La felicidad de los mexicanos

miércoles, 22 de junio de 2005

textoalternativoLa felicidad parece estar de moda entre los investigadores y en muchas disciplinas se habla de ella. Pero el término tiene múltiples aristas y significados que dependen del área de conocimiento que la defina y del contexto en que se aborde. Últimamente a los sociólogos y politólogos les ha dado por hacer indagaciones sobre este fenómeno. Un caso
sobresaliente es el de Ronald Inglehart, investigador del Centro de Estudios Políticos de la Universidad de Michigan, quien desde tiempo atrás se dedica a estudiar la situación de la felicidad en las sociedades contemporáneas. Recientemente acaba de dar a conocer un estudio efectuado en 82 países para medir este sentimiento. El mismo está disponible en www.worldvaluessurvey.org y vale la pena acercarse a él porque es interesante.

Felicidad para todos los gustos
Los resultados del estudio no dejan de ser paradójicos porque el sentimiento de felicidad es variable. Una de las conclusiones importantes es que las personas más felices del mundo no están en los países más ricos. El estudio indica que la felicidad no la genera el dinero o la acumulación de bienes materiales, como sostienen economistas y otros investigadores en las ciencias sociales. Partiendo de dos factores, el sentimiento de felicidad (personas que se declaran felices) y la satisfacción (personas que se declaran satisfechas de la vida que llevan), el estudio extrae los datos correspondientes.
De acuerdo con ellos los habitantes más felices del planeta están en Puerto Rico, pero los que siguen en el ranking son, curiosamente, los mexicanos, que uno pensaría que tendrían pocos motivos para serlo en medio del desempleo, de braceros que abandonan el país continuamente, de inseguridad y una serie más de habituales malestares. Más atrás están los habitantes de Estados Unidos (lugar 14) y Suecia (lugar 17).
Ese resultado no es único ya que Robert Biswas-Diener y Richard Layard, investigadores de la Universidad de Illinois, en su Encuesta Mundial de Valores llegan a las mismas conclusiones que Ronald Inglehart. En todo caso parece que en gran medida el factor determinante para sentirse feliz radica en la socialización, la adaptación, pero sobre todo la Cultura. Los investigadores concluyen que algunos pueblos son por naturaleza felices, como el mexicano, que parece que cualquier situación que sufra no lo hará moverse de su estado de gozo. Aunque los resultados del estudio indican que en general los latinoamericanos están entre los más satisfechos con la vida que llevan en su nación.
El índice de confort material para nada pues, garantiza la felicidad, y sino que lo digan los nipones, que viven en uno de los países más ricos del mundo pero están en el lugar 40 de la clasificación, un poco antes, en el 38, está Uruguay, curiosamente una de las excepciones en Latinoamérica. Una primera aproximación indica que la democracia juega un papel importante en el sentimiento de felicidad. Un caso es Suiza, 6 en la clasificación, en donde su sistema de participación directa de los ciudadanos, en los asuntos públicos, lleva a la población a tener la impresión de que eso le permite ejercer un mayor control de su misma existencia.
Aunque tampoco ésta es siempre sinónimo de felicidad: los países menos felices son los del exbloque comunista (Rusia, Georgia, Rumania, Bielorrusia...) que llegaron a la democracia pero en cambio sus habitantes no han podido alcanzar la felicidad. Después de ver estos resultados y percatarse de la abundancia de estudios sobre la misma, uno está tentado a suscribir lo dicho por Maurice Maeterlinck en el sentido de que cuando uno dice que sabe lo que es la felicidad, se puede suponer que ella en realidad se ha perdido.
Publicado en el periódico Milenio, 19 de junio 2005.
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