aplicarse en el país galo como en el nuestro y en cualquier nación democrática para ser sensatos es un ordenamiento que despenalice de manera tajante las descargas sin ánimo de lucro y obligar a los sectores industriales que viven aferrados al siglo pasado a ponerse a tono con los tiempos que corren.


Publicado en Milenio diario

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