Aversiones a la lectura y la música

jueves, 18 de agosto de 2005

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Es una realidad que la tecnología cambia nuestras costumbres, ella repercute en nuestros comportamientos cotidianos. Y si no hay que acercarse al extraordinario libro de Norbert Elias, El proceso civilizatorio, para percatarse de que todos los hábitos introducidos en la lejana sociedad cortesana fueron el resultado de un uso combinado de política de autocontroles, de tecnologías y técnicas para reforzar tales cambios. Hoy nos parece normal comer con cubiertos, no sonarnos la nariz en una mesa, o contar con baños para defecar, etcétera, pero llegar a eso fue parte de un largo y contradictorio proceso civilizatorio que no hubiera sido posible, curiosamente, sin la creación de tecnologías y de “técnicas de comportamiento”.
A lo largo de la historia de la humanidad la tecnología ha estado presente. Desde la invención del fuego, pasando por los primitivos arcos y flechas, hasta llegar a los transbordadores espaciales, la tecnología nos acompaña, es nuestra eterna compañera, nos guste o no condiciona nuestras actividades, modifica nuestra misma cultura y puede desembocar tanto en cuestiones positivas como negativas.

Impersonalidad y aversión a la música
Todo esto viene a colación porque la consultora Nielsen//NetRatings dio a conocer un estudio sobre los hábitos de los usuarios de internet, que ha sacado ampollas entre los más fanáticos de la red que reniegan de los resultados del mismo. En buena medida a muchas de esas críticas no les falta razón porque dicha indagación olvida la relación entre antropología y tecnología. El estudio de marras sostiene que los usuarios de internet son prácticamente enemigos de la lectura de revistas, periódicos y libros. También se dice que la red es responsable de la caída en la audición de música, ya que quienes la usan habitualmente se vuelven contrarios a su consumo.
Esto contradice una gran cantidad de estudios, pero no pasa la prueba empírica, la que cotidianamente viven muchos usuarios de internet. En realidad la red no sólo ha multiplicado la oferta musical, sino que también ha incrementado la escucha de música y no por algo muchos estudiosos de la web destacan que ésta ha causado una verdadera revolución en el campo musical. Un ejemplo es el incesante intercambio de archivos musicales que se dan todos los días, el incremento de ventas de música en línea y la aparición de comunidades y tribus de escuchas que tienen sus sitios en la red.
Tal vez el problema en esta medición esté en cuantificar sólo lo que se deja de hacer al usar internet, pero no en medir lo que se hace con la red, los hábitos que desencadena, porque seguramente muchas de las cosas que se efectúan por internet son cuestiones que anteriormente se venían realizando por otras vías, como leer, charlar o incluso flirtear. Por supuesto que fobias y malestares se han presentado con esta interfaz y no es raro que algunas industrias sufran las consecuencias de su uso, pero en todo caso para tener una mejor medición de tales cuestiones es necesario que las indagaciones cuenten con una verdadera medición de la antropología de las nuevas tecnologías, y particularmente de internet, aspecto del que carece el estudio de Nielsen//NetRatings.
Publicado en el diario Milenio, 14 de agosto 2005.
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