Orgías femeninas

jueves, 18 de mayo de 2006


Se dice con frecuencia que la personalización y el individualismo son inherentes a los tiempos que corren, que existe un ansia desmedida en la búsqueda del placer que se ha tornado en el factor fundamental en la realización personal. Pero como dice Victoria Camps en Virtudes públicas, el individualismo actual es el resultado de un largo proceso iniciado con la modernidad. Pero no sólo el individuo ocupa el centro del saber, sino que es el fin último de la existencia. Para el individuo actual todo vale con el fin de alcanzar la satisfacción. Por ello la afectividad, los sentimientos y el placer marchan de mano del narcisismo y la novedad.
Hoy para amplios sectores el sentido existencial se encuentra en el placer, por lo cual la sexualidad ocupa un lugar destacado, e incluso el mismo sida no ha sido capaz de frenar los apetitos erótico y sexual. Esa situación ha generado nuevos nichos de mercado en donde confluyen compulsivos y desenfrenados con el fin de dar rienda suelta a sus inclinaciones libidinales y alimentar su egonomía.


Fantasías sexuales

Muchas personas tienen la cabeza llena de fantasías sexuales pero no tienen idea de cómo llevarlas acabo. En Inglaterra al menos esto ya no es problema porque en vez de quebrarse la cabeza las personas pueden acudir a los servicios de la empresa French Letter Days, que está especializada en hacer realidad los más íntimos y absurdos deseos eróticos y sexuales de las personas. Aquí las mujeres pueden hacer tangible fantasías como la de hacer el amor en un baño público, o que al abrir las puertas de un camarote de un tren sean recibidas por un séquito de amantes. De lo simple a lo más absurdo y sofisticado French Letter Days organiza todo lo que sus clientes le pidan, tomando en cuenta hasta los más mínimos detalles es capaz de trasladar a sus clientas hasta otro país a concretar sus alucinaciones.
Detrás de tan sui generis servicio está el ingenio de la inglesa Emma Sayle, que a sus 27 años ha sabido sacarle jugo a los placeres de sus paisanos. Dos años atrás dejó su empleo de relaciones públicas en el campo de las finanzas y deportes de Nueva York para trasladarse a Londres a conformar un club, Cake (que en el caló estadunidense significa genitalidad femenina), dedicado a las orgías femeninas.
Solamente se aceptan chicas guapas, de clase alta o que cuenten con suficiente dinero y los hombres únicamente entran acompañados de mujeres o invitados por ellas.
Dentro del club ellas pueden ver filmes porno, hacer strip-tease y bailar como les venga en gana. En poco tiempo Emma se ha ganado la fama de ser una auténtica diva del marketing sexual y reina de las orgías femeninas. Es experta en montar escenarios que pueden ir de lo romántico a lo sadomasoquista y en donde las contratantes de sus servicios saben cuándo va a acontecer la fantasía convenida pero no saben cómo será exactamente.
Gracias a la creación de sus fiestas, Killing Kittens ha dado vida a un espacio dedicado a organizar orgías underground para chicas que reúnan ciertos requisitos físicos y deseen experimentar el sexo como una forma genuina de cultura y una novedosa forma de entretenimiento. Esos reventones sexuales van de la mano de la privacidad de los participantes y la extravagancia, donde la exclusividad sólo alcanza a unas 30 personas que son seleccionadas a través de una rigurosa indagación concretada vía internet.
Para muchos esto es parte de la liturgia moderna puesta en marcha por parte de las tribus contemporáneas, que reflejan una egonomía que toma más en cuenta el dinero que el capital cultural, pero no podemos pasar por alto que toda esa simulación es poderosa permitiendo suponer, más allá del deseo y la sexualidad que están presentes, que el orden, la moral y la liberación mismas podrían muy bien no ser otra cosa que pura simulación.

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