La revuelta de los melómanos

lunes, 14 de marzo de 2005

De 1999 hasta el presente la industria musical ha vivido una de sus etapas más difíciles, sus ventas han venido descendiendo paulatinamente, de suerte que de esa fecha en adelante sus ganancias han sufrido un fuerte revés: han descendido en más de 6 mil millones de dólares. El consorcio discográfico achaca esa caída al intercambio de archivos musicales, por lo que emprende una intensa persecución judicial contra quienes hacen uso de los programas de intercambio de música. Ese río revuelto de suposiciones y altercados ha sido aprovechado por organizaciones parásitas que “velan” por los derechos de autor, para pedir que discos ópticos, DVDs y conexiones de banda ancha paguen un impuesto compensatorio por posibles usos violatorios del copyright.
Desde fines de la década pasada el consorcio discográfico ha cedido un volumen restringido de su catálogo a los sitios que venden música en internet como iTunnes, Emusic o el recientemente renovado Napster. Sin embargo, las melodías tienen un costo elevado, ya que cada una cuesta en promedio 90 centavos de dólar, lo que implica que si alguien adquiere 17-20 melodías, que son las que normalmente trae un compacto, alcanzan un precio de 15-20 dólares, cual si se adquiriera en una tienda convencional. Esto es absurdo porque al comprar en línea todo los costos recaen en los usuarios, que son quienes ponen la luz, la conexión a internet, el disco en donde se quemará la música bajada, además de que las melodías tienen candados que limitan su transferencia a diversos soportes y, sin olvidar, que la calidad del audio de los archivos comprimidos es menor que la estándar. Es increíble que la cadena de suministro de música en línea suprima más del 79 por ciento de los costos del modelo convencional y el precio de la misma siga inalterable. Tal parece, pues, que las discográficas desean desalentar la compra en línea, obligar a los consumidores a que sigan adquiriendo la música en el formato de disco compacto.

Defensa de los melómanos
Esto ha generado molestia entre los melómanos y ya se dan diversas protestas por esta situación. Recientemente en Francia artistas, investigadores universitarios, políticos y asociaciones profesionales dieron a conocer el documento “Liberen la música”, en donde demandan el cese de persecuciones judiciales contra los usuarios de internet que intercambian archivos musicales. El documento critica la actitud miope de la industria discográfica que no visualiza el relevante papel de las nuevas tecnologías para el desarrollo de la música. También en el país galo la mayor asociación de consumidores franceses, aglutinados en la Union Federale des Consommateurs-Que Choisir, demandó a las empresas Sony y Apple por afectar los derechos de los usuarios, por eliminar prácticamente la libre elección de seleccionar en qué tienda adquirir la música. Los productos de Sony y el iPod de Apple sólo permiten que lo usuarios se conecten a sus respectivas tiendas. Ambos usan la tecnología DRM que impone taxativas en el uso de la música comprada. En Italia las asociaciones de consumidores se oponen a una iniciativa de gravar a los usuarios de banda ancha con el fin de resarcir la piratería en la red, para paliar las posibles violaciones de los derechos de los creadores.
Después de cinco años de intercambio de archivos musicales en línea, ya no es posible seguir sosteniendo que ello no lesiona los derechos de autor, como dice la mayoría de usuarios de las redes P2P, pero tampoco se justifican los argumentos de la industria musical, que no ofrece esquemas de ventas en línea acorde a los tiempos que corren, pero sobre todo que la disputa entre creadores y discográficas termina por hacer trizas los derechos del consumidor.
Publicado en Milenio, 13 de marzo 2005.
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