La experiencia digital

martes, 13 de noviembre de 2007

Internet tiene su primera aparición en el año 1969, al establecerse el primer enlace entre equipos de cómputo que se encontraban en cuartos oscuros de laboratorios de tres universidades diferentes de Estados Unidos (dos de California y una de Utah). A partir de ese experimento fue posible enlazar equipos de computadora y conformar un espacio común de trabajo y pensar que se podría establecer un enlace entre más equipos de cómputo. Según la Wikipedia internet es “un método de interconexión descentralizada de redes de computadoras implementado en un conjunto de protocolos denominado TCP/IP y garantiza que redes físicas heterogéneas funcionen como una red lógica única, de alcance mundial”. La definición pone el énfasis en que la red es una cuestión eminentemente técnica, pero internet es más que eso, es un conjunto de procesos sociales, de pautas y relaciones humanas. De hecho ese espacio intangible adquiere sentido en cuanto simbólicamente están presentes diversos seres humanos que se retraducen en un discurso binario en el mismo para llevar a cabo una serie de actividades. La red es, ante todo, un universo de prácticas, de culturas que definen en buena medida los tiempos y humores que conforman a sus usuarios y permiten al mismo tiempo visualizar lo que será el mismo devenir. Internet ha hecho que el mundo se haya estrechado demasiado, genera la sensación de que es tan fácil de habitar en su dimensión incorpórea, pero sobre todo que da paso a la presunción de que acorta geografías y que al suprimir distancias nulifica lo temporal. Así, al condensar el tiempo o angostarlo, la red termina por generar la sensación de que la existencia está cargada de prisa y que por ese mismo vértigo existencial la experiencia se agota muy rápidamente en cuanto algo tiene olor a rutina, o mejor dicho cualquier cosa de inmediato deviene en acto repetitivo. Testimonia esto la cantidad de sitios que nacen, concentran tráfico y luego en unos cuantos meses parece que tuvieran siglos de existir y se erosionan por falta de interés. La intensidad y la experiencia que en el pasado se basaba en prácticas que tenían una mayor duración, ahora pierden sentido porque el largo aliento característico de la experiencia en el pasado, vale hoy únicamente si va de la mano de lo volátil. Y hoy día la experiencia tiene sentido en cuanto a lo largo de un determinado espacio de tiempo coinciden muchas prácticas simbólicas.
Publicado en Milenio.

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