Gadgets y nostalgia

martes, 20 de septiembre de 2005

Ver a distancia es una cuestión con la cual el hombre ha soñado desde tiempos lejanos, desde hace algunos años el nivel alcanzado por sus creaciones tecnológicas ha ido perfeccionando esa posibilidad, al grado que hoy día hasta la misma telepresencia ya es una realidad. Pero la obsesión por mejorar esto es grande, cada vez más podemos conocer el comportamiento de los individuos a distancia y en tiempo real. Un ejemplo de esto es que un equipo de investigadores del MIT trabaja en una tecnología para aplicar en los teléfonos celulares y saber si la persona con la cual uno conversa le está prestando atención. No será necesario ver directamente las facciones de los interlocutores, sino que los delatará su tono de voz.

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Este aditamento será parte de la parafernalia de aparatos o gadgets que de manera continua aparecen en el mercado de nuevas tecnologías. Éstos se han convertido en sí mismos en un espacio para la fantasía y en un ejemplo de la insaciable innovación de hoy día. Para muchos consumidores los gadgets son los instrumentos perfectos para mantener vivo el interés por lo nuevo, para otros son sólo una avenida onanista por la que transitan continuamente las empresas de las nuevas tecnologías.
Como dice Jean Baudrillard, el gadget va más allá de sus funciones utilitarias, el uso de algunos de los mismos puede ser sinónimo de distinción o de estatus social. Pero no se puede negar que en ellos se refleja no sólo el talento de los creadores de interfaces, sino también los giros y cambios sufridos por el mismo consumo. No es raro que muchas personas se llenen de aparatos que nunca usarán o que en el mejor de los casos los utilicen unas cuantas veces para terminar arrumbándolos.

Nostalgias
Unos de los gadgets más socorridos son los sexuales, los llamados sex toys, de los que todas las semanas aparecen nuevos modelos. Pero hay gadgets para todos los gustos; muchos se han vuelto el pretexto perfecto para alimentar la añoranza, por ello los que mantienen sus sentimientos y emociones anclados al pretérito son clientes cautivos de los mismos. Uno de estos sectores nostálgicos es el melómano. No por algo los coleccionistas de discos en formato vinil son capaces de comprar a precios exorbitantes las primeras ediciones de sus artistas preferidos.
Recientemente se le ocurrió a una empresa crear discos compactos con sabor y semejanza al vinil. La firma
5inch, al ver que todavía existen varios amantes de esa tecnología analógica, ha decidido crear una línea de discos compactos con sabor retro, que permite a los amantes del pasado unir la calidad propia de la tecnología digital con el gusto por los productos de antaño, como es el caso del vinil.
En realidad después de más de medio siglo de una incesante producción de aparatos y de la aparición de todo tipo de “chunches”, mucha de la moda tecnológica nos aburre, sin negar que algo de ella puede fascinarnos, pero las personas divididas entre ambos terrenos debemos siempre saber elegir a la hora de adquirir un producto, para que no pase al reino de lo inservible en poco lapso. Después de tantos años expuestos a la publicidad ya nada nos sorprende, hemos quedado anestesiados por la misma. O lo que es lo mismo: casi todo nos gusta aunque en realidad casi nada termina por encantarnos.
Publicado en el periódico Milenio, 4 de septiembre 05

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