La belleza de Donybelle

martes, 17 de mayo de 2005

El polémico Jean Baudrillard ha mencionado que “El simulacro no es lo que oculta la verdad, es la verdad la que oculta que no existe”, por lo que concluye que el simulacro es verdadero. Pero la simulación no se agota en eso, tiene varias implicaciones: “Simular es fingir que se tiene algo que no se tiene” y esto es hasta cierto punto lo que uno encuentra en abundancia en la red, muchos sitios se revisten de lo que no son, están saturados de falsas maneras de ser y muchos usuarios resbalan en ellos con facilidad.
Esta situación se refleja muy bien en el sitio de Donybelle. Puede ser que este nombre no le diga nada a muchos, pero a lo largo de los últimos 18 meses ha ido cosechando un fuerte grupo de fans que la siguen por sus bondades físicas. Su fama tiene que ver con su particular inclinación a la exhibición que inició en los años ochenta al tomar sol en las playas de Niza, en el sur de Francia, a donde acudía en el verano a exhibir su cuerpo en biquini. Sus primeras fotos en la red fueron colocadas en el sitio de la empresa australiana de tangas y bikinis, Wicked Weasel, durante la participación de Dony en uno de los torneos virtuales de belleza. Fue en esa competencia dedicada a modelar las prendas de dicha empresa que inició la popularidad virtual de Dony y que a su esposo se le ocurrió crear un sitio con fotos de ella.

Falsas modestias

Pero no se quedó en eso, su marido descubrió que se excitaba viéndola desnuda en la playa y tomándole fotos. Con seis años de matrimonio y dos hijos, Dony nos comenta que ella y su marido descubrieron que su relación marchaba viento en popa gracias al fetichismo de mostrarse en tangas y encuerada en su sitio. La cuestión es que ella tiene más interés en enseñar su cuerpo que en hablar de su verdadera identidad porque, según ella, es una persona con una vida normal y no quiere correr el riesgo de ser descubierta por sus vecinos. Lo que sí dice es ser periodista free-lance, que acostumbra a cubrir eventos relacionados con la moda en París, aunque según refiere en su trabajo no saben nada de su sitio, y también se reserva dar el nombre de las revistas para las cuales labora.
Haciendo gala de vanidad ella no revela su edad, pero es una cuarentona que disfraza sus años con buenas dosis de silicona y una rutina diaria de dos horas de ejercicios. Dony tiene una serie de fotos gratuitas, pero cuenta con unas mil 500 más en donde expone todas sus cualidades físicas, aunque el acceso a estas últimas se hace por medio de una suscripción de 15,95 dólares mensuales.
El problema de este sitio es que en realidad no es una puerta para la exhibición, como dice Dony; sus imágenes tampoco promulgan el fin de la intimidad y no tienen el interés de acabar con la hipocresía de la preservación de lo íntimo, como también ha referido, sino hacer dinero. Cualquiera tiene derecho a mostrar su intimidad y hacer negocio con ella, pero se debe ser claro y preciso en ese aspecto. Por eso mismo al andar por los senderos digitales uno tiene que hacerlo siempre con pies de plomo para no ser atrapado por la ausencia de gravedad y los garlitos que pululan en el ciberespacio, que se propagan gracias a la “solidaridad” de los cibernautas.
Publicado en el diario Milenio, 15 de mayo, 2005.
Enlace permanente

0 comentarios:

 
Creada por laeulalia basada en la denim de blogger.